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Correl

Al hilo de la propuesta de Miguel Candel de acuñar un término para denominar el correo electrónico de forma escueta, quisiera decir que el neologismo correl (en la simplificación que propone Luis González) me parece de lo más acertado. El neologismo correl evoca el corcel virtual que cabalga a la velocidad de la luz por las llanuras electrónicas llevando nuestros mensajes en alforjas protocolarias para depositarlos en nuestros hogares informáticos casi antes de que los hayamos enviado.

Lo que más me gusta del término correl es su versatilidad a la hora de inspirar variantes neológicas. Además, permite que nos aprovechemos de la inercia inherente a las palabras con solera para dotarlas de significados novedosos. Veamos algunos ejemplos de este ejercicio de simulación terminológica. Por cierto, al igual que una gran parte del contenido de intené, los derechos no están reservados; este es un soporte lógico compartido, versión castellana del server, que al igual que el sogüer, demuestra que cuando no hacemos un esfuerzo imaginativo suficiente para encontrar términos equivalentes y escuetos en castellano para sustituir a las voces en inglés, éstas acaban imponiéndose.

Del término correl se pueden derivar infinidad de variantes terminológicas dentro del mismo campo semántico. Por ejemplo, yo llamaría a los usuarios del correl o correo electrónicocorreligionarios. Los correligionarios nos correlearíamos, siendo el correleo el sustantivo derivado del verbo por afinidad sonora con el correteo de nuestros mensajes entre ordenadores. Si el correleo se caracteriza por su celeridad, creo que podríamos bautizar al correo tradicional como caracoleo, sobre todo en España, donde no sólo es lento como las tortugas sino que además, a diferencia de éstas que son seguras, no ofrece ninguna garantía, y algunas veces hasta acaba engullido por las fauces de la incompetencia.

Hay personas que han fraguado amistades por correl al descubrir similitudes y afinidades con sus correligionarios. Éstas serían, cómo no, correlaciones, amistosas o de cualquier otra índole... Dado que las cartas que enviamos por correl suelen estar escritas con el lenguaje de los rótulos publicitarios, propongo que las llamemos directamente carteles. Al buzón de correl deberíamos llamar buzón correlativo por aquello de que suelen sucederse los mensajes telegráficos a modo de conversación intermitente. Los mensajes de carácter chismoso recibirían el nombre de correosos, los de tono irónico corrosivos, los de naturaleza colérica corrélicos, y así sucesivamente.

¿Quién sabe? Quizá en el futuro se estudie en la universidad la literatura epistotélica, versión electrónica de la literatura epistolar. No me queda más que esperar que mis propuestas terminológicas gocen de la aprobación popular e invitar a todos los lectores, virtuales o no, a que se estrujen el cerebro para ampliar este modesto glosario correlativo.

Myriam Nahón
Myriam_Nahon@compuserve.com

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