  
TRIBUNA
Novedades en lexicografía médica (y II)
Otros trabajos lexicográficos menores
En
la primera parte de este artículo (véase
puntoycoma n.o 123,
págs. 47-68), he expuesto ya con bastante detenimiento las
características más destacadas del Diccionario de términos médicos
(2011) de la Real Academia Nacional de Medicina, cuya dirección
técnica me ha tenido ocupado y absorbido durante casi siete años.
Durante ese período, pues, dediqué la mayor parte de mi tiempo de
trabajo al Diccionario de términos médicos, y solo en una pequeña
proporción a las tareas de traducción médica, que hasta entonces habían
venido siendo mi actividad profesional primordial (y vuelven a serlo
ahora que el diccionario está ya en las librerías y me he apartado del
proyecto). En mi tiempo de ocio, no obstante, durante los siete últimos
años he dedicado los ratos sueltos o perdidos a ir ampliando y
actualizando mi Diccionario crítico de dudas inglés-español de
medicina (cuya tercera edición espero poder publicar hacia mediados
del 2012, y esta vez, por fin, en versión electrónica en línea con
actualizaciones periódicas), a mantener la bitácora
Laboratorio del lenguaje1,
próxima ya a los seis años de vida y con un millar de entradas), a
proseguir la colaboración habitual en
Panace@2
y a sacar adelante algunos trabajos menores en el campo de la
lexicografía médica. De estos últimos hablé en la segunda parte de las
charlas que impartí el año pasado en la Dirección General de Traducción
de la Comisión Europea, y dedicaré también ahora esta segunda parte del
artículo a comentar de forma somera algunos de estos trabajos
lexicográficos menores.
Vuelvo la vista atrás,
repaso los glosarios y repertorios léxicos que he ido recopilando a
partir del año 2005, y me sorprende comprobar que en este tiempo parece
haberme interesado de modo especial todo lo que habitualmente no aparece
registrado en los diccionarios al uso; a saber: las siglas médicas, la
jerga profesional de los médicos y la jerga popular de los pacientes.
1. Las
siglas médicas
Uno de los rasgos más
llamativos de la lexicografía en lengua española es el hecho de que
muchos de nuestros grandes diccionarios generales hagan caso omiso de
siglas y abreviaturas. A diferencia, por ejemplo, de los diccionarios
generales en lengua inglesa, ni el Diccionario de la lengua española
de la Real Academia Española (DRAE) ni el Diccionario de
uso del español de María Moliner recogen siglas. No encontraremos en
el DRAE siglas, abreviaturas o símbolos tan frecuentes como
ADN, Ag, DNI, EE. UU., ej., etc.,
IVA, kW, Na, ONU y μg. Ni siquiera
cuando se trata de términos que únicamente se usan en forma abreviada,
como es el caso de pH, que, por consiguiente, no aparecen
recogidos ni definidos en el DRAE. El único modo de que una sigla
llegue al DRAE es en forma lexicalizada, aunque no se use apenas
en la práctica. En la última edición del DRAE entraron, por
ejemplo, voces como cederrón, oenegé, tac o uvi;
como las consiguientes formas sigladas de partida no tienen entrada
propia en el DRAE, muchos usuarios han interpretado erróneamente
que la RAE recomienda escribir tac en lugar de TAC, cuando
lo cierto es que la RAE se limita a registrar la posibilidad de usar la
forma lexicalizada tac, pero ello no quiere decir que la
recomiende en absoluto. La forma claramente predominante en el uso, de
modo abrumador, es TAC, y lo único que ocurre es que no puede
entrar en el diccionario académico porque la planta de este excluye
expresamente las siglas, por muy correctas y utilizadas que sean.
Si conocer las siglas más
frecuentes es importante para entender cualquier texto periodístico o
técnico actual, en el ámbito de la medicina es absolutamente
imprescindible. Y es difícil conseguirlo sin ayuda lexicográfica, puesto
que su número y frecuencia de uso son enormes.
En el año 2006, el traductor especializado
y el redactor de textos médicos disponían ya de excelentes recursos
gratuitos en línea para desenvolverse sin problemas y resolver dudas
relativas a las siglas médicas en tres de las cuatro grandes lenguas
europeas de cultura. En inglés, por ejemplo, a través de la página
Acromine3,
que recogía unas 68 000 formas abreviadas con 467 000
acepciones o formas expandidas4;
en alemán,
con el diccionario de Heinz Beckers,
Beckers Abkürzungslexikon medizinischer
Begriffe5,
que registra más de 100 000 formas abreviadas (en inglés,
alemán, latín o francés) de uso registrado en textos alemanes, y en
francés, con el diccionario multilingüe Ackr: Dictionnaire des sigles
et acronymes, que registra más de 45 000 en 170 lenguas.
En español, sin embargo, no
teníamos en ese momento ninguna obra equiparable de acceso en línea. Sí
había, desde luego, unos cuantos diccionarios de siglas médicas6,
pero eran todos obras impresas, en papel. Además, el más extenso de
ellos —el Diccionario de acrónimos de Illera Martín— era
básicamente una mera traducción (no siempre lograda) de un gran
diccionario de siglas médicas en inglés, sin apenas incorporación de
siglas españolas originales. Del resto, me gustaba especialmente el
Diccionario de siglas médicas de Yetano y Alberola, elaborado a
partir del cribado de historias clínicas españolas, pero que flaqueaba
en dos aspectos cruciales: por un lado, la escasez de siglas cubiertas,
inferior a las tres mil; por otro, su disponibilidad exclusivamente
nacional y a través de una edición institucional, sin distribución en
librerías ni, por supuesto, posibilidad de consulta electrónica en línea7.
Me propuse, pues, compilar un Repertorio de
siglas, acrónimos, abreviaturas y símbolos utilizados en los textos
médicos en español, cuya primera edición vio la luz el 1 de julio
del 2008 a través de la página de terminología de la Asociación
Internacional de Traductores y Redactores de Medicina y Ciencias Afines
(Tremédica)8:,
de acceso libre y gratuito por internet. Con cerca de 18 500
entradas y más de 37 000 acepciones, el Repertorio
sigue siendo, casi cuatro años después, el más completo existente en
español para el ámbito médico.
1.1.
Enfoque general
El Repertorio de siglas,
acrónimos, abreviaturas y símbolos utilizados en los textos médicos en
español está pensado como instrumento auxiliar para quienes tienen
que desentrañar abreviaciones de todo tipo en textos escritos en
español; y muy especialmente, para los traductores médicos que trabajan
con el español como lengua de partida.
No debe usarse, pues, como
fuente de autoridad para saber cuál es la forma correcta de abreviar un
término médico en español. El hecho de que en el repertorio, por
ejemplo, aparezca la sigla IE con el significado de
«incontinencia de esfuerzo» no quiere decir que esta expresión deba
abreviarse así. Por su misma naturaleza, de hecho, el repertorio
contiene incluso numerosas formas abiertamente incorrectas en nuestra
lengua, como CF (citoféresis), grs. (gramos), m
(minuto) o T (tungsteno), pero que se usan en la práctica y que
un traductor podría encontrar en un texto original escrito en español.
1.2.
Criterios de inclusión y exclusión
Incluí en el Repertorio
siglas, acrónimos, abreviaturas y símbolos utilizados de forma
habitual en los textos médicos escritos en español, pero con exclusión
de tres importantes grupos abreviativos:
-
Las siglas y acrónimos
de estudios y ensayos clínicos (p. ej.: CATS, PACT,
TIPE), que constituyen legión; el cardiólogo Tsung O. Cheng los
tiene inventariados de forma exhaustiva, y pueden consultarse
fácilmente en las bases electrónicas de ensayos clínicos.
-
Las siglas inglesas, a
menos que sean de uso generalizado en los textos españoles, como es
el caso de ATP, CPK, EMA, FDA, GH,
HPLC, NIH, REM o TSH y otras por el
estilo.
