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Revisar o no revisar (contrarréplica a Jesús M. Martínez)

No me cabe duda de que este debate tiene importancia, pero no creo que pueda añadir mucho más, aunque sí me gustaría matizar un par de cosas. Y, sobre todo, oír otras opiniones que nos enriquecieran a todos.

En primer lugar, quiero agradecer los comentarios que Jesús M. Martínez hace sobre mi persona. Sin embargo, es evidente que un debate sobre la revisión no puede basarse en argumentos ad hominem, ni positivos ni negativos. Si nos olvidamos de los nombres propios, ¿hay que pensar que sólo se aceptaría la revisión, en caso de aceptarla, cuando proviene de personas de altísima competencia? ¿Quién decide quién lo es?

Y es que, en realidad, hay un factor que yo no quise mencionar en mi nota inicial por miedo a ser malinterpretado y que es, precisamente, en el que el autor de la réplica hace más hincapié (paradojas de la vida). La labor de revisión lleva consigo una enorme carga de formación. Naturalmente, me muevo en el campo del deber ser más que en una realidad que es inmensa como la mar océana. Una buena revisión no sólo mejora la traducción (en este punto es en el que yo me detenía más), sino que también permite al traductor aprender. ¿Que no toda revisión enseña? Es muy posible, pero al menos en potencia podría hacerlo. ¿Y qué decir de lo que aprende el revisor del traductor? A mí más de una vez me ha tocado admirarme de las soluciones halladas por un traductor y de las que me he apresurado a tomar nota, mental o no. Seamos todos humildes, que a veces cuesta mucho.

No es necesario que estemos todos «unánimes», como decía Guillermo Brown. Estoy de acuerdo en que la afirmación de partida que Jesús M. Martínez considera incorrecta en términos absolutos lo es. Claro que circulan traducciones sin revisar. Claro que muchos traductores, más o menos profesionales, entregan sus trabajos sin revisar. Pero, y esto no creo que pueda refutárseme, que no se haga algo no significa que no deba hacerse. Y creo que, en esencia, en la réplica a mi artículo no se ha rebatido mi hipótesis inicial: que todos somos falibles, por mucho que seamos, y lo somos, traductores profesionales; por otra parte, se ha añadido un argumento ulterior (el formativo) a la necesidad de revisar.

Por último, no sé si Fray Luis dio a releer el Cantar de los Cantares, pero si una de nuestras plumas más prestigiosas en la literatura actual hubiera dado a revisar su traducción de A grief observed (Una pena en observación) de C. S. Lewis, otro gallo nos habría cantado a todos.

Ramón Garrido Nombela

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