En octubre de 1992, Ian Pigott terminaba con estas palabras su descripción de la utilización de SYSTRAN (el sistema de traducción automática de la Comisión Europea) por los traductores de la Institución: «One or two isolated enthusiasts are beginning to appear for Portuguese while, finally, some interest in Spanish is now emerging»2. Cinco años más tarde, los traductores españoles son los que más utilizan SYSTRAN. Este artículo trata de explicar brevemente las razones de un cambio tan radical.
Una de ellas figura, unas líneas más abajo, en el propio texto de Pigott: «I do not think it would be an exaggeration to say that for translators SYSTRAN has probably arrived before its time». SYSTRAN, en efecto, se adelantó tanto a la tecnología que es incluso anterior al tratamiento de textos. Su adquisición por la Comisión Europea data de 1976, pero los traductores sólo empiezan a disponer de terminales o de ordenadores personales entre 1993 y 1995.
Es tan evidente que conviene recalcarlo: para servirse de la traducción automática (TA) en condiciones algo más que experimentales es preciso disponer de un PC, de un tratamiento de textos, de correo electrónico y de originales electrónicos. Es preciso, además, ser capaz de utilizar estas tecnologías con un mínimo de soltura. Si hasta 1992 la demanda de TA en la Comisión se cifraba en miles de páginas, y a partir de 1993 se cifra en cientos de miles, no es porque SYSTRAN haya mejorado repentinamente de un año a otro: la explosión de la demanda se debe exclusivamente al PC y al correo electrónico.
Los traductores españoles empiezan a servirse de la TA desde el momento mismo en que disponen de los medios técnicos de acceso, en 1993. Lo hacen movidos por la curiosidad, pero comprueban muy pronto sus ventajas y las aprovechan. Al poco tiempo descubren que el sistema es mejorable, fácilmente mejorable, y se organizan para mejorarlo. Empieza a girar así un círculo virtuoso que en poco tiempo lleva a la mayoría de estos traductores a servirse de SYSTRAN como un auxiliar indispensable.
Una de las unidades españolas reorganizó sus métodos de trabajo en función de la TA y dispone de datos precisos sobre la progresión anual de su utilización:
1994 | 1995 | 1996 | 1997 | |
Total páginas traducidas | 16.000 | 16.000 | 15.000 | 16.000 |
Total páginas traducidas con ayuda de SYSTRAN | 900 | 2.700 | 7.000 | 8.500 |
Estos resultados han sido posibles gracias a la mejora constante del sistema, mejora basada no en trabajos de investigación sino en la alimentación de los diccionarios SYSTRAN FR-ES y EN-ES a partir de las necesidades reales y diarias de los traductores. De este modo, y en respuesta a observaciones y sugerencias de traductores de todas las unidades, en tres años se han añadido a los diccionarios alrededor de 65.500 términos y expresiones, la mayoría de ellos en directa relación con los temas y el vocabulario de los documentos de la Unión:
1995 | 1996 | 1997 | |
FR-ES - términos | 17.000 | 4.600 | 1.500 |
FR-ES - expresiones | 900 | 1.000 | 1.000 |
EN-ES - términos | 4.000 | 8.000 | 12.000 |
EN-ES - expresiones | 2.000 | 5.500 | 8.000 |
La evolución comparativa de los diccionarios SYSTRAN en los últimos cuatro años se refleja en el siguiente gráfico:
Existe, por tanto, una correlación evidente entre el aumento de la utilización de SYSTRAN en español y el perfeccionamiento del sistema. Otros diccionarios SYSTRAN (por ejemplo EN-FR, FR-EN, DE-FR) son más ricos, pero quizás menos pertinentes, menos ajustados al trabajo cotidiano de un traductor de la Comisión.
Una explicación adicional de la buena acogida de la TA por parte de los traductores españoles ha sido su aparición natural, no forzada, nada burocrática. Los traductores españoles se apropiaron de SYSTRAN sin doctrina (y, por suerte, sin consignas, sin comités y sin seminarios de formación)3. No ha habido debate sobre la posibilidad teórica de la TA, sino un acercamiento más modesto, pragmático. Los traductores españoles no consideraron inconcebible que una máquina pudiera sustituir a velocidades inimaginables las palabras, las expresiones, las frases de un texto por otras palabras, otras expresiones, otras frases en una lengua distinta. Sabían demasiado bien que en el tipo de textos que se les pide traducir, casi todo ha sido traducido ya mil veces, y que la máquina está inventada para automatizar gestos penosos y repetitivos. Y además, Borges nos había advertido que lo que llaman «originales» no son, en la mayoría de los casos, sino repeticiones.
La utilización de traducciones brutas SYSTRAN por traductores profesionales constituye probablemente un caso no previsto en el desarrollo de esta tecnología, concebida más bien para eludir los costes y demoras de la traducción humana. Plantea problemas inéditos desde el punto de vista de la calidad, tanto en positivo como en negativo. Obliga a imaginar otras formas de organización del trabajo personal y colectivo, y en este sentido modifica profundamente el ejercicio de la profesión.
Y aumenta, es indudable, la productividad del traductor, y de ahí algunas reticencias, incluso cierta hostilidad (la TA como amenaza para la profesión). Pero hay otras formas de ver las cosas. Cuando sumamos a la instantaneidad de la máquina la calidad que aporta el traductor profesional, estamos creando una combinación tan potente que no puede dejar de abrir otros horizontes al mundo de la traducción. Y, en cualquier caso, a la velocidad que está adquiriendo el desarrollo de esta tecnología, para un profesional es mucho más seguro viajar en cabeza de carrera que arrastrarse a la cola del pelotón.
Jesús M. Martínez
Presidente del Grupo
de Trabajo
«Traducción Automática» de la Comisión
Europea
jesus-manuel.martinez-garcia@ec.europa.eu