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En la sección «Colaboraciones» se recogen opiniones y propuestas firmadas por lectores o por miembros de la Redacción cuando intervienen a título personal. La responsabilidad de los cabos sueltos firmados y de las colaboraciones incumbe a sus autores. PUNTOYCOMA

COLABORACIONES


Duralex es nombre de vaso

Bases de datos de legislación europea: Celex, Eur-Lex y PreLex

No se sabe qué fue antes, si Celex o el Duralex. O quizá sí, pero ¡qué importa! El Duralex sufrió la dura lex, sed lex del mercado y siguió la senda que abrieran el escay, la formica y el airon-fix. Ahora duerme el sueño de los justos en museos de la modernidad premoderna o en alguna que otra cocina que clama por su renovación. Celex, en cambio, sigue viva y productiva (al escribir los adjetivos en femenino he sufrido como tembleques, pero bien pensado se trata de una base, luego fémina ha de ser). Es cierto que anduvo algo pachucha en estos últimos tiempos, que se la veía avejentada por el paso de los años, pero se comprobó que todo era cosa del atuendo. Fue vestirla de joven y volvió a parecer la más bella del baile. Mucha culpa de ello tuvo el famoso efecto 2000, que al final no fue tal efecto y salió mojado como ciertos petardos que no explotan. Gracias a él se cambió el sistema operativo, la presencia y las funcionalidades de la base. Se añadió la visualización paralela de dos versiones lingüísticas, cosa que nunca interesó a juristas y leguleyos, pero sí a los traductores. Se le incorporaron otros productos de la factoría EUR-OP (u Oficina de Publicaciones Oficiales de las Comunidades Europeas), como las versiones «fotográficas» del Diario Oficial, en formato TIFF o PDF según la vetustez del acto jurídico. Pero no se acabó todo aquí. Amsterdam acechaba... y Celex se puso de parto.

Los Tratados de holandesa factura introdujeron conceptos nuevos en la vida comunitaria, como el de la transparencia de la Administración, en cuyo nombre se decidió ofrecer gratuitamente al ciudadano europeo, y por ende mundial, las ediciones más recientes (45 días) del Diario Oficial en formato no modificable e imprimible con calidad de fotocopia (el lector aventajado ya adivinó que nos referimos al formato PDF), así como los Tratados vigentes convenientemente consolidados, la legislación en vigor, las propuestas legislativas aún no aprobadas y todavía no retiradas y la jurisprudencia reciente del Tribunal de Justicia. La legislación en vigor y los actos jurídicos preparatorios se copiarían de Celex, convenientemente despojados del valor añadido que esta base aporta al texto crudo -es decir, de todos los campos y descriptores resultantes del análisis detallado de cada documento y que permiten búsquedas muy especializadas y precisas-. Quedaba el espinoso asunto de encontrarle nombre a la cosa. ¿Por qué no explotar el término lex, neutro por latino, que ya había dado origen a Celex -Communitatis Europaeae Lex-, añadiéndole un prefijo que haga referencia a Europa? Así nació Eur-Lex. Hubo parto.

Mas sucedió lo que sucede con las rehabilitaciones de edificaciones viejas cuando no se hacen a fondo, que de tocar aquí y allá, se acaban resintiendo las partes que no se tenía pensado modificar. Se vio finalmente, porque se tardó algo en verlo, que Celex y Eur-Lex son como si fueran lo mismo, pero sin serlo. Y que los que estaban en el ajo veían la diferencia, pero el pueblo llano se armaba salva sea la parte un lío y no sabía quién era quién. Alguien se acordó de que hay que adoptar el punto de vista del usuario y no el del productor. Y se decidió crear Eur-Lex s.i. (servicio integrado). Cuando funcione, será un portal de legislación comunitaria en el que el usuario pedirá lo que desee y se le propondrá una panoplia de productos que respondan a sus necesidades, los unos de pago, los otros gratuitos. Y que elija el cliente. Celex clásica será un componente más de este portal.

Pero el término lex no se daba por acabado. Su deseo de productividad se ha concretado, por el momento, en otro fruto, de nombre PreLex. Recoge esta base todos los datos relativos a la vida de una propuesta legislativa, desde su preparación en la Comisión Europea hasta su adopción final por el Consejo. Es una herramienta de «flujo de trabajo». Contiene todos los elementos del proceso (documento COM, dictámenes varios del Parlamento y los Comités, primera lectura parlamentaria, aceptación de enmiendas en la Comisión, segunda lectura, posición común, etc.), pero va además aliñado con enlaces a los documentos disponibles, que en la actualidad son prácticamente todos. La base se llama PreLex porque abarca la vida del nasciturus y deja de interesarse por un proyecto en el momento en que es adoptado. Obsérvese el curioso hecho de que, en materia de leyes, el nacimiento se produce por adopción. No alcanzo a deducir las implicaciones de este hecho, que me limito a señalar.

Pero es hora de concluir. Hemos visto, pues, que mientras el Duralex no sobrevivió a este mundo cambiante aun siendo símbolo de la rabiosa modernidad, la lex, quizá por no ser tan moderna, sino más bien clásica, se mantuvo, creció y se reprodujo. Larga vida a la lex.

Josep Bonet
josep.bonet-heras@ec.europa.eu

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