COLABORACIONES


El castellano como problema

En un artículo sobre toponimia (puntoycoma n.127, p. 8) utilicé la expresión «españoles no castellanos» para referirme a los hablantes de determinadas variedades lingüísticas del español (en concreto, los de aquellas hablas en las que está viva la pronunciación de la fricativa postalveolar sorda, es decir, el sonido que se representa con el dígrafo sh).

Tal vez cometí un error, pues al parecer no existe un acuerdo unánime entre los usuarios del idioma sobre el significado de los términos «español» y «castellano», y algún lector pudo pensar que tal vez estaba recurriendo a esa locución como eufemismo para no citar otras lenguas.

De Castilla a España

No es este el lugar para abordar aspectos que conciernen sobre todo a la labor de los historiadores; me limitaré a recordar en unas líneas que Castilla pasó en cinco siglos de ser un condado vasallo de Navarra (siglo XI) a convertirse en la nación hegemónica de la península (siglo XVI); en efecto, hace quinientos años, todo el territorio ibérico se repartía entre el reino de Castilla, el reino de Aragón, el reino de Portugal y el Principado de Andorra. La unificación dinástica que tuvo lugar bajo los Habsburgo hizo que, a partir de 1580, los soberanos se proclamaran «reyes de Castilla, León, Aragón, las Dos Sicilias, Portugal, Navarra, Granada, Valencia, Galicia, Mallorca, los Algarves y las Indias; duques de Borgoña, Brabante y el Milanesado, y condes de Flandes y Barcelona», amén de otros títulos.

Esa retahíla iría abreviándose con el tiempo: Portugal y los Algarves se darían de baja a finales de 1640 (en realidad el Algarve, pues «los Algarves de aquende y allende el mar» solo habían existido en la imaginación de los sebastianistas); el Brabante se partiría con el Tratado de Westfalia de 1648, y Borgoña, Flandes, el Milanesado y las Dos Sicilias se quedarían con los Austrias en 1713. Finalmente, ya en época borbónica, fueron desapareciendo las Indias (a partir de 1821).

Pero el cambio dinástico iba a modificar la terminología: la Constitución de 1876 será la primera que hable del monarca como rey de España1. ¿Iba esa modificación meramente protocolaria a tener consecuencias glotonímicas?

What is "Castellano"?

En España tal vez no, pues si en Castilla podía afirmarse que se hablaba indiferentemente «español» o «castellano», en Andalucía se sabía que ahí se hablaba «español», aunque no exactamente «castellano».

En cambio, en el resto del mundo parecía totalmente lógico que la «lengua de España» fuera el español. De hecho, la inmensa mayoría de los europeos del siglo XX habían oído hablar del «español», mientras que bien pocos (tal vez solo los que conocían la filología hispánica) sabían lo que era el «castellano».

Recuerdo cuando, allá por el año 1986, alguien decidió que en la Unión Europea (in illo tempore, «las Comunidades») el español se denominaría «castellano». En la Oficina de Publicaciones, un funcionario italiano que a la sazón se encargaba de repartir el trabajo entre los correctores de las nueve lenguas oficiales de la época, borró el código ES y añadió, a mano: «CA – catalano». Fui a verle creyendo que se trataba de un mero lapsus calami.

― ¿Así que ahora la lengua oficial de España es el catalano?

― Ah, sí: ¿no se ha enterado? Nos acaban de llegar unas instrucciones para comunicarnos que a partir de ahora la lengua oficial ya no será el spagnolo, sino el catalano.

El hombre puso unos ojos como platos cuando le advertí que no se trataba del catalano, sino del castigliano, idioma del que, por supuesto, no había oído hablar jamás.

¿Por qué el español dejó de llamarse español? Cabe reconocer que, gracias a este subterfugio, ese español (convenientemente disfrazado de castellano) consiguió situarse durante veinte años a la cabeza del orden protocolario de la Unión (el alfabético de los endoglotónimos). ¿Contribuyó esa pirueta a dar más visibilidad a la lengua? Lo dudo, porque además lo normal es buscar al español en la letra e, y no en la letra ce, máxime conociendo su código ISO2: es, y esta norma no puede ser ignorada por ninguna organización seria, por lo que en muchos documentos de la UE el español aparece bajo la letra ce, pero con el código «es», lo que produce una pésima impresión entre quienes no están al corriente de las polémicas domésticas y lo atribuyen a un despiste. En los últimos tiempos se había ido a peor con la proliferación de páginas web cuyos menús idiomáticos seguían esa curiosa forma y donde el español «es» figuraba, contra toda lógica alfabética, entre el búlgaro «bg» y el checo «cs» (sigue siendo el caso de algunos portales, como EUR-Lex o Whoiswho, que es de esperar que sepan rectificar pronto y pongan en su sitio al español «es»: entre el inglés «en» y el francés «fr»).