-
Las abreviaturas de
revistas y publicaciones médicas, a menos que se trate de formas
sigladas; para Revista Clínica Española, por ejemplo, no
aparece recogida la abreviatura internacional Rev Clín Esp,
pero sí RCE; o para la revista Gaceta Mexicana de
Oncología no aparece tampoco Gac Mex Oncol, pero sí
Gamo.
Es posible que al usuario
le sorprenda encontrar buen número de siglas españolas que aparentemente
no guardan relación con la medicina, pero que no es raro encontrar en
los textos de carácter médico. En España, por ejemplo, es relativamente
frecuente encontrar siglas como CEDD (Comité Español de
Disciplina Deportiva) en un texto sobre dopaje, CEE (Conferencia
Episcopal Española) en un texto sobre bioética de la eutanasia, IU
(Izquierda Unida) en un texto sobre la reforma del modelo de carrera
profesional en medicina, PK (punto kilométrico) en el informe
médico de un herido en accidente de tráfico, o SS.MM. (sus
majestades) en la reseña periodística de un importante congreso médico
internacional. Ante la disyuntiva de incluir abreviaciones ajenas a la
medicina que tal vez nadie consulte nunca o dejar fuera del repertorio
abreviaciones generales que un traductor médico podría tener necesidad
de consultar en alguna ocasión, he optado por lo primero. Estoy seguro
de que el traductor profesional sabrá perdonarme si he pecado de exceso
de permisividad en este punto.
1.3.
Convenciones gráficas
Por regla general, las
siglas aparecen registradas en mayúsculas y sin puntos de abreviación;
los acrónimos, solo con mayúscula inicial (p. ej., Acope para la
Asociación Costarricense de Pediatría, o Aeter para la Asociación
Española de Terminología); las abreviaturas, con punto abreviativo, y
los símbolos según la grafía recomendada en las nomenclaturas
científicas normalizadas.
En cuanto al significado
desarrollado, he procurado reservar las mayúsculas para los nombres
propios y entidades u organismos únicos, y usar las minúsculas para
expresiones comunes y entidades u organismos genéricos; así, una sigla
como IPS aparecerá desarrollada en minúsculas como «instituto
politécnico de la salud» (Cuba), que pueden ser muchos, pero en
mayúsculas como «Instituto de Previsión Social» (Paraguay), que es uno
solo.
1.4.
Orden alfabético de entradas
y
acepciones
Para ordenar los lemas, se
consideran caracteres alfabetizables todas las letras del alfabeto
latino (aunque tengan tildes o grafías especiales: Å, ñ, Ø, ü), los
números romanos (p. ej.: AII, «angiotensina II») y las
mayúsculas griegas idénticas a otra latina (Α, Β, Ε, Η, Ι, Κ, Μ, Ο, Ρ,
Τ, Υ, Χ, aunque no sean equivalentes). Se alfabetizan, en cambio, como
símbolos especiales, las letras griegas distintas de las latinas (α, β,
μ, π, Δ, Ω), los símbolos tipográficos (°, ×,
↑,
%, $, €, ©, ®) y las cifras arábigas (0, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9).
Ello debe tenerse en cuenta cuando se desee consultar alguna abreviatura
que comience por uno de estos símbolos especiales; para encontrar el
significado de 1aG o de μm, por ejemplo, en la
página de inicio no debe clicarse A-F
o M-S, respectivamente, sino
Cifras y símbolos en ambos casos.
Para consultar el repertorio, pues, es importante no confundir la letra
O (alfabetizable) con la cifra 0 (no alfabetizable), la
letra x (alfabetizable) con el símbolo × (no
alfabetizable), o la letra voladita º (alfabetizable) con el símbolo de
grado ° (no alfabetizable). En muchos de estos casos confusos, no
obstante, he recogido ambas variantes para asegurarme de que el lector
encuentra la información buscada; así, el sistema sanguíneo AB0
aparece también alfabetizado como ABO; o la abreviatura coloquial
× min (por minuto) aparece también alfabetizada como x min.
Dentro de una misma
entrada, las distintas acepciones van ordenadas alfabéticamente sin
tener en cuenta los plurales; «lesiones agudas», por ejemplo, aparece
ordenada por delante de «lesión alveolar difusa». Para expresiones de
uso frecuente en singular y plural, recurro con frecuencia a formas
inclusivas como «ácido(s) graso(s) saturado(s)», también alfabetizadas
por el singular. Para la alfabetización de acepciones tampoco he tenido
en cuenta los conectores —preposiciones, artículos y conjunciones—, a
menos que estos formen parte integral de la sigla correspondiente, como
es el caso de a. co. (antes de comer), LUZ (La Universidad
de Zulia) o p. ej. (por ejemplo), en cuyo caso sí se tienen en
cuenta para determinar el orden alfabético.
1.5.
Estructura de los lemas
Por motivos de espacio y
funcionalidad, para cada acepción se ofrece únicamente el desarrollo
correspondiente, los sinónimos (marcados con el símbolo
≡), cuando los hay, y, en
ocasiones, la equivalencia inglesa (marcada con el símbolo ◊).
Solo en algunos casos
aislados añado, cuando lo he creído útil o conveniente, un breve campo
de observaciones para señalar usos locales (véase el punto siguiente);
para marcar las abreviaciones arcaicas o en desuso (arc.) o las revistas
médicas y otras publicaciones periódicas (rev.); para aportar datos
explicativos (info.), traducción al español (trad.) en el caso de
desarrollos en otras lenguas, procedencia inglesa (ingl.), latina
(lat.), francesa (fr.) o alemana (al.), nombre original (n. orig.),
equivalencias terminológicas (sin., =) o variantes anticuadas (ant.) de
organismos, asociaciones o entidades que han cambiado de nombre en su
devenir histórico.
CCG
1
[GT] Cámara de Comercio de Guatemala
2 [MX] Centro de Ciencias Genómicas (de
la UNAM) [ant.: CIFN - Centro de Investigación sobre Fijación de
Nitrógeno (hasta el año 2004)]
3
cinasa del centro germinal || ≡
KCG (kinasa del centro germinal), QCG (quinasa del centro germinal)
4
cine(to)cardiografía || ◊ KCG
5
cine(to)coronariografía
6
colecistografía || ≡ CG, cole.
7
complicaciones
cardíacas graves || ≡ EACM
(eventos adversos cardíacos mayores) || ◊ MACE
8
corteza cingular
9
craneocorpografía
IDL
1
Index to Dental
Literature
[trad.: Índice de Bibliografía Odontológica]
2
intervalo de
duplicación linfocítica
3
lipoproteína(s) de
densidad intermedia [del ingl. intermediate density lipoproteins]
|| ≡ LDI
1.6.
Localismos
Más de una tercera parte de
las abreviaciones incluidas en el repertorio tienen al menos un uso
local propio y exclusivo de alguno de los países de habla hispana. En
estos casos, las acepciones locales van precedidas por la
correspondiente marca nacional entre corchetes y destacada en rojo: AR
(Argentina), BO (Bolivia), CL (Chile), CR (Costa Rica), CU (Cuba), DO
(República Dominicana), EC (Ecuador), ES (España), GQ (Guinea
Ecuatorial), GT (Guatemala), HN (Honduras), MX (Méjico), NI (Nicaragua),
PA (Panamá), PE (Perú), PR (Puerto Rico), PY (Paraguay), SV (El
Salvador), US (Estados Unidos), UY (Uruguay) o VE (Venezuela). No llevan
marca de localismo las abreviaciones de carácter regional o
supranacional, como es el caso de los organismos americanos (p. ej.,
Bireme) o las siglas europeas (p. ej., EMEA), pese a que
estas últimas se utilicen prácticamente solo en España.
