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De las minas al parque minero

  • 23 July 2010

El parque minero de Almadén es un espacio educativo, cultural y turístico construido para preservar el enorme patrimonio minero e industrial de las minas de mercurio más grandes del mundo, que se vieron obligadas a cerrar en 2003. El parque se creó con el fin de revertir el daño medioambiental causado por 2 000 años de actividades extractivas, y fomentar el conocimiento histórico y científico de la industria minera local entre el público en general. El parque minero se ha convertido ya en una importante atracción turística de la zona.

El parque ha atraído ya a más de 52 000 visitantes, que han aprendido a valorar la riqueza de este importante patrimonio minero.

Eduardo Martínez López, director del proyecto

Durante unos 2 000 años, las minas de Almadén fueron el principal proveedor de mercurio del mundo, suministrando alrededor de un tercio de todo el mercurio utilizado por la humanidad. En lugar de dejar vacío el sitio y permitir que continuara dañando el medio ambiente, se decidió llevar a cabo una importante restauración y crear un parque que preservara el patrimonio y rindiera homenaje, así, a la importancia que tuvieron las minas en el pasado. En su momento de mayor esplendor, la población minera de Almadén llegó a contar con 13 000 habitantes, y en sus minas trabajaron 2 000 empleados.

Una ambiciosa empresa

El proyecto incluía una profunda limpieza del entorno medioambiental de las antiguas minas, donde durante los dos últimos siglos se habían ido acumulando escombros hasta alcanzar un volumen de 3,5 millones de toneladas y cubrir una superficie de 10 hectáreas. El parque ha preservado y restaurado muchos de sus edificios históricos, como el Hospital de Mineros de San Rafael, construido en 1755-73; la puerta de Carlos IV, por donde salían las carretas de bueyes y las recuas de mulas cargadas de mercurio con dirección a Sevilla, desde donde a su vez se transportaba a México para la fabricación de la plata; y el almacén de mercurio, reconvertido hoy día en Museo del Mercurio.

Preservación y restauración

En el año 2003 las minas de Almadén se vieron obligadas a cerrar como consecuencia de las nuevas restricciones impuestas por la UE al uso del mercurio.

Ante este nuevo escenario, Minas de Almadén y Arrayanes, S.A., (Mayasa) –una sociedad anónima de titularidad estatal con sede en Madrid y Almadén– decidió poner en práctica dos medidas complementarias: realizar una restauración ambiental de la zona (sin duda la más importante emprendida nunca por la empresa) por un lado, y preservar el patrimonio industrial y cultural de las minas por otro.

Mayasa contó con la participación de numerosos socios en todas las fases por las que atravesó el proyecto: conservación y rehabilitación de edificios históricos; preservación de mapas y documentos históricos –que se remontan a los siglos XVIII y XIX, respectivamente–; y garantizar la salud y la seguridad de los trabajadores y visitantes. A tal fin se ha elaborado un manual de salud y seguridad para el parque, y se ha habilitado un sistema de ventilación de emergencia a través del pozo de San Miguel; también se han dispuesto seis salidas de emergencia conectadas a sistemas de alarma. Los niveles de mercurio se controlan con regularidad en diferentes ubicaciones en el interior del parque minero, y los trabajadores expuestos son objeto de controles médicos preventivos, que incluyen análisis específicos para detectar los niveles de mercurio.

El acuerdo firmado entre Mayasa y la ciudad de Almadén en octubre de 2005 tiene por objeto promover proyectos sociales, industriales y turísticos en el parque minero. Otro acuerdo de similares características firmado en enero de 2008 entre el gobierno regional de Castilla-La Mancha y la ciudad de Almadén persigue la creación de nuevos proyectos empresariales en la zona, con el fin de compensar los efectos del declive laboral e industrial causado por el cese de las actividades mineras.