  
TRIBUNA
Novedades en
lexicografía médica (I)
El
Diccionario
de términos médicos (2011)
de la Real Academia
Nacional de Medicina
En septiembre del 2004, de la mano de Antonio
Campos Muñoz —a la sazón, flamante académico numerario de la Real Academia
Nacional de Medicina (RANM)— me incorporé a un proyecto ilusionante y asumí la
dirección técnica del Diccionario de
términos médicos (en adelante, DTM).
Seis años después, accedí gustoso a la amable invitación del
Departamento de Lengua Española de la Dirección General de Traducción de
la Comisión Europea para visitar una vez más Bruselas y Luxemburgo y
pronunciar sendas charlas sobre mi actividad lexicográfica reciente, que
tuvieron lugar los días 20 y 21 de septiembre del 2010.
Como es
habitual en las modernas presentaciones orales, cada charla fue predominantemente
visual, con abundante apoyo en diapositivas de PowerPoint, y con dos partes claramente
diferenciadas: la primera, destinada a exponer con cierto detenimiento las
características más destacadas del DTM; la segunda, a comentar de forma más
somera otros trabajos lexicográficos menores.
Por sugerencia
de los organizadores, presento ahora en puntoycoma
un resumen escrito de los principales aspectos abordados entonces, en dos
artículos: uno para cada una de las dos partes de la charla original. Este
primer artículo, dedicado al DTM, irá
estructurado en cuatro grandes apartados: tras presentar someramente los antecedentes
históricos, explicaré cuáles eran los planteamientos
iniciales y objetivos que se proponía la RANM en el año 2004; a continuación,
describiré brevemente la estructura visual que adoptarán los artículos cuando
el diccionario llegue a las librerías el próximo mes de septiembre, y por
último trataré de exponer, con el recurso a abundantes ejemplos, algunos de los
aspectos más novedosos del DTM en el
ámbito de la lexicografía médica española e internacional. Una bibliografía
sucinta y un apartado de agradecimientos cierran el artículo.
1. Antecedentes históricos
En el marco del simposio «La terminología
médica en los profesionales y en los medios de comunicación», celebrado en
Madrid en abril del 2004, la RANM hizo pública su voluntad de elaborar un
diccionario médico de nueva planta.
El anuncio fue acogido con entusiasmo por las principales instituciones,
organismos y asociaciones del ámbito médico. Suscribieron de forma inmediata un
manifiesto de respaldo y apoyo expreso al proyecto los máximos representantes
del Instituto de Salud Carlos III, la Organización Médica Colegial, la Federación
de Asociaciones Científico-Médicas Españolas, la Conferencia Nacional de
Decanos de Facultades de Medicina, la Asociación Nacional de Informadores
Sanitarios, la Sociedad Española de Educación Médica, la Federación Europea de
Directores de Revistas Científicas, la revista Panace@, el grupo MedTrad y algunos de los principales servicios de
traducción médica y técnica del mundo de habla hispana: Organización Mundial de
la Salud, Organización Panamericana de la Salud, Dirección General de
Traducción de la Comisión Europea, Comité Económico y Social Europeo y Comité
de las Regiones1.
¿Cómo se explica esta común expectación?
¿Tan necesitado estaba realmente el español de otro diccionario médico más? La
historia, como en tantas ocasiones, puede servir de ayuda para comprender la
situación actual.
En la segunda
mitad del siglo XV, la irrupción de la imprenta de tipos móviles y la difusión del
pensamiento humanista marcan el comienzo del período de esplendor de la lexicografía
europea. Y en sus inicios ocupa España, como potencia cultural de primer orden,
una posición privilegiada. No es solo que el español fuera, en 1492, la primera
lengua moderna en dotarse de una gramática. Se trata, sobre todo, de que en
nuestro país se elaboraron durante siglos diccionarios de vanguardia que podían
compararse ventajosamente con los mejores de su
época, y que con frecuencia se convirtieron, por sus aspectos innovadores, en
modelos u obras de referencia fuera de nuestras fronteras.