CMC
1
candidosis mucocutánea
2
candidosis mucocutánea crónica {→
CMCC :1}
3
carboximetilcelulosa
4
carboximetilcisteína
5
carcinoma microcítico {→
CMP :4}
6
cardiomiocito (o célula
muscular cardíaca)
7
(articulación)
carpometacarpiana
8
células madre
comprometidas {→
CPC :5}
9
[VE]
Centro Médico de Caracas
10
ciclofosfamida,
metotrexato y lomustina (CCNU)
11
citólisis mediada por
células
12
citotoxicidad mediada
por células
13
[CL]
Colegio Médico de Chile
14
[CR]
Colegio de Médicos y Cirujanos
15
[CO]
Colegio Médico Colombiano
16
[MX]
Colegio Mexicano de Colposcopistas
17
concentración micelar
crítica
18
[MX]
Consejo Mexicano de Cardiología
INP
1
índice nutritivo (o
nutricional) pronóstico {→
IPN :2}
2
[AR] Instituto Nacional de
Parasitología
3
[MX] Instituto Nacional de Pediatría
{→
Inped :1}
4
[MX] Instituto Nacional de
Perinatología {→
INPer :1}
5
[ES] Instituto Nacional de Previsión
[arc.]
6
[MX] Instituto Nacional de
Psiquiatría {→
INPRF :1}
7
[CL] Instituto de Normalización
Previsional
8
Inventario Neuropsiquiátrico || ◊ NPI
No conozco ningún glosario
o diccionario de siglas médicas en español que incorpore tantos
localismos como este repertorio. Ello no obsta para que la cobertura de
los localismos sea, por supuesto, no solo incompleta —como todo el
repertorio—, sino también muy desigual9.
En el caso de los
localismos españoles de Cataluña, Valencia, Baleares, Galicia y el País
Vasco, he prestado atención especial a las tres lenguas autonómicas
principales: catalán (C), gallego (G) y vasco (V). Para las siglas
formadas a partir del desarrollo en español (p. ej.: COFA,
Colegio Oficial de Farmacéuticos de Álava), doy este en primer lugar y
ofrezco a continuación el nombre en la otra lengua cooficial; para las
siglas formadas a partir del desarrollo en la lengua autonómica (p. ej.:
AFEO, Arabako Farmazilarien Elkargo Ofizialeko), doy este
en primer lugar, seguido de la traducción al español. Cuando una sigla
corresponde por igual al desarrollo en ambas lenguas, doy en primer
lugar el desarrollo en español.
SCG
1
[ES]
Sociedad Catalana de Geriatría [C: Societat Catalana de Geriatria]
2 [ES]
Sociedad de Ciencias de Galicia [G: Sociedade de Ciencias de
Galicia]
IVE
1
índice de ventilación
eficaz
2
[ES]
Instituto Valenciano de Estadística [C: Institut Valencià
d'Estadística]
3
[ES]
Instituto Vasco de Estadística [V: Euskal Estatistika Erakundea]
|| ≡ EEE
4
insuficiencia vascular
de las extremidades
5
insuficiencia venosa de
las extremidades
6
interrupción voluntaria
del embarazo || ≡ AP (aborto
provocado)
GIE
1
[ES]
Grup d'Informàtica a l'Enginyeria [trad.: Grupo de
Informática en la Ingeniería (de la Universidad Politécnica de
Cataluña)]
2
Grupo Interamericano de
Editores
3
grupo de intervención
en emergencias
4
[ES]
Grupo de Investigación sobre Envejecimiento (de Barcelona) [C:
Grup d'Investigació sobre Envelliment]
1.7.
Polisemia
En su primera edición, el
Registro incorpora más de 5 000 abreviaciones con más
de un significado distinto; de ellas, 2 228 con dos
acepciones, 1 045 con tres acepciones, 564 con cuatro
acepciones y 1 349 con cinco o más acepciones (entre las que
destacan una veintena de casos extremos que superan las cincuenta
acepciones cada uno). Para saber en qué sentido se está usando una sigla
en un documento concreto, con frecuencia el contexto será decisivo:
DM, por ejemplo, será «dermatomiositis» en dermatología, pero
«diabetes mellitus» en endocrinología. Existen también, no obstante,
numerosos ejemplos de polisemia dudosa incluso dentro de un mismo campo
de especialidad: PCI puede significar «peso corporal ideal» o
«peso corporal inicial», y CIM puede significar «concentración
inhibidora máxima», «concentración inhibidora media» o «concentración
inhibidora mínima».
EAS
1
efecto adverso serio {→
RAG :1}
2
encefalopatía
arterio(e)sclerótica {→
EPA :8}
3
encefalopatía
arterio(e)sclerótica subcortical || ≡
EAES, EASC, EASS, EPAS
4
epidermólisis ampollosa
simple || ≡ EBS (epidermólisis
bullosa simple)
5
[AR]
Escuela Argentina de Sexología
6
espina anterosuperior
7
estenosis del acueducto
de Silvio
8
evento adverso serio {→
AAG :1}
9
exposición accidental a
la sangre
1.8.
Sinonimia
Si la polisemia suele estar
contemplada, con mayor o menor acierto, en casi todos los diccionarios
de siglas médicas no sucede igual con la sinonimia, que casi siempre se
pasa por alto. Me he esforzado por conseguir un repertorio especialmente
completo en cuanto al tratamiento de la sinonimia, y estoy
razonablemente satisfecho del resultado conseguido, pues en este aspecto
el repertorio no tiene parangón ni dentro ni fuera de nuestros países.
En los diccionarios
habituales de siglas médicas rara vez se indica al lector, por ejemplo,
que EEB (encefalopatía espongiforme bovina) es sinónimo estricto
de EVL (enfermedad de las vacas locas), o que ADR
(adrenalina) es sinónimo estricto de EPI (epinefrina). Y esta
carencia se hace especialmente evidente en los casos nada raros de
polisinonimia, como ERCT (enfermedad renal crónica terminal),
ERET (enfermedad renal en estadio terminal), ERFT (enfermedad
renal en fase terminal), ERT (enfermedad renal terminal), FRT
(fallo renal terminal), IRCT (insuficiencia renal crónica
terminal), IRET (insuficiencia renal en etapa terminal), IRT
(insuficiencia renal terminal) y NPT (nefropatía terminal),
que en la práctica se están usando como siglas sinónimas. En estos
casos, el lector encontrará registradas todas las variantes sinónimas en
la entrada principal, a la cual remiten todas las formas sinónimas. Así,
si uno busca la sigla CAP, encontrará en la 22.a
acepción su significado habitual en cardiología, «contracción auricular
prematura», seguido de un símbolo de envío
{→ESA
:5}
que remite
a la quinta acepción de
ESA, «extrasístole auricular». El repertorio contiene más de
9 600 remisiones
sinonímicas, para cuya gestión me ha resultado muy útil el programa
lexicográfico TshwaneLex.
CAP
1
capacidad antioxidante
plasmática
2
captoprilo ||
≡ C, CPT
3
carcinoma (o cáncer) de
páncreas {→
CP :7}
4
carcinoma (o cáncer) de
piel {→
CP :8}
5
carcinoma (o cáncer) de
próstata {→
CP :10}
6
carcinoma (o cáncer) de
pulmón {→
CP :11}
7
cefalosporina(s)
antipseudomónica(s)
8
células altas en
peroxidasas {→
CRP :2}
9
centro de atención
primaria {→
CS :9}
10
certificado de aptitud
pedagógica
11
ciclofosfamida,
doxorrubicina (Adriamycin) y cisplatino (Platinol)
12
ciclofosfamida,
doxorrubicina (Adriamycin) y prednisona
13
ciclofosfamida,
doxorrubicina (Adriamycin) y procarbacina
14
cistina-aminopeptidasa
15
complejo areola-pezón
16
conducto arterial
persistente || ≡ DAP (ductus
arterioso persistente), PCA (persistencia del conducto arterial),
PDA (persistencia del ductus arterioso) || ◊ PAD
17
[AR]
Congreso Argentino de Pediatría
18
conjuntivitis alérgica
perenne
19
conjuntivitis alérgica
primaveral
20
[ES]
Consejería de Agricultura y Pesca
21
contracción auricular
prematura (o complejo auricular prematuro) {→
ESA :5}
22
cuerpo amarillo
persistente {→
CLP :3}
23
curso de aptitud
pedagógica
ESA
1
Agencia Espacial
Europea [del ingl. European Space Agency] {→
AEE :3}
2
enfermedad de Still del
adulto || ≡ ESDA, ESIA
(enfermedad de Still de inicio en el adulto)
3
espacio subacromial
4
estenosis subaórtica ||
≡ ESAo, EsubAo
5
extrasístole auricular
|| ≡ CAP (contracción
auricular prematura), CEA (contracción ectópica auricular), CPA
(contracción prematura auricular), EA, LAP (latido auricular
prematuro), LPA (latido prematuro auricular) || ◊ PAB
1.9.
