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En la sección «Colaboraciones» se recogen opiniones y propuestas firmadas por lectores o por miembros de la Redacción cuando intervienen a título personal. La responsabilidad de los cabos sueltos firmados y de las colaboraciones incumbe a sus autores. PUNTOYCOMA

COLABORACIONES


Pro-poor tourism: en busca de una traducción con futuro

En el informe de 1987 de la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de las Naciones Unidas, «Nuestro futuro común», se definía el desarrollo sostenible como el que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer las suyas.

En la Cumbre de la Tierra de 1992, los países de todo el mundo se mostraron de acuerdo en su preocupación por la sostenibilidad del desarrollo humano. Cualquier actividad llevada a cabo por el hombre debía evitar el deterioro del entorno y el agotamiento de los recursos. La Organización Mundial del Turismo se sumó a esos principios y definió el desarrollo sostenible en el campo del turismo del siguiente modo:

«El desarrollo sostenible atiende a las necesidades de los turistas actuales y de las regiones receptoras y al mismo tiempo protege y fomenta las oportunidades para el futuro. Se concibe como una vía hacia la gestión de todos los recursos de forma que puedan satisfacerse las necesidades económicas, sociales y estéticas, respetando al mismo tiempo la integridad cultural, los procesos ecológicos esenciales, la diversidad biológica y los sistemas que sostienen la vida1».

El concepto del «turismo sostenible» ha tenido un gran éxito desde entonces y tiene hoy plena vigencia.

Sin embargo, en la reciente Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible, celebrada en Johannesburgo en 2002, esa preocupación por el medio ambiente, sin dejar de estar presente en todos los debates, se desplazó hacia el interés por reducir las disparidades económicas y sociales y combatir la pobreza.

El nuevo sesgo de los Objetivos de Desarrollo del Milenio adoptados por las Naciones Unidas se ha traducido también en el impulso de un nuevo concepto: el de pro-poor tourism. El turismo no solo debe mostrarse respetuoso con el medio ambiente, sino también adoptar medidas concretas para que la riqueza generada por el sector revierta en beneficio de la población local y especialmente de los pobres, de las mujeres, de los jóvenes y, en general, de todos los grupos a quienes el progreso ha dejado de lado.

El pro-poor tourism se define como sigue:

«Pro-Poor Tourism (PPT) is tourism that results in increased net benefits for poor people. PPT is not a specific product or niche sector but an approach to tourism development and management. It enhances the linkages between tourism businesses and poor people, so that tourism's contribution to poverty reduction is increased and poor people are able to participate more effectively in product development».

El concepto parece difundido en el mundo anglófono, pero no en el mundo hispano. En campos cercanos, nos encontramos con el «turismo justo» (fair tourism), que vela por evitar una explotación injusta de la población local, el «turismo equitativo» (equitable tourism), prácticamente idéntico al primero, el «turismo comunitario» (community-based tourism), centrado en las comunidades autóctonas e interesado en promover que se las respete y en contribuir a mejorar su bienestar, y el «turismo responsable» (responsible tourism), que tiene en cuenta el respeto tanto por el medio ambiente como por la dignidad de las comunidades a las que se visita. Aunque cercanos, ninguno de esos conceptos corresponde exactamente al de pro-poor tourism.

Era preciso, por lo tanto, acuñar una expresión con el mismo contenido. La traducción literal por «turismo pro-pobres» resultaba bastante tosca. Las posibilidades son muchas: «turismo en pro de los pobres», «turismo a favor de los pobres», «turismo en favor de los pobres», «turismo favorable a los pobres», «turismo por los pobres», «turismo en provecho de los pobres», «turismo en beneficio de los pobres». Si sustituimos a los destinatarios por el objetivo general podemos llegar a: «turismo contra la pobreza», «turismo de lucha contra la pobreza», «turismo para luchar contra la pobreza» o «turismo antipobreza». Todas estas expresiones, sin embargo, son demasiado largas o consisten en paráfrasis que carecen de la contundencia de la expresión inglesa. Tan solo el último, «turismo antipobreza» utiliza un adjetivo, pero se trata de una expresión tan tosca como la de «turismo pro-pobres».

En busca de ese adjetivo que produjera una expresión elegante y perdurable, surgieron numerosas propuestas: «turismo benefactor», «turismo incentivador», «turismo enriquecedor», «turismo compasivo», «turismo humanitario», «turismo bondadoso», «turismo fraternal» o «turismo colaborador». Ninguna, por desgracia, parece adecuada.

Alejándonos en la búsqueda de la fórmula mágica llegamos a «turismo simpatizante de los pobres», «turismo amigo de los pobres», «turismo con trato preferencial para los pobres», «turismo de apoyo a los pobres», «turismo integrador de los pobres» y, quizás algo más cerca del objetivo, en mi opinión, «turismo aliado de los pobres».

Otra posibilidad que parecía tener fuerza y contundencia era la de «turismo solidario», que perfectamente podría referirse a ese turismo que se solidariza con los pobres y demás grupos marginados (solidario, según el DRAE, significa «adherido o asociado a la causa, empresa u opinión de alguien»).

Sin embargo, la expresión «turismo solidario» ya la habían hecho suya las ONG con implicaciones diferentes. La Coordinadora de ONG para el Desarrollo – España explica en su página web:

«¿Qué es el turismo solidario?

Es una actividad que permite sensibilizar mediante la aproximación y permite palpar la realidad de la vida de los habitantes de los países menos favorecidos.»

Y María José Tabar, de la Coordinadora de ONGD de Navarra, escribe en «Turismo y desarrollo»:

«El turismo solidario no es una forma de viajar alternativa. No pretende ayudar a los pobres ni viajar por un módico precio hasta las antípodas. Este tipo de viajes no son para ayudar a la gente, sino para aprender de ella. [...] El turismo solidario es, sobre todo, un enriquecedor intercambio de experiencias entre un viajero permeable y un lugareño feliz de hablar de su pueblo y de sus costumbres. Al contrario que en los viajes organizados, el turismo solidario se gestiona a través de cooperativas locales, respetando la dignidad de sus habitantes.»

Hubo de descartarse, por tanto, esa expresión.

Consultado un experto en la materia y responsable de un proyecto afín, se eligió turismo en favor de los pobres, una fórmula neutra, que dice lo que tiene que decir pero que, aun manteniendo el fondo, pierde la fuerza expresiva del original.

Para compensar esa pérdida, decidimos utilizar recursos tipográficos y, escribiendo la expresión en cursiva, tratamos de evitar que pasara desapercibida e intentamos que el turismo en favor de los pobres apareciera como un todo, como una noción en sí misma. No es la solución ideal, pero no hemos hallado otra mejor. Queda por ver si cuajará la idea y si la expresión permanecerá. Si no ocurre así, siempre nos quedará la duda de si la causa fue el no haber encontrado una fórmula suficientemente sugerente y atractiva.

Maite Fernández
Traductora
Organización Mundial del Turismo
mfernandez@world-tourism.org

 

 

 

 

 

 

 

 

1.OMT (1999), Guía para administraciones locales: Desarrollo turístico sostenible, p. 22.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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