Todo esto no hace más que reafirmarme en mi posición de recomendar enérgicamente que la denominación de esta lengua sea «español», lo que, por otra parte, se ajusta perfectamente a la inmensa mayoría de usos actuales: el Instituto Cervantes habla de «aprender español» y de «cursos de español»; sin ir más lejos, esta revista es un boletín de traductores de español. Ahora bien, ¿significa esto que ya no debe decirse «castellano», salvo para referirse al habla propia de Castilla?

¿Dos nombres para una lengua?

En nuestro entorno hay un caso similar: el del neerlandés, que en la escuela nos habían enseñado a llamar holandés; si está claro que en Ámsterdam pueden hablar neerlandés u holandés, dudo que un ciudadano de Maastricht considere que su neerlandés sea holandés. Y eso sin hablar del neerlandés de Flandes, que de ningún modo es holandés.

Contrariamente a este caso, en español puede darse el problema inverso al otro lado del Atlántico: mientras que la mayoría de países de América Central parecen no plantear ninguna objeción para referirse a su idioma oficial con el término «español» (véanse, por ejemplo, las constituciones de Costa Rica, Cuba, Guatemala, Honduras, Nicaragua o Panamá), no sucede lo mismo en otros Estados latinoamericanos, en cuya constitución figura explícitamente el término «castellano» (Bolivia, Colombia, el Ecuador, El Salvador, el Paraguay, el Perú o Venezuela). Por ello alguna vez yo mismo he llegado a utilizar la forma «castellano», pero siempre para referirme al español hablado fuera de la península [véase puntoycoma n.o 100, p. 60: La larga marcha hacia una lista única de Estados y territorios, en «Traducir (o no) los topónimos»].

Lamentablemente, donde menos se espera va a saltar el último problema, y no el menor: la constitución española vigente afirma que El castellano es la lengua española oficial del Estado. Es decir, la ley fundamental de España prefiere el glotónimo «castellano» a «español», lo que da pie a que muchos ciudadanos crean que esa es la forma que debe prevalecer en todas partes, ya que fue consagrada por célebre consenso entre la inmensa mayoría de los políticos de la Transición (y que incluso contó con la colaboración de un afamado senador por designación real, futuro premio Nobel y marqués). Esto no obsta para que la forma «español» sea la que prevalece en la mayoría de actos legislativos (en el propio BOE, el término «lengua castellana» solo aparece la mitad de veces que «lengua española»). La caja de Pandora sigue abierta y solo podría cerrarla una improbable, aunque no imposible, enmienda constitucional.