Nueva edición
El Repertorio de siglas,
acrónimos, abreviaturas y símbolos utilizados en los textos médicos en
español va ya camino de los cuatro años, y mi idea es publicar una
segunda edición corregida y ampliada en junio del 2012. Tres serán las
principales diferencias que advertirá el usuario con respecto a la
primera edición:
-
Aumento considerable
del volumen total del Repertorio, que pasará de las 18 500
entradas con más de 37 000 acepciones actuales a unas 27 000
entradas con 80 000 acepciones.
-
Incorporación masiva de
equivalencias inglesas (tanto en forma abreviada como desarrollada)
para que el repertorio pueda ser útil también para los traductores
médicos que trabajamos del inglés al español.
-
Edición electrónica en
línea con actualizaciones periódicas y posibilidad de búsqueda no
solo a partir de la sigla española —co-mo actualmente—, sino también
por desarrollo en español, país y forma siglada o desarrollada en
inglés.
2. La
jerga de los médicos
A principios del año 2005,
leí en la revista neoyorquina Apuntes (2005, vol. XIII, n.o
1, págs. 12-14) un artículo que llevaba por título «Medical slang» y
firmaba mi colega argentina Claudia Tarazona10.
Comentaba en él la autora la dificultad que tiene el traductor o el
intérprete de habla hispana para adquirir y comprender el inglés médico
informal, empleado a diario entre los profesionales sanitarios, pero que
uno no suele encontrar en los libros de texto ni en las revistas
médicas. Y mostraba su extrañeza ante la conclusión, evidente, de que el
lenguaje médico informal existe y se usa, pero hasta ahora no ha sido
objeto ni de recopilación sistemática ni de publicación.
Me pareció buena idea
recopilar los términos propios del lenguaje médico jergal o informal,
que los médicos utilizamos para comunicarnos entre nosotros de forma
rápida, críptica o cuando nos sentimos entre colegas.
La creación de un lenguaje
jergal propio es habitual en todo grupo humano muy cerrado, con contacto
estrecho y prolongado entre sus integrantes, y con una separación muy
nítidamente marcada entre «dentro» y «fuera». Existen, por ejemplo,
jergas características de los cuarteles, de las comunidades religiosas,
de los colegios, de los centros penitenciarios, de los barcos mercantes…
y también, claro está, de los hospitales y de quienes trabajan en ellos.
2.1.
¿Para qué se usa la jerga médica?
En los hospitales de todo
el mundo, los médicos usan jerga para comunicarse entre sí. Pero, ¿qué
es lo que nombran con los términos jergales? Pues, lógicamente, todo lo
que uno encuentra en un hospital: aparatos, enfermedades, objetos
varios, partes del cuerpo, habitaciones y salas del hospital, pacientes,
etcétera.
Y para dar nombre a todo
ello recurren a las metáforas por semejanza de forma (bean,
habichuela, es el nombre jergal del riñón en inglés; y entre nosotros es
frecuente llamar manguera al endoscopio), a las metáforas
cromáticas (bananas llaman en inglés a los ictéricos; pitufos
llamamos nosotros a los cianóticos) o a los simples juegos de
palabras por semejanza fonética entre vocablos (neogato, por
ejemplo, como término jergal para referirse al recién nacido entre
pediatras).
En ocasiones, desde luego,
no es nada sencillo dar con el sentido de los términos jergales para
quienes presencian este lenguaje desde fuera. En inglés, por ejemplo, house
red es un término habitual en el mundo de la gastronomía y los
restaurantes para referirse al vino tinto (de la casa); en la jerga
hospitalaria, no obstante, se usa también como eufemismo humorístico
para referirse a la sangre.
Y soldier, en los
hospitales estadounidenses, es el paciente con alguna enfermedad
digestiva. Se trata de un juego de palabras intraducible, basado en la
coincidencia de las siglas GI de gastrointestinal y GI
como denominación coloquial del soldado raso en el ejército
estadounidense.
Usamos jerga para hablar de
los pacientes, sí, pero si algo hay que realmente abunde en un hospital
son los propios profesionales sanitarios. Nuestra jerga es, pues, rica
en apelativos jocosos para aludir a los colegas de otras especialidades.
Así, los traumatólogos pueden ser huesólogos, carpinteros
o ferreteros; los cirujanos, cuchilleros,
cirujas o cirujasnos, y los anestesistas, gaseros,
anestesiólocos o magos de los sueños. Y si alguien se
molesta, pues miel sobre hojuelas; porque esa es precisamente una de las
finalidades de la jerga: reírse de
otros colegas y pinchar a cada cual donde más le duela. Además, en
nuestra jerga hay para todos, y prácticamente ninguna especialidad se
libra: pederastas (pediatras), familiosos (médicos
de familia), mocorrinos (ORL), terapiólogos
(psicoterapeutas), morgueros (anatomopatólogos), ginecópatas
(ginecólogos), hematófagos (hematólogos), fontaneros
(urólogos), tripólogos (gastroenterólogo), linternistas
(internistas).
También en otras lenguas,
por supuesto, que la jerga médica no es exclusiva de los hospitales
españoles. Si entre nosotros los
dermatólogos pueden ser dramatólogos, pielistas o
peleteros, en los hospitales de habla inglesa serán dermies,
pimple doctors o zit doctors. Y lo mismo cabe decir de
baby catchers (obstetras),
electricians (electrofisiólogos),
pecker checkers (urólogos),
sturgeons (cirujanos),
neurons (neurólogos),
couch doctors (psicoanalistas),
obs & gobs (ginecólogos), gassers (anestesistas),
orthops (traumatólogos)
y shadow gazers (radiólogos).
El recurso a la jerga es
especialmente frecuente en el caso de enfermedades o calificativos que
el médico no puede mencionar directamente delante de su paciente, por
considerarse fuertemente peyorativos. En casos así, es habitual que el
médico recurra a un eufemismo jergal, incomprensible para el paciente,
cuando quiere comunicarse con otro colega en presencia del enfermo o sus
familiares. Pienso, por ejemplo, en expresiones como enol u
ol (terminación utilizada en el lenguaje normalizado
de la química para los alcoholes) para referirse al alcoholismo en
hospitales españoles; o, en inglés, HBD (forma siglada de
had been drinking) y vitamin A (con A
de alcohol, en el sentido de bebidas alcohólicas). Igual
sucede, en español, con el uso de hipocalemia como eufemismo
jergal para referirse a un paciente obeso: en sentido propio, la
hipocalemia es la disminución anormal de la concentración sanguínea de
potasio, pero a través de su sinónimo hipopotasemia evoca
claramente al hipopótamo, símbolo de la gordura.
Otros ejemplos parecidos de
enfermedades innombrables son el cáncer, el sida y la histeria. Para el
primero, en el registro jergal encontraremos neo, Ca (pronunciado
«ce-a») u oma; o también, en inglés, Big C (por la
inicial de cancer), y en español, proceso M (proceso
metastásico). Para el segundo, por ejemplo, Hi-5 en inglés
(por juego de palabras con el cinco romano, V, y la forma siglada HIV
que recibe en inglés el virus de la inmunodeficiencia humana, causante
del sida); o, en español, retro (por acortamiento de
retrovirus, que es el género al que pertenece el VIH) para hablar de
forma críptica sobre la prueba del sida; por ejemplo, en una frase como
«hemos pedido un retro y estamos pendientes del resultado». Y para la
última, en español es típico el uso de la forma siglada CH para
referirse a una crisis de histeria; que a su vez ha dado lugar a
derivados como paciente ceachosa, o también componente
ceachoso para lo que en el registro técnico habitual sería
componente psicosomático.
