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18/07/2014

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Industria y Emprendimiento

Clústers

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Casi un 40 % de los trabajadores europeos son empleados de empresas integradas en un clúster, que puede definirse como un grupo de empresas centradas en determinados tipos de producciones, que están cerca las unas de las otras y que para existir deben contar con conocimientos, servicios, recursos, proveedores y cualificaciones profesionales especializadas. Según el Observatorio Europeo de Clústers, existen en Europa unos 2.000 clústers estadísticamente significativos y que contribuyen continuamente a la innovación, el crecimiento y el empleo en Europa.

Por eso no cabe duda de que los clústers son el núcleo de la base industrial europea y la cuna de muchos productos innovadores que han marcado la historia económica del continente: desde las acerías de las regiones de Lorena y el Sarre hasta la cuchillería de Sheffield, pasando por la seda del norte de Italia (hoy en día en la vanguardia del teñido de textiles) y la industria metalúrgica de la región alpina.

"Los clústers son un componente clave del desarrollo regional. Potencian los puntos fuertes de una región y optimizan sus ideas y recursos. Son y deben seguir siendo un pilar de la base industrial europea, papel que vienen desempeñando desde hace siglos. Para garantizar que sigan siéndolo en el futuro, debemos ser ambiciosos y multiplicar nuestros clústers de nivel mundial mediante una mayor excelencia y cooperación transfronterizas."

Estos grupos de empresas son un fenómeno cuyo impulso predominante viene del mercado. Muchos clústers aparecen espontáneamente debido a ventajas competitivas naturales: por ejemplo, la presencia de un determinado recurso en la región. Una vez creado el clúster, las fuerzas del mercado tienden a favorecer el desarrollo de cadenas de suministro en sus proximidades. Por ejemplo, en los alrededores de Stuttgart ha surgido un potente clúster de alta tecnología especializado en el suministro de piezas de automóviles a fabricantes locales como Daimler y Porsche.

Pero los clústers no siempre aparecen de manera espontánea. En los últimos años también ha contribuido decisivamente a la creación de clústers fuertes el hecho de que existan políticas públicas con visión de futuro, iniciativas empresariales o universidades y centros de investigación de primera categoría. La Comisión Europea está firmemente decidida a potenciar los clústers existentes y a favorecer su aparición en nuevos sectores de actividad.

Un objetivo clave es ampliar el radio de acción de los clústers europeos e impulsar la cooperación transnacional. El entorno más propicio al desarrollo de clústers es el que se caracteriza por el espíritu empresarial y distintos tipos de sinergias entre las empresas locales. Pero no es menos fundamental, en un mundo tan globalizado y competitivo, integrarse en cadenas de valor globales y mantener un flujo constante de innovación.

Un buen ejemplo de capacidad de adaptación es el que nos brinda Sassuolo, pequeña ciudad del centro de Italia que desde hace siglos viene siendo un importante centro de producción de baldosas. La aparición de este clúster de fabricación de baldosas vino dada por la gran calidad de la arcilla de la región. Aunque esos depósitos de arcilla hayan ido agotándose con el paso del tiempo,  gracias a la innovación y la constante mejora de unas competencias adquiridas a lo largo de los siglos, Sassuolo y Faenza (que en francés da nombre al sector de la baldosa, “faïence”) se mantienen como gran centro de referencia para las empresas del ramo: solo que ahora, en lugar de materias primas, suministran conocimientos.

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Última actualización: 18/07/2014 |  Comienzo