CABOS SUELTOSBad bank y zombie bank: banco malo y banco zombiAl calor de la crisis financiera el término inglés bad bank se ha impuesto definitivamente por su sencillez y eficacia retórica frente a otros términos rivales1. En español el banco malo, hoy triunfador, encontró también cierta competencia al principio: «banco basura», «banco tóxico» y hasta un extraño «banco defectuoso». El 6 de enero de 2009, Fernando
Fernández, neoliberal confeso, escribía en ABC
una carta pública a los Reyes Magos con el título «Que nos traigan un banco basura»2;
pero antes del estallido de la
crisis, en 2006, Pedro Pablo Villasante, a la sazón Director General
de Supervisión del Banco de España, utilizaba retroactivamente los términos «banco bueno» y «banco
malo» para referirse a una crisis anterior:
Puede entenderse ahora mejor por qué hemos hablado de eficacia retórica para justificar la primacía de la etiqueta «banco malo»: porque la creación de un «banco malo» (aislado —no olvidemos que sus activos son tóxicos—, controlado y generosamente dotado de fondos públicos) convierte al resto de los bancos, por oposición, en «bancos buenos». Una comunidad amenazada (la crisis ha adquirido una clarísima dimensión de amenaza social4) se siente aliviada cuando se localiza, aísla y controla al culpable. Hay que generar confianza. El adjetivo bad/malo se carga en este contexto, cínicamente, de una connotación moral: no es un «banco malo» por ser ineficaz (que es lo que nos da a entender la expresión «banco defectuoso»). Nuestro «banco malo» debe, al contrario, ser muy eficaz en la digestión de la basura financiera con ayuda, eso sí, de abundantes fondos públicos. Estamos ante un caso más de lo que se denomina, por una vez sin eufemismos, «socialización de las pérdidas». Si tenemos en cuenta, volviendo a la retórica, que andan «activos tóxicos» de por medio y que en español la oposición malo/bueno funciona también en términos de salud5 (enfermo/sano), se entenderá por qué el pobre banco malo tenía todas las de ganar. La basura ha desaparecido, de matute, bajo la asepsia de la metáfora ético-sanitaria. «Banco zombi» (del inglés zombie bank, claro) Y puestos a limpiar, deshagámonos también de otras rémoras. En octubre pasado leíamos la siguiente noticia en Expansión6:
Estos bancos se financian también con dinero público. Ernesto Ekaizer explicaba así el término en un artículo reciente7:
Las páginas de economía de los periódicos dan cada vez más miedo. Luis González
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