Pienso, por
ejemplo, para la lengua general, en los dos tomos del diccionario bilingüe de
Elio Antonio de Nebrija (Dictionarium ex
sermone latino in hispaniensem & Dictionarium ex hispaniense in latinum
sermone; Salamanca, 1492 y 1495), el Tesoro
de la lengua castellana de Sebastián de Covarrubias (Madrid, 1611) y el Diccionario de autoridades de la Real
Academia Española (Madrid, 1726-1739); y para el lenguaje científico-médico, en
obras como el Dictionarium medicum de
Nebrija (Amberes, 1545), el Diccionario
médico de Juan Alonso de los
Ruyzes Fontecha (Alcalá de Henares, 1606) o el Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes del jesuita
Esteban de Terreros y Pando (Madrid, 1767).
A partir de
mediados del siglo XVIII, no obstante, se hace ya evidente la pobreza de nuestra
lexicografía, y el español queda al margen de las obras decimonónicas emprendidas
por las grandes lenguas de cultura para elaborar monumentales diccionarios históricos y etimológicos. No nos dotamos
entonces, ni disponemos aún, de un diccionario español comparable al Deutsches Wörterbuch de los hermanos
Grimm (Leipzig, 1838-1961), al Dictionnaire
de la langue française de Émile Littré (París, 1863-1872) o al Oxford English Dictionary (Oxford, 1884-).
Esta pobreza
lexicográfica se ve agravada en el caso de la medicina por el atraso científico
que arrastrábamos desde hacía un siglo; perdimos comba, y España quedó
descolgada del movimiento europeo de los grandes diccionarios enciclopédicos de
medicina, que tan fructífero fue en países como Francia y Alemania. Los
intentos de elaborar diccionarios propios, con ser numerosos, no se vieron
coronados por el éxito: proyectos que se abandonaron inconclusos, otros que se
terminaron tarde y mal, y otros, en fin, que no tuvieron continuidad2. Por unos motivos u otros, el caso es que los diccionarios
españoles originales nunca llegaron a cuajar en el mercado, que pasó a estar
dominado por las traducciones de obras francesas. Se traduce y se reedita
repetidas veces, por ejemplo, el Dictionnaire
de médecine (1855) de Littré, de carácter léxico; y se traducen al español
asimismo los tres grandes diccionarios enciclopédicos de la escuela médica
francesa: el Dictionnaire des sciences
médicales (1812-1820) en sesenta tomos, el Dictionnaire de médecine et de chirurgie pratiques (1829-1836) en
treinta tomos y el Dictionnaire
encyclopédique des sciences médicales (1864-1889) en cien tomos.
Por increíble
que pueda parecer —es opinión general que los diccionarios son intraducibles—,
en el siglo XIX nuestra lexicografía especializada optó de forma clara por la
traducción, en detrimento de la producción propia, y se entregó abiertamente en
brazos de la lexicografía extranjera. Desde entonces, la lengua española es, en
medicina, un idioma secundario y dependiente.
El siglo XX no cambió
este panorama desolador, salvo en un pequeño detalle: de ser deudores de la
lexicografía médica francesa, pasamos a serlo de la estadounidense. El caso es
que hoy no disponemos de ninguna obra original que pueda competir en calidad o
cantidad con los principales diccionarios médicos en lengua inglesa o alemana.
Una situación impropia para la que todos los analistas coinciden ya en señalar
como la segunda lengua internacional del siglo XXI.
No es de
extrañar, pues, el alborozo con que la clase médica acogió el anuncio de que la
RANM estaba dispuesta a asumir por fin3 y llevar adelante la tarea de elaborar un diccionario con visos de
continuidad y vocación clara de convertirse en obra de referencia para el
lenguaje médico en español.
2. Planteamientos y objetivos
En el
año 2004, cuando me incorporo al proyecto, la RANM tenía bien claro su propósito
de publicar un diccionario capaz de convertirse, ya digo, en la obra de
referencia para la lexicografía médica en español. Los planteamientos básicos en
ese momento podrían resumirse como sigue.
El DTM debía ser un diccionario especializado; esto es, no un diccionario de lengua general,
sino restringido a la medicina, a sus distintas especialidades y a otras
ciencias afines, como la química, la farmacia, la botánica, la bioestadística,
etc. El lector habría de encontrar en él, pues, los tecnicismos propios del
lenguaje médico actual, entendidos como tales no solo términos simples o
palabras sueltas (esguince, fórceps, histiocito, melanoma, oncogén, pestaña,
telomerasa), sino también términos compuestos o unidades léxicas formadas por dos o más palabras que designan un
concepto perfectamente individualizado (antígeno carcinoembrionario,
encefalopatía espongiforme bovina, líquido cefalorraquídeo, solución
glucosada). Además, la RANM deseaba dar cabida en su Diccionario a personajes y figuras de relevancia en la historia de
la medicina (Avicena, Cajal, Celso, Fleming, Freud, Hipócrates, Pasteur, Sydenham,
Vesalio, etc.) o asociados a expresiones de uso común en medicina (aparato de
Golgi, enfermedad de Parkinson, polígono de Willis, posición de Trendelenburg,
virus de Epstein-Barr), y también a las abreviaturas,
símbolos y siglas de uso muy extendido (ADN, Ag, AINE, CoA, DIU,
EPOC, IgA, IMAO, LCR, Na, OMS, s.c., TSH).
