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RESEÑAS


El DRAE en CD-ROM y los millardos

En la reseña El DRAE en CD-ROM publicada en el número anterior de puntoycoma, Pep Bonet se lamentaba, con razón, de que la versión electrónica del Diccionario de la Real Academia Española no se hubiera aprovechado para actualizar el contenido. Es una lástima que el esfuerzo para "dar esplendor" a la versión en CD-ROM, con una interfaz que sale muy bien parada si se la compara con las de otros diccionarios electrónicos, no haya servido para hacer un poco de limpieza. Ahí sigue estando ese perro chino que hace tiempo encontró tiritando en las páginas del DRAE nuestro compañero Javier La Orden:

Imagen del DRAE

El DRAE evoluciona, aunque lentamente. Hace poco tiempo que se modificaron definiciones tan líricamente desbocadas como la de poesía (acepción nº 5 de la edición de 1984) y ya no se llama, en un alarde de ironía etimológica, "secuaces" a los seguidores de Carlos Marx (véase marxismo en la edición de 1970). Don Manuel Seco, en su interesantísima y crítica conferencia de marzo del pasado año en nuestro SdT sobre La autoridad lingüística de la Academia, señalaba otras tantas definiciones anacrónicas en la última edición (p. ej., paje) y criticaba también el arcaísmo del metalenguaje de las definiciones del diccionario académico.

Las nuevas posibilidades de consulta que permite la interfaz electrónica dejan al descubierto algunos criterios caducos para los planteamientos de la lexicografía moderna: por ejemplo, en la consulta por el árbol de usos el registro popular aparece asociado a grosero,malsonante y vulgar; todos bajo el epígrafe variantes desprestigiadas. Además, si consultamos el DRAE por ramas del saber, encontraremos 844 entradas en el campo milicia y sólo 3 en el campo ingeniería (quizás por aquello de que siempre la lengua fue compañera del imperio).

El pasado 29 de diciembre (casi el día de los inocentes) la prensa nos sorprendía con la aprobación por la RAE de la voz millardo. Este neologismo, propuesto por el presidente de Venezuela, Sr. Caldera, vendría a resolver el problema que tienen los traductores con el billion inglés, que como todos los traductores del inglés saben no equivale a nuestro billón, como era el caso hace tiempo en inglés británico, sino a 1.000 millones: el valor del billion americano.

A juzgar por la aceptación del término en la prensa económica española el millardo tiene un brillante futuro. Nada que objetar a esta fulgurante consagración por la vía presidencial (hay palabras que llevan esperando siglos), pero ya hay quien la ha devaluado diciendo: "¡A mí esto me importa un millardo (o miliardo)!".

Ahora es de esperar que, con los millardos que la Academia consiga recaudar y los interesantes proyectos que prepara su Instituto de Lexicografía (el más monumental es el CREA, Corpus de Referencia del Español Actual, sobre el que informaremos en próximos números), desaparezcan del diccionario los perros estúpidos y tiritones y se dé cabida a las muchas palabras que los puristas censuran -qué digo, prohíben- blandiendo la edición en papel y exclamando obsesivamente: "¡No existe, no existe!". Sólo así el DRAE será el diccionario de referencia que nuestra lengua se merece; menos pintoresco, quizás menos "literario", pero más actualizado y riguroso. Eso sí que sería una ayuda a los traductores.

Luis González
Terminología

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