capítulo precedentePágina principal

RESEÑAS


El asesino que amaba las palabras

«I went mad.
My head was a swarm of books.»
The Blue Suit: A Memoir of Crime
Richard Rayner

La extraordinaria vida de William Chester Minor es uno de los capítulos más bellos y más trágicos de la historia de la lexicografía. Nació en 1834 en Ceilán, en una familia de misioneros protestantes originaria de Nueva Inglaterra. Huérfano de madre a los tres años, creció en contacto con la población indígena y acompañó a los misioneros norteamericanos en sus incursiones evangelizadoras por el sudeste asiático hasta Singapur, Bangkok, Rangún y la isla de Penang. En su infancia aprendió singalés en la escuela de la misión en Colombo. Cuando abandonó Ceilán a los catorce años para proseguir sus estudios en Estados Unidos, tenía también conocimientos de tamil, birmano y varios dialectos del hindi.

El joven Minor cursó medicina y se doctoró en 1863 en la Universidad de Yale. Poco después, en plena Guerra de Secesión, se enroló en el ejército de la Unión como médico militar y en mayo del año siguiente su regimiento participaría en la llamada Battle of Wilderness. Quizá sea ésta la batalla más dantesca de la historia de la guerra de todos los tiempos. Los cuerpos de ejército enemigos habían tomado posiciones en unas colinas del estado de Virginia pobladas de coníferas y espesa maleza seca que ardieron en plena batalla, entre ráfagas de viento huracanado. Dado que las características del terreno no permitían la intervención de la caballería ni la artillería, las cargas se libraron cuerpo a cuerpo, a golpe de mosquetón, sable y bayoneta. «Como si las criaturas de Dios se hubieran convertido en demonios y el infierno se hubiera apoderado de la tierra», dejó escrito uno de los combatientes. En dos días cayeron 27 000 soldados, muchos de ellos calcinados. Conviene detenerse en este episodio, porque constituye, según los biógrafos, el punto de inflexión en la vida del capitán Minor, que a partir de este momento se hundirá irremisiblemente en la demencia.

En 1868 ingresó en el manicomio de Washington (el mismo que años después acogería a Ezra Pound). Dieciocho meses más tarde, el Ejército lo declaró inútil para el servicio y le concedió una pensión vitalicia. Para escapar de sus demonios, William Minor decidió viajar a Europa y a finales de 1871 recaló en Lambeth, uno de los peores barrios del Londres victoriano. A los pocos meses cometería un crimen infame que llenó las páginas de los periódicos de la época: el asesinato de George Merritt, un obrero inglés padre de siete hijos. El doctor Minor fue confinado de por vida en Broadmoor, la célebre prisión para enfermos mentales peligrosos de Crowthorne, cerca de Oxford.

Minor llegó a Londres en plena efervescencia de los debates en torno al inglés en la Philological Society. Las élites británicas intuían que la lengua inglesa estaba llamada a ser la argamasa de un Imperio que el comercio y las armas habían llevado a las antípodas de la Tierra. Pero eran al mismo tiempo conscientes del peligro de disgregación en regiones tan vastas y remotas; se imponía pues un inventario exhaustivo del inmenso caudal de las palabras en su flujo histórico desde el siglo XII. La controversia -que venía arrastrándose desde la segunda mitad del XVIII- entre los partidarios del reglamentismo lingüístico estático y excluyente, inspirado en el modelo academicista francés, y los defensores de una idea integradora y abierta, que entendía el inglés como patrimonio dinámico de todos sus hablantes, se resolvió a favor de los segundos. (Es éste un hecho decisivo para el desarrollo posterior de una lengua que acabará por convertirse en lingua franca de todo el planeta.) El resultado inmediato de esas controversias e inquietudes fue un proyecto lexicográfico único en la historia, por su carácter y por su temeraria ambición; una empresa gigantesca que no llegaría a puerto hasta setenta años más tarde, después de enterrar a dos generaciones de lexicógrafos.

Participaron en ella más de 800 colaboradores voluntarios en los diferentes países y colonias de habla inglesa, que trabajaron durante años sin percibir un solo penique. Uno de los más prolíficos y geniales fue William Minor. Con los libros de su colección particular, cuyo traslado a Inglaterra procuró el consulado de Estados Unidos, y las obras que familiares y amigos le hacían llegar de Londres, Boston y Nueva York, el doctor Minor convirtió la celda de Broadmoor en una extraordinaria biblioteca que fue durante media vida su único universo, su terapia y su pasión. Día tras día, durante decenios, se dedicó a redactar con sumo esmero miles de fichas para el «Nuevo Diccionario» (pues éste fue el nombre del proyecto en los primeros tiempos). Pronto se convertiría en uno de los colaboradores más apreciados por su rigor, erudición y profundo conocimiento de la lengua inglesa. Minor aportó pruebas históricas y literarias de miles de significados y resolvió numerosas dudas lexicográficas. En palabras del profesor James Murray, coordinador general de la obra, «la contribución del doctor William Minor es tan enorme que sólo con sus citas podríamos detallar fácilmente la evolución de la lengua inglesa en los últimos cuatro siglos». En 1891, el eminente lexicógrafo escocés viajó a Crowthorne para conocer personalmente al doctor americano y agradecerle el trabajo de tantos años, ya que hasta entonces todos los contactos se habían realizado por correo y durante mucho tiempo Murray no supo de la enfermedad mental de uno de sus más aventajados e incansables colaboradores. El emotivo encuentro en la celda-biblioteca de Broadmoor fue el inicio de una profunda amistad que no se truncaría hasta la muerte de Sir James Murray en 1915.

La esquizofrenia del doctor se agravó a principios del nuevo siglo. En poco tiempo se sumió en la apatía y perdió todo interés por el diccionario al que había dedicado gran parte de su vida. En 1902 se mutiló los genitales. Después de treinta y ocho años de confinamiento en Broadmoor, en 1910 el Ministro del Interior Winston Churchill autorizó su repatriación a Estados Unidos, donde fue ingresado en el mismo sanatorio de Washington del que había salido en 1871. El capitán William Chester Minor murió el 26 de marzo de 1920.

El día de San Silvestre de 1927 se cerraba la última entrada del monumental diccionario, que contenía 414 825 definiciones y 1 827 306 citas históricas y literarias en doce tomos del tamaño de una losa. (Se entiende la sutil ironía de Anthony Burgess cuando escribió: «I have taken this book like a mistress to bed-a weighty one but handleable».) El lector encuentra todavía hoy, en la segunda edición actualizada y ampliada de 1989, un lapidario agradecimiento al «Dr W C Minor».

Ni que decir tiene que esta maravilla de la lengua inglesa es el Oxford English Dictionary.

* * *

La historia de William Minor y el oed puede leerse en un libro publicado recientemente por el escritor británico Simon Winchester: The Professor and the Madman: A Tale of Murder, Insanity, and the Making of the Oxford English Dictionary, HarperCollins, Nueva York, 1998, isbn: 0060175966. La misma obra se ha publicado también con el título The Surgeon of Crowthorne, Viking Press, Londres, 1998, isbn: 0670878626. Acaba de aparecer la traducción al español: El profesor y el loco, Editorial Debate, Madrid, 1999. Elisabeth Murray, nieta de Sir James Murray, refiere también la vida del doctor Minor en Caught in the Web of Words, Oxford y Yale, 1977 (reeditado en 1995 por Yale University Press, isbn: 0300063105).

Amadeu Solà
amadeo.sola-gardell@ec.europa.eu

capítulo siguientePágina principal