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En la sección «Colaboraciones» se recogen opiniones y propuestas firmadas por lectores o por miembros de la Redacción cuando intervienen a título personal. La responsabilidad de los cabos sueltos firmados y de las colaboraciones incumbe a sus autores. PUNTOYCOMA

COLABORACIONES


Una lanza por la «e» colocada después de guión detrás de la palabra a la que se refiere, al modo de aquella propuesta de título de El País electrónico («El País e»)

El objetivo del presente artículo es demostrar que la utilización en español de un elemento afijal como la «e» del inglés en palabras como e-mail, e-commerce, e-learning o e-working no sólo es aceptable por su concisión, sino también porque la supuesta, por no decir clara, artificialidad de este nuevo modo de creación léxica con «e» en español no haría sino reflejar formalmente un nuevo modo de creación también artificial en inglés, estableciendo en las traducciones una relación entre forma y contenido que las haría más apropiadas para referirse a las nuevas realidades que designan las denominaciones inglesas.

Los recelos que nos llevan a traducir la «e» por «electrónica/o» podrían haberlos tenido también los hablantes de inglés porque esa e/«e» huérfana de las demás letras en las palabras en cuestión es solo el resto de una palabra con un mismo origen tanto en inglés como en español. Además, no debería olvidarse que el empleo del adjetivo completo no siempre es plenamente adecuado. Del correo puede decirse que es electrónico, así como del aprendizaje, etc., en el sentido de que se realiza por vía electrónica o en línea, pero lo de la Comisión y el trabajo electrónicos para designar el acceso en línea a aquella o la realización por los mismos medios de este parece ya más cogido por los pelos.

Salvados esos recelos, quedarían otros que están justificados por la propia naturaleza constructiva de nuestra lengua, pero que no son difíciles de esquivar si utilizamos los recursos constructivos del español en lugar de copiar los ingleses, por una parte, y si, por otra, colocamos un elemento no habitual, pero no desconocido, en la creación léxica española, como es el guión, en un lugar aceptable por las personas que insisten en el respeto de la peculiaridad de nuestra lengua frente a las imposiciones extranjeras.

En las creaciones que nos ocupan, el inglés trunca una palabra o, más bien, la reduce a su mínima expresión, pero lo que no hace, por supuesto, es colocarla en un lugar distinto de aquel en el que aparece normalmente en el discurso, es decir, delante del sustantivo. El español, puestos a crear artificialmente, puede utilizar el mismo truncamiento. Los casos de abreviación son más que normales, por ejemplo en el lenguaje publicitario. Pero lo que parecería a muchos hablantes una transgresión inaceptable sería aceptar el orden de palabras inglés y colocar un adjetivo español que normalmente está emplazado detrás del sustantivo, delante de él, a la inglesa.

El inglés, para vincular dos elementos que, por figurar en una creación extraña, podrían no relacionarse inmediatamente, los une con un guión (al menos hasta el momento en que la construcción se lexicaliza, como vemos que ha sucedido en ocurrencias cohesionadas gráficamente como email). Ese trazo de unión es utilizado con el mismo fin en español en formaciones léxicas que «contravienen», desde un determinado punto de vista que no vamos a entrar a explicar, el modo de enlace de las palabras españolas en formaciones compuestas como, por ejemplo, «capital-riesgo». Por la misma razón, es decir, para relacionar dos elementos, podría introducirse un guión en nuevas creaciones españolas con abreviación de «electrónica/o» respetuosas del orden descendente normal en sintagmas con este adjetivo, como: «correo-e, aprendizaje-e, trabajo-e».

Es preciso añadir que no hay necesidad de escribir esta «e» en cursiva porque se trata de una abreviación de una palabra propia del español y no de una palabra inglesa. Lo único que copiamos son dos elementos que no pueden calificarse de extranjerismos, en el sentido de subordinación a las peculiaridades léxicas o formales de otra lengua, a saber, el truncamiento de una palabra y la utilización del guión como vínculo. Ambos elementos son utilizados en otras formaciones léxicas de nuestra lengua, que son tan artificiales como lo son las formaciones inglesas y españolas de las que estamos hablando, pero que son españolas.

De seguir nuestra propuesta, lo único que podría clasificarse de extranjerismo es la voluntad de buscar un nuevo modo de formación para designar nuevas realidades inspirándose en creaciones inglesas. Pero «inspirarse en» no es copiar, sino un modo legítimo de evolución de lenguas que cada día están en mayor contacto, con el riesgo de influencia que, claro está, siempre aprovecha la lengua (desgraciadamente) «predominante». Ante eso, qué más noble que coger lo aceptable defendiendo lo irrenunciable, como son, por principio, las características constructivas de la propia lengua.

Antes de finalizar señalaré que la pronunciación de las formaciones que propongo no debería plantear problema alguno, y ello gracias a la presencia del guión, que hace que la «-e» deba ser tónica («comércio-é») y evita la formación de grupos vocálicos impronunciables: «el comercioe». La desventaja sería en todo caso que no podría haber en español construcciones lexicalizadas del tipo «email» con unidad acentual.

José Luis Martín Yuste
Comisión Europea
jose.martin@ec.europa.eu

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