Pero si hay una
circunstancia médica especialmente proclive a las designaciones
jergales, yo diría que es la muerte. Pocos médicos hablan abiertamente
de la muerte de un enfermo delante de otros pacientes. Aquí las
posibilidades son muy variadas. En inglés, por ejemplo, tenemos
ECU
(de eternal care unit, con juego de
palabras con ICU, que es la unidad de cuidados intensivos) como
nombre jergal para el depósito de cadáveres, de donde un paciente «is
transferred to ECU» para decir que ha fallecido. O departure lounge,
que en un aeropuerto es la sala de embarque, pasa a ser en un hospital
el servicio de geriatría. También en español podemos encontrar
fiambrera como
nombre jergal del depósito de cadáveres, y son frecuentes las
referencias a san Pedro, guardián de las puertas del cielo, para
expresar la muerte. Si preguntamos por un paciente que ingresamos anoche
durante la guardia y la enfermera de planta nos dice «lo hemos
derivado al Dr. Sampedro» o «se fue a tocar el arpa», por ejemplo,
entendemos claramente que ha fallecido; y mirada sampedrana
es la mirada agonizante, típica del paciente que «está ensayando el
arpa». Puramente técnica, pero rozando casi con estos usos jergales,
está también la palabra latina exitus
(por acortamiento de exitus letalis) que los médicos españoles
suelen escribir en la historia clínica tras certificar la defunción de
un enfermo.
2.2. Recursos utilizados
en la jerga médica
Como ocurre con todas las
jergas, el lenguaje médico informal tiene un carácter eminentemente oral
e inmediato, y llama la atención por su enorme plasticidad y fuerza
expresiva. Encontramos en él metáforas, sinécdoques, hipérboles,
metonimias, trucos nemotécnicos, sentidos figurados, aliteraciones y
gran cantidad de juegos de palabras llenos de ingenio, picardía y humor…
y mala uva, sexismo y mucha mucha incorrección política (acabamos de
verlo para la obesidad o la histeria, por ejemplo).
Muchas veces se busca el
juego con la terminología especializada, plagada de tecnicismos latinos
y, sobre todo, griegos. Es el caso de términos jergales como
chartomegaly, que combina el formante griego utilizado para expresar
aumento anormal de tamaño (como en hepatomegalia, esplenomegalia,
cardiomegalia, visceromegalia, etc.) con la palabra inglesa chart
(historia clínica), para referirse al paciente multingresado que tiene
una historia clínica descomunal, desmesurada, rebosante. O, con la
terminación característica de los antibióticos penicilínicos, términos
jergales como gorillacillin (antibiótico de gran potencia)
y genericillin (antibiótico de amplio espectro de uso general,
barato y disponible ya como especialidad farmacéutica genérica, como la
ampicilina o la amoxicilina); este último, por cierto, con frecuencia
contrapuesto al también jergal wondercillin (antibiótico de
amplio espectro de la ultimísima generación y que cuesta un ojo de la
cara). Términos equivalentes en español podrían ser todalgia
(para el paciente al que le duele todo) e hidrojabonoterapia como
orden críptica para indicar que es preciso lavar a un paciente mugriento
antes de que el médico pueda explorarlo.
En juego de palabras con
expresiones técnicas utilizadas en los hospitales estadounidenses, como
code blue (para avisar de una parada cardíaca), code red
(para avisar de un incendio), code yellow (para avisar de un
escape de gases tóxicos) y code pink (para avisar del secuestro
de un recién nacido), tenemos el jergal code brown, indicativo de
incontinencia fecal (ya se perciba de lejos por el olfato o al destapar
a un paciente que tiene la cama manchada de excrementos). Es decir, lo
que en jerga médica española podría ser una hemorragia de la vena
cacaria.
En ocasiones se usa incluso
un término real del lenguaje médico, pero con nuevo significado jergal.
Es el caso de GI round, que en el registro formal es una sesión
clínica de gastroenterología, pero que en el registro jergal se aplica
al desayuno, almuerzo o cena en el comedor del hospital. O también
liver round (o hepatology conference), que en el registro
formal es una sesión clínica de hepatología, pero que en el registro
jergal se aplica a cualquier celebración o reunión festiva de un
servicio médico en la que se sirvan bebidas alcohólicas.
Probablemente, el recurso
más utilizado y más frecuente en la jerga médica es la abreviación o
acortamiento de palabras, generalmente por apocopación. Pienso, por
ejemplo, en español, en términos jergales como ampi, clinda, cotri,
cubre, eco, electro, farma, fisio, genta, gine, mamo, neumo, pielo,
quimio, tetra o uro. Este tipo de lenguaje jergal suele ser
muy fácil de entender para quienes están familiarizados con él, pero no
tanto para quienes no hayan trabajado en un hospital (y no estén
familiarizados, por consiguiente, con los tecnicismos de partida como
cotrimoxazol o pielografía. Menos comprensible resulta
todavía para quienes tengan otra lengua materna distinta del español,
como es la situación del traductor.
Es posible que el traductor
de lengua materna inglesa no tenga grandes problemas para deducir que
cardio corresponde a cardiología (en inglés, cardiology)
o que neo corresponde a neoplasia (en inglés, neoplasm),
pero seguramente sí tendrá más dificultad para dar con el
significado de busca, fonendo, porta o trauma,
puesto que el buscapersonas se llama bleep, beeper o
pager en inglés; el fonendoscopio, stethoscope; el
portaobjetos, slide, y el traumatólogo, orthopaedic surgeon.
Y algo parecido sucede con
los acortamientos jergales del inglés para quienes hablamos español. Es
posible que el médico español no tenga grandes dificultades en reconocer
e interpretar correctamente términos jergales como abd (abdomen),
actino (actinomicosis), amnio (amniocentesis), barbs
(barbitúricos), benzos (benzodiacepinas), bili
(bilirrubina), blasto (blastomicosis), brady
(bradicardia), ceph (cefalosporina), coag (coagulación),
crypto (criptococosis), fib (fibrilación), hep
(hepatitis), oligo (oligonucleótido), Pap (prueba de
Papanicoláu), physio (fisioterapia), polys (leucocitos
polimorfonucleares), rehab (rehabilitación), staph
(estafilococo) y tach (taquicardia). Pero a buen seguro le será
mucho más difícil entender acortamientos como Cas
(servicio de urgencias, que en el Reino Unido llaman Casualty
Department), gastrocs (músculos gemelos, en la
pantorrilla, que en inglés llaman gastrocnemius muscles) o
resus (reanimación cardiopulmonar, que en inglés llaman
resuscitation).
Este recurso al
acortamiento resulta especialmente conflictivo en tres situaciones:
-
Cuando la forma
apocopada jergal coincide con un tecnicismo médico ya en uso y sí
recogido en los diccionarios. Es
el caso de cocci, que en el registro formal
corresponde al plural de coccus (coco: bacteria de forma
redondeada), pero que en el registro jergal corresponde a la apócope
de coccidioidomycosis (coccidioidomicosis) o de
coccidiosis (coccidiosis).
-
Cuando una misma forma
abreviada se usa en las dos lenguas con distinto significado. Es el
caso de histo, echo y narco. Porque histo
es la forma abreviada jergal habitual de histología en
español, pero de histoplasmosis en inglés; eco
corresponde en español a ecografía (que en inglés se
abreviaría USS, por ultrasound scan) mientras que
echo corresponde en inglés a echocardiography (que en
español se abreviaría ecocardio), y narco corresponde
a narcotraficante en los países de habla hispana, pero a
narcotics officer (policía de la brigada de estupefacientes o
funcionario de la Oficina Federal de Estupefacientes) en los Estados
Unidos.
-
En situaciones de
polisemia, cuando una misma forma jergal puede tener dos o más
significados. Uno de los ejemplos más llamativos podría ser el
inglés scope, que puede ser forma jergal
abreviada de endoscope, bronchoscope, laryngoscope,
otoscope, stethoscope o cualquier otro instrumento
terminado en ‑scope. A ello hay que sumar la plasticidad
asombrosa del inglés, que permite formar verbos a partir de
cualquier sustantivo, de modo que
to scope
podría significar también desde «observar al microscopio» hasta
«practicar una endoscopia». Para el traductor, pues, el contexto
habrá de resultar crucial: «how do bacilli look under the scope?»
