En el último Congreso de la Lengua Española causaron asombro algunos comentarios de García Márquez referidos a la absurdidad de ciertos aspectos de la ortografía española. Ni que decir tiene que este es un problema con el que tienen que convivir todas las lenguas y sobre todo sus hablantes, obligados, normalmente en el periodo escolar, a aprender cosas que no se rigen por ningún tipo de lógica, a no ser que, al menos en algunos casos, se tengan en cuenta aspectos etimológicos. Por eso, a veces se plantea la necesidad de implantar una ortografía más coherente o más lógica. Pero, ¿qué significan estos adjetivos con respecto al ámbito en cuestión? Por una parte, que haya correspondencia biunívoca entre sistema ortográfico y sistema fonológico, es decir que a cada fonema le corresponda una grafía, como en el caso de "p" , /p/(*), a diferencia, por ejemplo, del de "b, v" , /b/, y que no haya grafías que representen a más de un fonema, como en el caso de la "x" , /ks/, o fonemas que deban representarse con dos grafías: "gu" , /g/ ; "qu" , /k/, por ejemplo. Por otra, que no se utilicen grafías que no correspondan a ningún fonema, como sucede en español con la "h", o grafías diferentes para fonemas cuya oposición distintiva se ha neutralizado, por ejemplo /d/, /t/ en final de sílaba: "maldad".
Si aplicamos estrictamente lo antedicho al español, las consecuencias para el sistema ortográfico serían las que enumeramos a continuación. No hay que olvidar que se trata de propuestas, en muchos casos ya formuladas por otros autores que se han ocupado de la posibilidad de que el español cuente con una escritura fonémica, es decir, una escritura en la que, como hemos dicho, haya correspondencia entre grafías y fonemas. No obstante, antes de pasar a dicha enumeración, hay que señalar que una reforma ortográfica semejante debería tener en cuenta aspectos fonéticos (de pronunciación) en algunos casos de duda. Así, por ejemplo, el hecho de que, como veremos más tarde, la "x" se escriba en nuestra propuesta como "s" cuando aparece en final de sílaba seguida de consonante (estraño(**)) y como "ks" cuando se encuentra en posición intervocálica (eksamen), se debe a que es así como se pronuncia en dichas posiciones (al menos en español estándar).
Por otra parte, hay que señalar que una posible reforma ortográfica ha de observar no sólo el criterio de coherencia, sino también el de simplicidad, es decir que, ante dos soluciones que cumplan el primer criterio, se preferirá la que resulte más sencilla. Así, por ejemplo, la oposición de los fonemas /d/ , /t/ se neutraliza o deja de ser distintiva en final de sílaba, como hemos señalado, posición en la que aparece el archifonema /D/ /madríD/, por lo que en realidad podría emplearse indiferentemente la grafía correspondiente tanto al primer fonema ("d") como al segundo ("t") o utilizarse una nueva. Sin embargo, dado que los hablantes están acostumbrados a ver "Madrid" escrito con "d" final, la solución que plantea menos complicaciones es seguir utilizando esta grafía.
Por último, no hay que olvidar que nuestra propuesta se refiere al español estándar y no tiene en cuenta naturalmente las variantes dialectales.
PROPUESTA DE REFORMA ORTOGRÁFICA
Por último, una observación sobre los acentos. Una escritura fonémica del español llevada a sus últimos extremos debería indicar el acento de intensidad en todas las palabras tónicas. No obstante, ante la relativa simplicidad de las reglas de acentuación del español optamos por no modificar la acentuación, tal como la conocemos y utilizamos. Tampoco estamos de acuerdo con suprimir el acento gráfico completamente y marcarlo sólo cuando indica una diferencia de significado, por ejemplo "de" , "dé", porque en una lengua de acento "semilibre", como es el español, el acento es una guía de pronunciación inestimable.
De acuerdo con nuestra propuesta, y a modo de ejemplo, el inicio de Cien Años de Soledad tendría el siguiente aspecto:
Mucos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el koronel Aureliano Buendía abía de recordar akella tarde remota en ke su padre lo llebó a konozer el ielo. Makondo era entonzes una aldea de beinte kasas de barro i kañabraba konstruidas a la orilla de un río de aguas diáfanas ke se prezipitaban por un leco de piedras pulidas, blankas i enormes como huebos preistóricos. El mundo era tan reziente que mucas kosas karezían de nombre, i para menzionarlas abía que señalarlas kon el dedo. Todos los años, por el mes de marzo, una familia de jitanos desarrapados plantaba su karpa zerka de la aldea, i kon un grande alboroto de pitos i timbales daban a konozer los nuebos imbentos.
Una vez presentada esta propuesta de reforma ortográfica, hay que preguntarse naturalmente por su viabilidad. En primer lugar, debe indicarse que la posibilidad de una reforma ortográfica sólo se plantea en lenguas con un alto grado de correspondencia entre sistema fonológico y sistema ortográfico. En tales lenguas sería factible intentar resolver las pocas incoherencias existentes, y los hablantes, por el pequeño número de las mismas, serían capaces de retener las relativamente pocas modificaciones introducidas con respecto a la ortografía en vigor.
El español es un ejemplo típico de correspondencia muy grande entre fonemas y grafías y, por tanto, un buen candidato para cualquier reforma ortográfica. En idiomas como el inglés o el francés, en que la correspondencia es escasa, una reforma ortográfica sería una hazaña imposible.
No obstante, hay otros factores extralingüísticos que dificultan los deseos reformadores. Se trata de factores culturales y psicológicos que siempre, o casi siempre, han echado por tierra las ansias de los lingüistas. A todos nos sorprendería, al menos inicialmente, que alguien, desde las alturas, nos dijera que de repente tenemos que escribir sin h o sin v.
Quizás podrían graduarse las faltas de correspondencia entre grafías y fonemas, y decidir, por ejemplo, que "molesta" más suprimir la h que la c ante e, i. A partir de ahí, podría optarse por reformar algunos aspectos de la ortografía que no resultan demasiado conflictivos (por ejemplo, la simplificación de j, g ante e, i, que ya Juan Ramón Jiménez llevó a la práctica en su obra). Es, sin embargo, algo que no hemos hecho aquí y que no compete a este devaneador.
Por ello, sin muco más ke dezirles, les embía un kordial saludo
José Luis Martín
Komisión Europea
jose.martin@ec.europa.eu
(*) En este artículo las grafías aparecen normalmente entrecomilladas y los fonemas entre barras, como es común. Cuando nos referimos tanto al fonema como a la grafía, no hagamos distinción entre uno y otra o esté claro que nos referimos a una grafía, el símbolo no aparece entrecomillado o entre barras, por ejemplo, b, v, etc. Por otra parte, las transcripciones fonéticas (pronunciación) aparecen entre corchetes [ ].
(**) Empezamos a escribir ya estos ejemplos con la propuesta de escritura fonémica que presentamos aquí.
(***) En nuestra propuesta de escritura fonémica palabras como envío se escribirán "embío" con m ante b, como es normal en la ortografía actual del español.