Códigos glotonímicos con arreglo a la norma ISO 639-1:20023

abjaso

ab

DC

afar

aa

AA

afrikaans

af

IE

akán

ak

NC

albanés

sq

IE

alemán

de

IE

amárico

am

AA

árabe

ar

AA

armenio

hy

IE

asamés

as

IE

avar

av

DC

aymara

ay

AM

azerí

az

NA

bambara

bm

NC

bashkir

ba

NA

belaruso

be

IE

bengalí

bn

IE

biharí

bh

IE

birmano

my

DC

bretón

br

IE

búlgaro

bg

IE

butanés

dz

DC

catalán

ca

IE

chamorro

ch

AU

checo

cs

IE

checheno

ce

DC

chino

zh

DC

chuvacho

cv

NA

cingalés

si

IE

clisteno

cr

AM

coreano

co

NA

danés

da

IE

divehí

dv

IE

ebe

ee

NC

endebele

nd

NC

endonga

ng

NC

eslovaco

sk

IE

esloveno

sl

IE

español

es

IE

esperanto

eo

estonio

et

UR

euskera

eu

DC

farsi

fa

IE

finés

fi

UR

fiyiano

fj

AU

francés

fr

IE

frisón

fy

IE

fulaní

ff

NC

gaélico escocés

gd

IE

galés

cy

IE

georgiano

ka

KT

griego

el

IE

guaraní

gn

AM

guyaratí

gu

IE

hausa

ha

AA

hebreo

he

AA

herero

hz

NC

hindi

hi

IE

húngaro

hu

UR

indonesio

id

AU

inglés

en

IE

inuktitut

iu

EA

inupiak

ik

EA

irlandés

ga

IE

islandés

is

IE

italiano

it

IE

iyo

ig

NC

japonés

ja

NA

javanés

jv

AU

jemer

km

AS

kachemir

ks

IE

kalaallisut

kl

EA

kanarés

kn

DR

kanuri

kr

NS

kazajo

kk

NA

kikuyu

ki

NC

kinyanja

ny

NC

kinyarruanda

rw

NC

kirguís

ky

NA

kirundi

rn

NC

komi

kv

UR

kunyama

kj

NC

kurdo

ku

IE

laosiano

lo

DA

letón

lv

IE

lingala

ln

NC

lituano

lt

IE

luba

lu

NC

luganda

lg

NC

luxemburgués

lb

IE

     

macedonio

mk

IE

malayalam

ml

DR

malayo

ms

AU

malgache

mg

AU

maltés

mt

AA

maorí

mi

AU

marati

mr

IE

marshalés

mh

AU

mongol

mn

NA

nauruano

na

AU

navajo

nv

DC

neerlandés

nl

IE

nepalés

ne

IE

noruego

no

IE

nusú

ii

DC

occitano

oc

IE

oriya

or

IE

oromo

om

AA

oseta

os

IE

oyibua

oj

AM

pastún

ps

IE

penyabí

pa

IE

polaco

pl

IE

portugués

pt

IE

quechua

qu

AM

retorrománico

rm

IE

rumano

ro

IE

ruso

ru

IE

sami

se

UR

samoano

sm

AU

sardo

sc

IE

serbocroata

sh

IE

shona

sn

NC

sindi

sd

IE

somalí

so

AA

sotho

st

NC

suahilí

sw

NC

suazi

ss

NC

sueco

sv

IE

sundanés

su

AU

tagalo

tl

AU

tahitiano

ty

AU

tai

th

DA

tamil

ta

DR

tártaro

tt

NA

tayiko

tg

IE

telugu

te

DR

tibetano

bo

DC

tigriña

ti

AA

tongano

to

AU

tsonga

ts

NC

tsuana

tn

NC

tui

tw

NC

turco

tr

NA

turcomano

tk

NA

ucraniano

uk

IE

uigur

ug

NA

uzbeko

uz

NA

venda

ve

NC

vietnamita

vi

AS

wólof

wo

NC

xhosa

xh

NC

yidis

yi

IE

yoruba

yo

NC

zhuan

za

DA

zulú

zu

NC

  1  La tercera columna indica el grupo lingüístico al que pertenece cada lengua (AA: afroasiático, AM: amerindio, AS: austroasiático, AU: austronesio, DA: daico, DC: dené-caucásico, DR: drávida, EA: esquimo-aleuta, IE: indoeuropeo, KT: kartúlico, NA: norasiático, NC: nígero-congoleño, NS: nilo-sahariano, UR: urálico). Para más información pueden consultarse los glosarios publicados en puntoycoma (n.o 121, pp. 8 y 9, y n.o 123, pp. 41 a 44).

Miquel Vidal
Commisión Europea
miguel.vidal-millan@ec.europa.eu
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1

Aunque las constituciones de 1808 y 1812 ya citan «las Españas», traducción del término Hispaniarum Rex, que data de Felipe II de Castilla (y I de Aragón y Portugal).

2 Al final de este artículo figura una lista de códigos ISO.
3 La tercera columna indica el grupo lingüístico al que pertenece cada lengua (AA: afroasiático, AM: amerindio, AS: austroasiático, AU: austronesio, DA: daico, DC: dené-caucásico, DR: drávida, EA: esquimo-aleuta, IE: indoeuropeo, KT: kartúlico, NA: norasiático, NC: nígero-congoleño, NS: nilo-sahariano, UR: urálico). Para más información pueden consultarse los glosarios publicados en puntoycoma (n.o 121, pp. 8 y 9, y n.o 123, pp. 41 a 44).

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