(¿qué aspecto tienen los bacilos observados al microscopio?);
«have you ever been scoped from below?» (¿le han hecho alguna
vez una colonoscopia?).
Los términos jergales en español que he venido
recopilando desde hace años los tengo todavía inéditos, pero para el
inglés sí publiqué en el año 2006 un extenso glosario en Panacea,
dividido en dos partes e integrado por más de setecientos términos
médicos de los registros jergal y coloquial, en su mayor parte aún no
recogidos en los diccionarios bilingües generales o especializados11.
3. La
jerga de los pacientes
En nuestros hospitales,
consultorios y centros de salud no solo los médicos y otros
profesionales sanitarios usan jerga. También los enfermos tienen su
propia jerga específica, y tan rica como la de los médicos, si no más;
especialmente en lo relativo a los eufemismos para hablar de todo lo
relacionado con la sexualidad, la reproducción y las funciones
excretorias, por un lado, y al riquísimo campo de los barbarismos
médicos populares, por otro.
3.1.
Eufemismos pudendos
En todas las lenguas
abundan los eufemismos coloquiales para referirse a las funciones
fisiológicas de defecación y micción. Y el médico debe conocerlos bien,
pues los encontrará con frecuencia en el ejercicio de su profesión. De
un médico que ejerza en España, por ejemplo, se espera que sea capaz de
interpretar una relación directa con la defecación en expresiones como
«después de aliviarme, era todo negro como la pez» (melena), «vengo a
ver si me receta algo para poder salir a la calle» (estreñimiento) o «me
paso el día haciendo aguas mayores sin parar» (diarrea). Y lo mismo le
sucede al médico que desee ejercer, siquiera sea durante un corto
período, en un país de habla inglesa. Se supone que debe conocer bien
las expresiones populares más frecuentes para las dos grandes funciones
excretorias.
Con el sentido de orinar,
por ejemplo, tenemos verbos o locuciones verbales eufemísticas como
to do number one, to go pishie, to go round the corner,
to go to see a man about a dog (generalmente referido a varones),
to go to see one's aunt, to have a run-out, to make
water o to pass water, to pee, to spend a penny
(inglés británico, y generalmente referido a mujeres), to tinckle
y to wee o to wee-wee (inglés británico); todas ellas, más
o menos equivalentes a «hacer pis», «hacer pipí» o «hacer aguas
menores».
Con el sentido de defecar,
hay otras tantas, como to crap, to do a big job, to do
a pooh, to do a rear, to do number two, to do one's
business, to eliminate, to go to the ground, to go
to see a man about a horse, to have a clear out, to have a
bowel movement, to have the bowels opened y to pooh;
todas ellas, más o menos equivalentes a «hacer caca», «hacer de vientre»
o «hacer aguas mayores».
Y nos queda aún un amplio
grupo de eufemismos populares imprecisos, que tanto pueden significar
«defecar» como «orinar». Cuando, entre nosotros, alguien dice que «va un
momento al baño», todo el mundo entiende que no va a ducharse ni a darse
un baño con espuma, sino que va a «hacer sus necesidades», ya sean estas
mingitorias o defecatorias. Pues ese mismo sentido amplio tienen las
siguientes expresiones inglesas: to go to the bathroom (inglés
norteamericano), to go to the gents (referido a varones), to
go to the ladies (referido a mujeres), to go to the lavatory
(inglés británico), to go to the loo (referido a mujeres), to
go to the toilet, to pay a visit, to powder one's nose
(referido a mujeres) y to relieve oneself. Un paciente de habla
inglesa que nos diga «I’m always running to the bathroom», tanto puede
estar refiriéndose a lo que un médico de habla hispana llamaría
diarrea, polaquiuria o, en ocasiones, poliuria.
Y algo parecido podría decirse de otros
muchos eufemismos o expresiones crípticas que utilizan los pacientes
para referirse a las partes genitales o a la reproducción sexual:
bleeding from down below puede ser hemorragia vaginal, hematuria o
rectorragia, según el contexto; itching around my back passage es
el prurito perianal; «I’m going to examine your front passage» dice el
ginecólogo a su paciente cuando va a practicar un tacto vaginal; estar
en la menopausia es to go through the change o to go through
that certain age; someterse a una histerectomía puede ser to have
a major operation, to have an internal operation o to have
it all taken away, y to have the snip es la vasectomía en el
caso de un varón, pero la ligadura de trompas (también llamada a
tubal) en el caso de una mujer. Por no hablar de las mil y una
formas de referirse a la regla:
to be indisposed, to be unwell, to get the cramps, to have the curse, to
have the days, to have the usual, to have the monthly friend, that time
of the month, the bad time of the month, the funny time of the month,
the wrong time of the month…
Durante estos últimos años,
mi labor como traductor médico me ha permitido seguir recopilando muchos
de estos eufemismos, que aparecerán recogidos en la tercera edición de
mi Diccionario crítico de dudas inglés-español de medicina,
prevista para el 2012.
3.2.
Barbarismos médicos populares
El lenguaje de la medicina
es de una complejidad asombrosa, hasta el punto de que incluso los
médicos tenemos dificultades para manejarlo con soltura. No es raro, por
ejemplo, encontrar especialistas con muchos años de ejercicio que
escriben incorrectamente ciertos tecnicismos (por ejemplo, propanolol,
turalemia, éxtasis sanguíneo, protusión o
incindir en lugar de las formas correctas propranolol,
tularemia, estasis sanguínea, protrusión e incidir,
respectivamente) o confunden entre sí palabras o conceptos afines (tiroxina
y tirosina, cistina y cisteína, infección e
infestación, molalidad y molaridad, queratocito
y queratinocito, traqueotomía y traqueostomía,
etc.).
Si incluso los médicos
yerran a menudo en el uso de su lenguaje especializado, no es difícil
imaginar la cantidad de términos impropios de lo más variopinto que
podemos hallar en boca de los pacientes con escasa formación cuando
tratan de repetir un tecnicismo que nunca en su vida han visto escrito,
y solamente un par de veces han oído pronunciar a su médico de cabecera.
Pienso, no sé, en vocablos como amingalitis (por amigdalitis),
caticardia (por taquicardia), cinecólogo (por
ginecólogo), espizofrénico (por esquizofrénico),
esticmatismo (por astigmatismo), oxoplasmosis (por
toxoplasmosis), pisioterapeuta (por fisioterapeuta) o
tomatoma (por hematoma).
Es cierto que estos
barbarismos no suelen plantear grandes dificultades para quienes los
oyen en su lengua materna. Ante un paciente de habla inglesa que utilice
expresiones como blood vile, brown kitties, color bone,
curly B lines, electric lights, ox vomit, Queen
Ann, superstitious fleabites, very coarse veins o
watery tension, por ejemplo, el médico anglohablante con cierta
experiencia no tarda en adivinar que lo que en realidad quiere decir es
blood vial, bronchitis, collarbone, Kerley B
lines, electrolytes, nux vomica, quinine,
superficial phlebitis, varicose veins y water retention,
respectivamente.
La cosa se complica mucho
cuando este ejercicio afecta a dos lenguas distintas, como es el caso de
la interpretación sanitaria en hospitales, servicios de urgencias,
centros de salud y consultorios. Para el médico o el intérprete de
lengua materna inglesa puede llegar a resultar enormemente complicado
tratar de elucidar qué quiere decir exactamente un paciente de habla
hispana cuando habla de espina del rosal, dolor asiático,
glóbulos vaginales, pólipo frenético o tiritas
radiactivas. Con la dificultad añadida de que todos estos
barbarismos, por considerarse erróneos, no aparecen tradicionalmente
recogidos en los diccionarios, en las recopilaciones terminológicas ni
en las fuentes habituales de consulta.
