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COLABORACIONES


Sobre «capital-riesgo» y otros aspectos de la jerga económica

El artículo «¿Ángeles o apalancadores? Algunos términos de capital-riesgo», de Joaquín Calvo Basarán, en PUNTOYCOMA n° 61, proporciona información de interés y propuestas de traducción de varios términos de la jerga financiera. Si entre las diversas jergas especializadas profesionales del mundo hispanohablante la jerga económica es una de las más contaminadas por los extranjerismos, dentro de ella la jerga financiera destaca por la profusión de términos y siglas incorporados del inglés, a menudo sin la más mínima atención a la fonética, la ortografía ni el «genio» del castellano. No hay que buscar mucho en el campo de la economía y las finanzas para encontrar anglicismos, que se hallan en los títulos mismos. Y esto no es un fenómeno demasiado reciente porque, por ejemplo, el Análisis económico input-output de Wassily Leontief fue publicado en 1973.1 Más recientes que el de Leontief son títulos como el de Swaps y otros derivados OTC en tipos de interés, de Lamothe Fernández y otros,2 o el de José Ramón Martínez Resano Instrumentos derivados de los tipos overnight: call money swaps y futuros sobre fondos federales, publicado nada menos que por el Banco de España.3 Si estos títulos de libros son elocuentes en cuanto a la penetración de los anglicismos en las publicaciones económicas y financieras en español, en un artículo periodístico reciente de Ramón Tamames4 encontramos ranking, ratio, blue chips, holdings y leasing, todos ellos términos perfectamente traducibles al castellano («clasificación» o «jerarquía», «razón», «acciones de primera clase», «sociedades de inversiones» y «alquiler-compra» o «arrendamiento» son posibles traducciones, respectivamente). Entre estos anglicismos, el de ratio me parece especialmente rechazable, porque además ya ha recibido carta de ciudadanía en algún diccionario de español.5 En castellano siempre dijimos «razón» para expresar el cociente de dos números (el coseno es la razón cateto adyacente a hipotenusa) y esto es ni más ni menos lo que quiere decir ratio en inglés. Si al hablar de la calidad de la enseñanza se menciona la «razón alumnos-profesor» (o «alumnos/profesor» o «alumnos:profesor» si queremos usar simbología más matemática) o al referirnos a la sanidad hablamos de la «razón habitantes-médico» o «habitantes-camas hospitalarias», no entiendo por qué algunos economistas españoles se empeñan en hablar de ratio Q de Tobin para referirse a la razón entre el valor de la cotización total en bolsa y el valor nominal de una empresa. Las únicas razones para explicar este uso tan frecuente de anglicismos son la dejadez, la desidia y quizá en alguna ocasión las ganas de «hacerse el interesante» de quienes a menudo han aprendido su disciplina en otro idioma y hacen poco o nada para explicar los conceptos correspondientes en el suyo. Por desgracia, cada vez es más frecuente -en la jerga técnica, en la publicidad, en las ciencias sociales, en la política- lo que denunciaba George Orwell hace medio siglo,6 una jerga cuyo valor comunicacional está seriamente reducido por el uso de términos y expresiones ambiguas o insignificantes, que a la vez realzan otras de sus funciones (como indicador de pertenencia a un grupo o jerarquía o signo de status, transmisor de emociones e ideas vagas, creador de imágenes y motivaciones, etc.). Probablemente las llamadas «ciencias económicas» constituyen el área de las ciencias sociales en la que más superespecialización se ha alcanzado y en la que más alejado está el lenguaje técnico del lenguaje culto común. La llamada «ciencia lúgubre» (the dismal science de los autores ingleses) no es solo lúgubre por enseñar que vivimos en el menos malo de los mundos posibles (lo cual obviamente es horriblemente malo para quienes están a todas luces necesitados de alguna mejora), sino también por expresarse en una jerga muy a menudo inaccesible para «la gente de a pie».

En mi opinión, en temas económicos y financieros los traductores deben estar especialmente precavidos contra el uso y las recomendaciones de los expertos, que pueden serlo y mucho en cuanto a los conceptos de su campo de especialización, pero que a menudo son muy poco de fiar en temas lingüísticos. La consecuencia de seguir el uso de los especialistas puede ser en este caso hacer aún más enrevesada y difícil de entender una jerga que ya de por sí se refiere a asuntos extremadamente complejos.

