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Saquemos al elefante de la cacharrería

Creo que el tema de la traducción automática (TA) merece un tratamiento más serio que el que le da Carlos Paz en su artículo publicado en el nº 52 de PUNTOYCOMA: decir que la oposición a SYSTRAN se basa más en razones psiquiátricas y antropológicas que en otra cosa me parece partir de una premisa burdamente demagógica.

Se plantea así un falso debate: por una parte, estarían los burócratas impermeables a las nuevas tecnologías, y encima viejos (grave delito, sin duda), y, por otro, los jóvenes dinámicos y agresivos que, a lomos del elefante de la TA, entrarían en la cacharrería de los escribanos de pluma de ganso y manguitos, poniéndolo todo patas arriba.

Dentro del segundo grupo estarían los traductores españoles, por razones demográficas (media de edad inferior) y culturales (se ve que entre nosotros predomina la idea de que «el idioma es para comunicar y no para lucimiento de saltimbanquis de la sintaxis»), mientras que dentro del primero estarían los franceses e ingleses (al parecer, son más dados a «ejercicios circenses, como los campeonatos televisados de dictée, y menos inclinados a un uso comunicativo del idioma). Esta última afirmación puede resultar de lo más novedoso para quien esté acostumbrado a ver debates en la BBC, las cadenas francesas y la televisión española. A mí siempre me había parecido bastante penoso el uso del lenguaje en la televisión española, desde los debates parlamentarios a los de cualquier tema de la vida cotidiana; en este sentido, un poco más de «lucimiento en la sintaxis» (y en el léxico) podría irnos muy bien, pero debo de estar equivocado, o tal vez esta cultura que, sobre todo, «usa el idioma para comunicar» se expresa a través de algún canal al que no estoy abonado.

Quizás no haga falta recurrir a explicaciones psiquiátrico-antropológicas. En definitiva, si los españoles usan más SYSTRAN debe de ser porque el par FR-ES es el que mejor funciona. También debe de pesar lo suyo el que entre los españoles haya habido una política de promoción de la TA, especialmente intensa en algunas unidades.

En cualquier caso, SYSTRAN es una herramienta más de traducción que tenemos a nuestra disposición y que puede resultar adecuada en determinados tipos de documentos y en determinadas combinaciones de lenguas. A mí me ha sido útil en textos franceses con un lenguaje estereotipado o con muchas listas de términos, en cambio en textos un poco más retóricos me obliga a hacer demasiados retoques, perdiendo por un lado el tiempo que gano por otro.

No me opongo a la TA por principio. Al contrario, como traductor me interesa tener herramientas eficaces: SYSTRAN, Translator's Workbench o las que vengan. Por eso, siempre que he usado SYSTRAN y he detectado errores los he señalado a los corresponsales de TA, contribuyendo, en la medida de mis posibilidades, a mejorarlo, como han hecho muchos otros compañeros. Lo que sí me molesta, y lo que me ha movido a publicar este artículo, es que se pretenda imponer un método de trabajo único. Sobre todo, si se descalifica por razones ideológicas más que dudosas a los que no estén de acuerdo con él. En nuestro servicio, somos todos ya traductores con bastantes años de experiencia, no me cabe duda de que estamos en condiciones de poder juzgar por nosotros mismos qué herramienta nos conviene más en cada momento.

Como instrumento de trabajo, SYSTRAN tiene sus ventajas y sus inconvenientes. La ventaja más evidente parece ser la velocidad. Vendría así a solucionar el problema de los plazos, que es un problema real y, como señala Carlos Paz en su artículo, ha dado lugar a las traducciones «grises» y la postedición rápida (PER)1 Sin embargo, si examinamos la cuestión más a fondo esta ventaja no resulta tan evidente. Como también dice Carlos Paz, se requiere un retoque mayor o menor para hacer la traducción inteligible, entonces la ganancia o pérdida de tiempo dependerá del grado de revisión necesario. Eso, precisamente, es lo que cada traductor tiene que valorar.

Es posible que, además del problema de la velocidad, exista un problema de calidad en nuestro servicio, como se afirma en el artículo. Si es así, no veo de qué manera SYSTRAN puede contribuir a resolverlo. Según mi experiencia, SYSTRAN es muy eficaz a la hora de dar cifras, cosa que no ocurre con la traducción humana, donde este tipo de lapsus es muy frecuente; tampoco se salta frases o párrafos, lo que nos ocurre a veces cuando vamos con prisas. Todo eso es de agradecer. Sin embargo, tiene tendencia a colar una serie de errores a los que hay que estar muy atento a la hora de revisar: repeticiones, orden de la frase incorrecto, ruptura de la cohesión del texto al cortar enlaces entre frases, traducciones de nombres propios (Mr. Taylor = Sr. Sastre), etc. Seguramente el tema de los errores inducidos por la TA está ya estudiado por algún experto en este campo; yo me limito aquí a apuntar problemas que he detectado y que, sin duda, merecerían un tratamiento más a fondo. Es cierto que hay una serie de textos de uso exclusivamente interno con los que podría hacerse una TA ligeramente revisada (tipo PER), pero éste es un caso particular que no debería generalizarse. En mi opinión, utilizar SYSTRAN de manera casi exclusiva y sin revisión posterior puede producir estragos.

Dentro de las nuevas tecnologías no creo que sea la TA la herramienta que mejor puede contribuir a resolver el problema de la velocidad. En este sentido me parecen de una eficacia impresionante los programas de reconocimiento de voz. En efecto, están ya en el mercado los programas de dictado de segunda generación que, superados los problemas iniciales, permiten dictar a una velocidad normal. La ganancia es sustancial, sobre todo para los que somos malos mecanógrafos, que me temo que seamos la mayoría. Por otra parte, la calidad del texto dictado por un traductor experimentado puede ser bastante superior a la de la TA, aunque, evidentemente, también con este sistema se requiere revisión.

Como conclusión, quisiera dejar sentados dos principios que propongo como guía para este debate: el primero es que no se trata de imponer un método de trabajo único, lo que sí hay que asegurar es eficacia y calidad del producto, que es lo que justifica nuestra situación profesional; y el segundo que hay que sacar el debate de la cacharrería y, sin más estropicio, trasladarlo a un terreno donde puedan abordarse los problemas en un clima de mayor serenidad y respeto mutuo.

José Bouzas
jose.bouzas@ec.europa.eu







1. El servicio de postedición rápida (PER) depende de la Unidad de traducción externa del Servicio de Traducción de la Comisión Europea y ofrece una traducción SYSTRAN retocada someramente. (N. de la R.)






















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