Al menos así era hasta el
año 2009, fecha en que la Asociación Europea de Redactores Médicos
(EMWA, por sus siglas inglesas) me pidió para su revista un breve
artículo sobre los barbarismos médicos populares españoles para
traductores al inglés. Abro un nuevo subapartado para comentar con
cierto detalle el glosario resultante.
3.3.
Glosario español-inglés de barbarismos médicos populares
Lo que inicialmente iba a ser pequeño
artículo de una o dos páginas se convirtió finalmente en un extenso
glosario con 4 200 barbarismos frecuentes entre los pacientes
de habla hispana, que llevaba por título «Patientspeak: a
Spanish-English glossary of lay medical malapropisms» y se publicó
dividido en tres partes en la revista
The Write Stuff: The Journal for European
Medical Writers12.
Dado que la jerga médica de los pacientes pertenece fundamentalmente al
registro oral, el glosario puede ser útil para los intérpretes
sanitarios; pero también para los traductores que tengan que enfrentarse
a la traducción de notas manuscritas o diarios de evolución escritos por
pacientes sin formación médica y, en general, para cualquier estudioso o
amante del lenguaje médico.
El objetivo del glosario
era bien sencillo: dotar al intérprete sanitario de lengua materna
inglesa de un instrumento que le permita, cuando en un servicio de
urgencias oiga a un paciente decir «el niño nació con agua en el
tentáculo», «mi sobrino es que no puede comer glúteos» o «lo dejaron
ingresado en la unidad de laxantes», entender tras una consulta rápida
al glosario que le están hablando de un hidrocele, de un niño celíaco o
de la planta de pediatría para bebés, respectivamente.
Para ello, opté por
elaborar un glosario de estructura muy sencilla, con solo dos tipos de
lemas o entradas.
Los
lemas verdes van dentro de un
recuadro, constituyen las entradas básicas sobre las que se sustenta
todo el glosario y corresponden a términos correctos o tecnicismos que
los pacientes equivocan con facilidad. Tras el lema en español se ofrece
el equivalente formal en inglés y, en línea aparte y precedida por la
abreviación Mal., una lista de las variantes incorrectas más
frecuentes en español. Para algunos lemas escogidos, se ofrece también,
tras el símbolo ◘, una frase
española que precisa el uso y el sentido de la palabra comentada dentro
de un contexto más amplio, y tras el símbolo ●, una o más expresiones
compuestas formadas con alguno de los barbarismos recogidos en esa
entrada.
Si alguno de estos lemas
verdes puede encontrarse también en contextos médicos utilizado con uno
o más sentidos incorrectos, estos se enumeran tras la acepción correcta
y precedidos por la correspondiente cifra de acepción en color rojo. Es
el caso, por ejemplo, de cúbito, que los pacientes pueden
utilizar en su sentido propio (inglés ulna), pero también como
barbarismo por decúbito (inglés decubitus).
Los
lemas rojos, que constituyen el
grueso del glosario, son barbarismos médicos con remisión directa a la
correspondiente forma correcta en español (donde el usuario
anglohablante encontrará la traducción); por ejemplo: oxinófilo =
eosinófilo. Muchos de estos barbarismos corresponden a
deformaciones populares, errores de pronunciación y confusiones con
otros tecnicismos o vocablos generales ortográfica, fonética o
conceptualmente semejantes, que dan lugar a palabras inexistentes o sin
sentido en español. Otros, en cambio, coinciden con palabras ya
existentes en español con sentido propio; en estos casos, este sentido
propio no va como acepción numerada, sino en nota aparte precedida por
el símbolo ►, que se emplea
también para otras notas de uso o comentarios relevantes. Es el caso,
por ejemplo, de escarnio, que en propiedad corresponde al inglés
derision o ridicule, pero que en el ámbito médico
encontraremos con frecuencia como malapropism por escáner
(inglés CT scan); o de soltera, que además de su uso
habitual para lo que en inglés sería single woman, puede
encontrarse también como barbarismo por solitaria (inglés pork
tapeworm).
Además de los símbolos
mencionados, el glosario únicamente incorpora algunas abreviaciones de
categoría gramatical (adj., adjetivo; m., sustantivo
masculino; f., sustantivo femenino; sgl., singular; pl.,
plural) para distinguir entre acepciones de una misma palabra que pueda
funcionar en distintas categorías con sentidos muy diferentes; por
ejemplo: profiláctico, que corresponde a prophylactic o
preventative como adjetivo, pero a condom como sustantivo
masculino. Y alguna más de sentido evidente: abbr., abreviación;
coll., término coloquial; US, variante léxica u
ortográfica norteamericana.
Posiblemente se entienda
mejor la estructura del glosario con un ejemplo concreto. Supongamos que
un enfermo se explica así: «estuve tomando unas cláusulas blancas y
rojas durante varias semanas, y también unos oprimidos verdes, pero no
me hicieron nada». Los dos términos conflictivos, cláusulas y
oprimidos, tienen entrada propia en el glosario y remiten a su
equivalente en el registro formal.
cláusulas
=
cápsulas
►
Actual
meaning: clauses.
oprimido
=
comprimido
►
Actual
meaning: oppressed.
Para dar con el equivalente
inglés buscado, basta con seguir la remisión.
cápsulas:
capsules.
Mal.:
ápsulas,
cácsulas, cánsulas, cáusulas, cláusulas.
◘ «El médico me recetó una
caja de pastillas en ápsulas» // «Llevo ya tres meses tomando las
cláusulas verdes y amarillas».
comprimido:
a) adj.
compressed; b) m. tablet.
Mal.:
deprimido, oprimido.
◘ «Me han cambiado los
oprimidos por unos opositorios».
● deprimido
escervescente
(effervescent tablet).
Con frecuencia, por
supuesto, la jerga de los pacientes no es tan sencilla como en este
ejemplo que he puesto. En el registro jergal vamos a encontrar los
mismos problemas que dificultan la comunicación en el registro formal.
Por ejemplo, los cuatro siguientes:
-
Confusión entre
términos muy parecidos. Del mismo modo que entre médicos no son
raras las confusiones entre adenina y adenosina, o
entre genético, génico y genómico, también
entre pacientes son frecuentes las confusiones entre atópico,
atípico y ectópico, o entre genérico,
genético y transgénico. Veamos, por ejemplo, qué
encontraría en el glosario el traductor o intérprete que se
encuentre con alguno de estos últimos términos usado en un contexto
insólito.
genérico,
-ca
1
generic
(drug).
Mal.:
analógico, ecológico, general, genético, geriátrico, marca blanca,
simulacro, sucedáneo, transgénico.
◘ «A mí recéteme de marca,
mejor que los genéticos esos» // «Los transgénicos son siempre mucho
más baratos».
2
=
genético, -ca
3
=
transgénico
genético,
-ca
1
genetic.
Mal.:
genérico,
genital, genitario, ginético, jinético.
◘ «El médico lo atribuye a
causas genéricas»; «Me ha dicho también que intervienen factores
genitarios».
2
=
genérico, -ca
transgénico
1
a) adj.
transgenic; b) m. GM product.
Mal.:
genérico, transgenérico,
trasgénito.
◘
«Me dan mucho miedo los alimentos genéricos».
2
=
genérico, -ca
-
Sinonimia. La
multiplicidad de sinónimos distintos con un mismo significado puede
darse para cualquier concepto médico, pero en la jerga popular
resulta especialmente frecuente en el caso de los anglicismos y para
los nombres de fármacos o marcas de productos farmacéuticos o
parafarmacéuticos. Siguen tres ejemplos:
escáner:
a)
computerized tomography; b) computerized tomogram, CT scan.
Mal.:
escaléstric, escaño, escarnio, escay, escrámer, scay, scramer, skai,
skay.
◘ «Fue a urgencias y le
hicieron un escarnio de la cabeza».
●
escaño
cerebral
(brain CT scan).