Por suerte ya existe en castellano cierto número de obras de consulta que ayudan a lidiar con la terminología económica y financiera. Al proponer términos para traducir expresiones financieras, la consulta con distintas fuentes al menos brinda la posibilidad de contrastar distintas soluciones de traducción.

Que contengan equivalencias inglés-español y que yo conozca existen dos glosarios del Banco Mundial,7 así como los diccionarios de Emilio Muñiz Castro8 y de Francisco Mochón Morcillo y Rafael Isidro Aparicio.9 Tengo buenas referencias del diccionario de José M. Lozano Irueste,10 pero no dispongo de él. En cuanto al Diccionario de teoría económica de Manuel Ahijado y otros,11 solo contiene definiciones, pero a menudo explica términos en inglés o da las equivalencias inglesas en el texto. A poco que se usen estos diccionarios se comprueba claramente que los del Banco Mundial -a cargo de la sección de terminología y el servicio de traducción al español de dicho banco- y el de Muñiz Castro -intérprete, traductor y terminólogo- son obras mucho más sólidas desde el punto de vista lexicográfico que las de Mochón y Ahijado, cuyos autores son economistas.

Pero vayamos al «capital-riesgo». Lo que en inglés se llama risk capital o venture capital, que Calvo Basarán propone traducir como «capital-riesgo», Mochón e Isidro también lo traducen así, pero lo escriben unas veces con y otras sin guión. Sin embargo para los glosarios del Banco Mundial y para Muñiz Castro es «capital de riesgo», aunque Muñiz Castro también propone «capital empresario», «capital en acciones ordinarias», «capital de especulación» y «capital con riesgo». La multitud de equivalencias y de grafías da buena idea de la fluidez del campo en que nos movemos.

El seed capital que Calvo Basarán propone traducir como «financiación de siembra» es para el Banco Mundial «capital generador» o «capital simiente», término este también recogido por Muñiz Castro.

El leveraged buy-out o LBO es la «compra con apalancamiento» o «adquisición financiada con endeudamiento» para Calvo Basarán, mientras que el Banco Mundial propone «compra de una empresa con fondos tomados en préstamos». Mochón e Isidro se andan con menos circunloquios y proponen «compra apalancada». Muñiz Castro dice «compra encadenada», lo que parece ser un error de traducción.

El bridge financing es «financiamiento transitorio» o «préstamo "puente"» para el Banco Mundial («financiación puente» dice Calvo Basarán»). Muñiz Castro no recoge bridge financing, pero sí bridge loan, para lo que propone «préstamo de empalme». Mochón e Isidro recogen bridging credit y bridging loan, expresiones que traducen como «crédito puente» y «préstamo puente», respectivamente.

Pero volvamos a «capital-riesgo» y al interesante asunto del uso del guión. A mi juicio «capital riesgo», «crédito puente», «financiación puente» y «capital simiente» son expresiones todas ellas similares desde el punto de vista gramatical. En todas ellas un sustantivo se pospone a otro sustantivo con funciones adjetivales. Son expresiones similares a «hombre rana» o a «elemento clave».

Distinta es la opinión de J. L. Martín Yuste, que en su artículo sobre «La disposición gráfica de los compuestos "vulgares" españoles: a propósito de capital-riesgo»,12 citado por Calvo Basarán, explica que esta expresión es resultado de la unión de un nombre determinado y un nombre determinante, «que mantienen una relación de subordinación diferente de la aposición sin que entre ellos medie una marca de subordinación». «Capital-riesgo» sería así un compuesto morfológico, categoría a la que según Martín Yuste también pertenecerían «ojinégro» (sic), «activista-empirista», «estructural-funcional» y «aguanieve».

