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De "-bilidades"

En un cabo suelto y una colaboración de este mismo número (sobre capturabilidad y empleabilidad respectivamente) se alude a los excesivos escrúpulos que a menudo tenemos los traductores a la hora de recurrir en español a formas largas, aunque de etimología reconocible, traducciones neológicas de palabras que a veces son también neologismos en otras lenguas (sobre todo en inglés). Si, con intención de aclarar su significado, traducimos capturabilité por "posibilidades de captura" o employability por tal o cual perífrasis, podemos involuntariamente confundir al lector.

La reacción contra los denostados archisílabos en el lenguaje corriente es comprensible y hasta saludable, pero "le style est l'homme même", como decía Buffon, y nadie puede impedir a los políticos, por ejemplo, la preferencia de "clarificar", "colisionar", "complementar", "concretizar", "explicitar" a sus equivalentes en lenguaje llano. Otra cosa es que los traductores, por sospechar de la inteligibilidad de tal o cual forma polisilábica, nos dediquemos a combatir el exceso silábico en nuestros textos técnicos o pseudotécnicos. Es la mejor manera de quedarnos sin respuesta ante palabras nuevas, pero en absoluto "extrañas" (formadas sobre modelos fácilmente reconocibles y productivos desde el punto de vista léxico como, por ejemplo, la matriz: adjetivo en -ble > sustantivo abstracto en -bilidad). Al tratarse, en general, de neologismos (totales o de acepción), no puede el traductor escudarse en la ausencia de estas palabras del diccionario para no utilizarlas. Debería bastarle con comprobar si ya circulan entre los especialistas o si, aunque produzcan cierta extrañeza por su novedad, puede el lector descifrar estas formas hasta donde lo permita su ambigüedad semántica, a menudo intencionada. El significado de flexibilidad (flexibility), palabra fetiche muy usada últimamente en la política comunitaria, es flexible hasta extremos insospechados, por lo que parece arriesgado atrevernos a desentrañar, con las correspondientes explicaciones en nuestras traducciones al español, el (o los) verdadero(s) significado(s) de flexibility o flexibilité, cuyo uso, además, no es exclusivamente comunitario. Aquí tenemos un ejemplo digno de Lewis Carroll(*):

El vicepresidente de EE UU, Al Gore, sólo prometió "flexibilidad". Los asistentes a la cumbre de Kioto le escucharon ayer decepcionados porque no anunció dato alguno sobre la reducción que su país asumirá en las emisiones de gases de efecto invernadero."¿Y qué significa flexibilidad?", preguntaron los periodistas. Él respondió: "Ya verán qué significa exactamente". (El País, 9.12.97).

Otro tanto ocurre con visibility (¿visibilidad?), neologismo que en su "acepción política" no se refiere a la ausencia de niebla en las carreteras, sino al interés de los gobiernos en que se difundan (se vean) suficientemente sus actividades más filantrópicas (ayuda humanitaria, fondos para combatir la pobreza, etc.). Los diccionarios recogen: desapacibilidad, horribilidad, inconmensurabilidad, inderogabilidad, imprescriptibilidad, irreprochabilidad, vegetabilidad y tantas otras. Y recogerán, si el uso así lo confirma, "empleabilidad", ya que el Mercado parece empeñado en definir al hombre como "ser empleable". Políticos, empresarios y sindicalistas utilizan ya esta palabra, a veces con una apostilla, como si reconocieran que no tienen más remedio que recurrir a ella:

Los jóvenes en paro [...] tendrán una oferta de trabajo o seguirán un curso de formación que favorecerá su empleabilidad (permítaseme este barbarismo anglicista). Diego López Garrido, "Luxemburgo o el despertar de la Europa política" (El País, 26.11.97, p. 14).

Parece que el léxico pudiera cargar con las culpas de lo que puede ser más bien un "barbarismo" (¿anglicista?) político. El futuro es una mina para sustantivos en -bilidad. Estemos pues preparados.

Se ha combatido el uso en nuestros textos de "elegibilidad" y de su raíz adjetiva "elegible" en su acepción comunitaria (la del inglés eligible): "que reúne los requisitos necesarios", aduciendo que sería ridículo hablar, por ejemplo, de "ovejas elegibles" (traducción del neologismo comunitario francés brebis éligibles). Pues bien, ahora nos llegan originales españoles en los que, para pasmo de puristas, aparecen "becerros candidatos" (Doc. VI/1572/97).

Con recursos como la sufijación o la derivación el español puede hacer frente con economía y transparencia a las necesidades de creación de nuevas palabras. En el lenguaje de la ciencia y la técnica se crean y usan sin mayores problemas: "apantallamiento", que a muchos puede parecer un palabro, es un término muy común en ingeniería y, aunque no venga en los diccionarios generales ("apantallar" sí que viene), se entiende tan fácilmente como "acristalamiento". La terminología científica (por ejemplo, capturabilidad en el cabo suelto citado) es más estable que la jerga de la administración, la economía o la sociología (empleabilidad, adaptabilidad, flexibilidad, por sólo citar la trilogía de moda) que "terminologizan" sus conceptos difusos para adquirir una apariencia científica. Por esta misma razón usan los políticos, sobre todos los "elegibles", palabras archisilábicas. La diferencia es que en el discurso científico y tecnológico estos términos condensados se pueden descomponer en elementos de valor semántico propio, lo que no siempre ocurre con la preferencia estilístico-retórica de formas rebuscadas en el discurso político o tecnocrático.

Creo que este tema, que ya ha sido abordado en dos ocasiones en puntoycoma(**) merece un amplio debate en nuestro servicio de traducción. Los traductores podemos ser responsables, por acción u omisión, de la falta de respuesta y flexibilidad que se achaca al español, lengua traducida en las instituciones europeas y en casi todos los organismos internacionales, ante la avalancha de neologismos procedentes del inglés. Quienes creen que en español debemos limitarnos a decir "hacer clic" o "enviar un fax", deberían explicar qué nos impide traducir to click por "cliquear" (o "clicar": decimos "tocar", no "hacer toc") y to fax por"faxear" (que ya está en el Diccionario general de la lengua española de VOX). A los que insisten en que "faxear" suena mal, les recuerdo la existencia de "boxear" (to box) y del onomatopéyico "oxear". La parálisis léxica unida a lo que Calvino llamó el "terror semántico" ("la huida de todo vocablo que tenga un significado en sí mismo") de la antilengua burocrática pueden acabar con los últimos restos de inteligibilidad de la prosa administrativa.

Luis González
Comisión Europea
luis.gonzalez@ec.europa.eu



(*) Diálogo entre Alicia y Humpty Dumpty en Through the Looking-Glass (no tengo a mano la traducción española):

'When I use a word' Humpty Dumpty said, in rather a scornful tone, 'it means just what I choose to mean -neither more nor less'
'The question is', said Alice, 'whether you can make words mean so many different things'
'The question is,' said Humpty Dumpty, 'which is to be master – that's all.'

(**) Véase la nota de Marisa Delgado en el número 9 y los artículos de José Luis Martín Yuste en los números 15 y 24 (el segundo es un comentario a un artículo de Justo Fernández, publicado en la Revista Española de Documentación Científica).














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