►
See also
→
TAC
ibuprofeno:
ibuprofen
(analgesic, antiinflammatory and antipyretic agent)
Mal.:
biofreno,
bolufreno, buroprofeno, hipobrufeno, hipogluceno, iboprofeno,
ibufremeno, ibufropeno, ibuprafeno, ibuprofina, ipobrufeno,
iprufeno, irbuprofeno, perofreno, uboprofeno, uroprofeno.
Fave de
Fuca:
trade
name: vegetal laxative.
Mal.:
ave de
fuca, fa de fuca, fabe de foca, fava de fuco, fave de foca, fe de
fuca, fuco de fava, fuve de faca, paté de foca, vaca de faca, vaca
de fuca.
◘ «Una amiga mía, que es Ana,
me ha dejado una caja de paté de foca, a ver si me ayuda a
adelgazar».
-
Polisemia. El uso de un
mismo barbarismo con dos o más significados es relativamente
frecuente en la jerigonza popular. En ocasiones, obedece a un
acortamiento que viene ya del registro formal; por ejemplo, en un
frase como «me hicieron el letro cuando vine a urgencias», donde el
paciente se limita a reproducir la apócope jergal electro que
usó en su momento el personal sanitario del servicio de urgencias, y
que ahora obligará al intérprete a tratar de desambiguar preguntando
al paciente si se trató de un letro del corazón
(electrocardiograma) o de un letro de la cabeza
(electroencefalograma). Otras veces, la polisemia obedece en
realidad a homonimia, por confluencia de términos que se escriben
igual, pero tienen distinta etimología. Pienso, por ejemplo, en un
barbarismo como culista, que tanto puede
designar al oftalmólogo (por deformación del tecnicismo oculista)
como al proctólogo (por acuñación neológica a partir de la parte
anatómica de la que se ocupa la proctología). Obsérvese, por cierto,
que este último especialista, el proctólogo, da también lugar por
deformación a prostólogo, que es a su vez voz homónima, por
acuñación neológica, del especialista que se ocupa de las
enfermedades de la próstata (esto es, el urólogo).
-
Falsas familias
léxicas. Enlazando con el párrafo anterior, es fácil entender que en
el campo de los barbarismos médicos populares dos palabras parecidas
no siempre comparten familia léxica ni campo de especialidad.
Pensemos, a modo de ejemplo, en las palabras úrsula y
ursulina utilizadas en frases como «me sienta fatal para la
úrsula gastroduodenal» o «tengo una úrsula en el pie izquierdo», por
un lado (úlcera, evidentemente), y «tiene que indiectarse
ursulina para la diabetis» o «el otro día me dio un ataque de
ursulina que poco más y no lo cuento», por otro (insulina,
claro está).
* *
*
Como puede comprobarse,
esta última acuñación, ataque de ursulina, es hermosísima, da
justo en el blanco, expresa con enorme fuerza el concepto que pretende
designar (una crisis hipoglucémica por sobredosis de insulina) y es
fruto de una lengua auténticamente viva. No entiendo bien por qué no
habría de tener cabida en los repertorios del léxico especializado.
¿Por qué se niega la
entrada en los diccionarios a palabras como las que hemos estado viendo
en este artículo? ¿Simplemente porque las acuñó un analfabeto o, en el
caso de la jerga profesional, porque las dicen los médicos cuando están
bromeando en la cafetería y no cuando, encorbatados, se suben a una
tarima para hablar engolando la voz ante un público serio y formal?
¿Porque las ha garrapateado en un recorte de periódico la viejecita a la
que pedimos que fuera anotando sus síntomas en lugar de escribirlas un
catedrático que envía su artículo a un revista médica de prestigio?
Francamente, no logro entender por qué en los diccionarios hay palabras
de dos categorías.
Somos
traductores, y por nuestras manos, ojos y oídos pasan día tras día miles
de palabras: sabiondas unas, populares otras, y eruditas, bromistas,
aristocráticas, sencillas o técnicas las de acá y allá. A través de las
páginas de puntoycoma exhorto a mis colegas de profesión a
prestar atención a todos los vocablos por igual y a enriquecer nuestras
tareas cotidianas de traducción con la elaboración de glosarios o
diccionarios de todo tipo. Gracias a los útiles informáticos como los
modernos programas informáticos para lexicografía, elaborar glosarios de
planta compleja es hoy más fácil que nunca antes en la historia. Animo a
todo traductor a emprender la recopilación de un glosario, el que sea, y
a mirar con especial cariño a estas palabras huerfanitas que suscitan el
desprecio o la burla generalizadas.
FERNANDO A. NAVARRO
Traductor médico.
Cabrerizos (Salamanca, España)
fernando.a.navarro@telefonica.net
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medicablogs.diariomedico.com/laboratorio. |
2 |
medtrad.org/panacea.html. |
3 |
www.nactem.ac.uk/software/acromine. |
4 |
Otros recursos útiles para el inglés son
Acronym Finder (bioinformatics.org/textknowledge/acronym.php)
y el diccionario de siglas de MediLexicon (www.medilexicon.com/medicalabbreviations.php). |
5 |
www.abkmed.de. |
6 |
Por ejemplo, los cinco siguientes,
ordenados por antigüedad:
Miguel Murcia Grau, Diccionario de
abreviaturas, siglas y acrónimos. Barcelona: Península, 1998.
Mariano Illera Martín, Diccionario
de acrónimos con símbolos y abreviaturas para las ciencias de la salud (2.ª
edición). Madrid: Fundación Wellcome, 1999.
Enrique Marcelino Otharán,
Diccionario de abreviaturas, acrónimos, siglas y símbolos médicos.
Barcelona: Mayo, 2002.
Javier Yetano Laguna y Vicent
Alberola Cuñat, Diccionario de siglas médicas y otras abreviaturas, epónimos
y términos médicos relacionados con la codificación de las altas hospitalarias.
Madrid: Ministerio de Sanidad y Consumo, 2003.
Juan Martín Lázaro y José Rubí
Cervino, Manual de siglas médicas por especialidades. Torrelodones:
Recordart, 2004. |
7 |
Esto ha cambiado recientemente, pues desde octubre
del 2011 el Diccionario de siglas médicas de Yetano y Alberola sí puede
consultarse ya a través de la sede internética de la Sociedad Española de
Documentación Médica (SEDOM;
sedom.es/diccionario),
y sus autores lo están ampliando y actualizando de forma continua (3 527 siglas
recogidas con fecha 5 de diciembre del 2011). Pero estamos hablando ya de tres
años después de la publicación electrónica de mi Repertorio de siglas en
la página web de Tremédica. |
8 |
tremedica.org/glosarios/siglas. |
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Únicamente en el caso de España (con casi 3 600
siglas locales) me atrevería a calificarla de satisfactoria; para Méjico (869
siglas locales) y Argentina (488 siglas locales) no pasa de aceptable, y para
todos los demás países resulta claramente insuficiente (menos de 220 siglas
locales por país). Las cosas serán en este aspecto muy distintas cuando, en
junio del 2012, publique en la red la segunda edición del Repertorio. Para
entonces, cuento con haber incorporado unas 3 500 siglas mejicanas y otras
tantas argentinas; más de un millar de siglas locales para Chile, Colombia, Perú
y Venezuela, y más de medio millar para Bolivia, Costa Rica, Cuba, los Estados
Unidos, Guatemala y Uruguay. |
10 |
Posteriormente, Claudia Tarazona publicó en
Argentina otro artículo sobre el mismo tema: «Lenguaje médico informal y jerga
médica». IntraMed, 5 de febrero del 2009 (www.intramed.net/contenidover.asp?contenidoID=50898). |
11 |
Puede consultarse gratuitamente en
medtrad.org/pana cea/IndiceGeneral/n23_tradyterm_Navarro.pdf
y
medtrad.org/panacea/IndiceGeneral/n24_tradyterm-navarro.pdf. |
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Año 2009, volumen 18, números 2 a 4 (thewritestuff.
emwa.org/article/searcharchive).
Inicialmente, el acceso al glosario completo era libre y gratuito a través de la
página internética de The Write Stuff, pero tras la remodelación del
archivo electrónico de la revista todos los artículos están ahora restringidos a
socios de la EMWA y suscriptores de pago. |
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