En mi opinión, Martín Yuste se equivoca al adscribir a la relación entre capital y riesgo en lo que para él debe escribirse «capital-riesgo» una relación similar a la de agua y nieve en «aguanieve» o a la de activista y empirista en «activista-empirista». Aguanieve es una mezcla de agua y nieve y en el concepto correspondiente no predomina necesariamente ninguno de los dos elementos. Un activista-empirista sería alguien que tiene características de cada uno de los dos adjetivos enlazados por el guión, sin que por el calificativo podamos decir que predomina uno de los dos aspectos. Por el contrario, lo que en inglés se denomina risk capital y que algunos han dado en llamar «capital-riesgo» en castellano es definido por el Glosario de finanzas y de deuda del Banco Mundial como un capital invertido en títulos y empresas de alto riesgo o de riesgo relativamente elevado, aunque también se aplica a veces a acciones o valores ordinarios, cuyos dividendos varían según los beneficios obtenidos por la empresa (p. 89). Esta definición, que coincide en líneas generales con la que Mochón y Aparicio dan de «capital riesgo», muestra a mi parecer claramente que en risk capital el elemento básico es capital, al que risk se antepone como sustantivo adjetivado, en una construcción muy típica del inglés, similar a las de death rate (tasa de mortalidad), risk premium (prima de riesgo), labor theory of value (teoría del valor-trabajo o teoría laboral del valor) o type I error (error de tipo I). Así las propuestas de traducción de risk capital como «capital riesgo» (sin guión), «capital con riesgo», «capital en acciones ordinarias», «capital de especulación» y «capital empresario» hacen más justicia al concepto original inglés, que claramente se refiere a algún tipo de capital. En cambio el compuesto enlazado con guión que nos proponen Calvo Basarán y Martín Yuste parece referirse a algún híbrido metafísico de billetes verdes y boletos de lotería.

Por lo demás, la profusión de sinónimos tanto en inglés como en castellano hace ver que estamos ante un concepto ambiguo. A mi juicio, en casi todos los contextos risk capital se podría traducir como «capital expuesto». De hecho la economía neoclásica suele presentar la asunción de riesgos como parte integral del proceso de generación de bienes y servicios, de tal forma que los beneficios serían de alguna manera la recompensa del factor de producción llamado «capital» por la asunción exitosa de riesgos.13 Así, en el contexto de la teoría económica ortodoxa puede considerarse que en cierta forma cualquier capital es un risk capital, un capital expuesto (a ciertos riesgos).

José A. Tapia Granados
tapiaj01@newschool.edu

 

 

 

 

 

 

 

1. Traducción al castellano de Valentín Fábregas Forradellas. Barcelona, Ariel, 1975. La traducción de la expresión input-output como «insumo-producto» se ve a veces en las publicaciones económicas en español, pero yo diría que el input-output sigue siendo lo más frecuente.
2. Madrid, McGraw-Hill, 1996.
3. Madrid, 1999.
4. «Multinacionales españolas», El Mundo, 7.8.1998.
5. Diccionario «María Moliner» de uso del epañol, 2ª ed. Madrid, Gredos, 1999.
6. «Politics and the English language», artículo publicado en 1950 en Shooting an Elephant and Other Essays, reproducido en muchas antologías, por ejemplo la de W. C. Booth y M. W. Gregory, The Harper & Row Reader: Liberal Education Through Reading and Writing. Nueva York, Harper and Row, 1988, pp. 200-210.
7. El Glosario de finanzas y de deuda (Washington, DC, 1991) incluye definiciones además de correspondencias inglés-español y español-inglés. El Glosario del Banco Mundial (Washington, DC, 1986) tiene varios volúmenes, de los que el vol. II corresponde al glosario inglés-español, español-inglés.
8. Diccionario terminológico de economía, comercio y derecho inglés-español, español-inglés. Collado-Villalba (Madrid), Fontenebro, 1990.
9. Diccionario de términos financieros y de inversión. Madrid, McGraw-Hill, 1995.
10. Nuevo diccionario bilingüe de economía y empresa inglés-español, español-inglés. Madrid, Pirámide, 1993.
11. Madrid, Pirámide, 1985.
12. http://www.adesasoc.com/Revista/marzo2000/colaboraciones.htm y PUNTOYCOMA, nº 62, pp. 9-10.
13. «Risk and uncertainty», en: C. Pass y otros, The Harper-Collins Dictionary of Economics. Nueva York, Harper-Collins, 1991, p. 469.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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