Para esta
primera edición, el objetivo de la RANM era ofrecer un diccionario de tamaño medio, con un lemario del orden
de las 40 000 a 50 000 entradas. Finalmente, la
obra ya terminada contiene cerca de 52 000 entradas, que habrán
de ir aumentando en sucesivas ediciones.
De modo
sorprendente, tratándose de un diccionario pensado para el siglo XXI, la RANM
expresó su deseo de que la primera edición del DTM fuera una edición impresa
tradicional, en papel. No obstante, una de las primeras decisiones
adoptadas por el equipo técnico fue la de elaborar el diccionario con un
programa informático de lexicografía con posibilidad de exportación en formato
HTML y edición en línea: el programa TLex o TshwaneLex4. Finalmente, la Real Academia Nacional de Medicina y Editorial
Médica Pan-americana acordaron desarrollar para el DTM una edición impresa
y una edición electrónica en línea,
con diferentes versiones navegables para telefonía móvil, iPhone, iPad,
tablilla electrónica, etcétera.
Para la
información contenida en el DTM, la
RANM optó inicialmente por un enfoque terminológico. En las
definiciones de los distintos conceptos, pues, no se pretende recoger todo lo
que la medicina sabe sobre la diabetes
mellitus, por ejemplo, sino por un lado, qué significa, y por
otro, cómo se escribe y se usa esa expresión, qué problemas concretos plantea a
quienes hablamos y escribimos en español. Como comentaré más adelante, no
obstante, este planteamiento inicial fue modificándose paulatinamente durante
el desarrollo de la obra, y finalmente las definiciones del DTM pueden considerarse a medio camino
entre un enfoque terminológico y un enfoque
semienciclopédico.
El DTM no es un diccionario de divulgación,
sino que está específicamente dirigido a
los médicos y otros profesionales biosani-tarios. Quien acceda a él desde
fuera de la medicina lo advertirá, por ejemplo, en el elevado grado de
complejidad que tienen las definiciones. Ello no obsta, por supuesto, para que
puedan utilizar el DTM también, y
sacar provecho de él, los traductores médicos, los redactores científicos, los
periodistas especializados o los escritores de divulgación científica, así como
los profesores universitarios y estudiantes de medicina y otras carreras
biosanitarias (enfermería, odontología, fisioterapia, bioquímica, farmacia,
dietética y nutrición, veterinaria, biotecnología, biología).
Desde un principio, la RANM concedió gran importancia a la etimología como rectora de los criterios y directrices en cuanto a
la correcta acuñación y el buen uso de los términos médicos, y consideró que su
Diccionario debía aportar información
precisa sobre la procedencia y la evolución histórica del léxico especializado
de la medicina.
En una publicación como puntoycoma, de lectoramen esencialmente traductoril, conviene
destacar que el DTM no es un diccionario bilingüe ni multilingüe. Dada la importancia
del inglés como lengua internacional de la medicina, sin embargo, sí hemos
considerado oportuno aportar el equivalente
en inglés norteamericano para todos los términos definidos en el diccionario.
Por último, la
RANM ha creído conveniente conferir un marcado carácter normativo y didáctico al DTM. Interesa resaltar
este aspecto porque no es habitual hoy en día; vivimos en una época en la que
la lexicografía, los diccionarios, se centran más en el uso. Los diccionarios
—se nos dice— deben ser simples notarios del uso, y son los hablantes quienes
van dando forma al lenguaje. Es una actitud que puede valer, tal vez, para el
lenguaje general, pero no necesariamente para el lenguaje científico, que debe
caracterizarse por su precisión y su claridad, y está sujeto a normalización.
En consecuencia, el DTM aborda en
detalle los problemas de sinonimia y polisemia tan abundantes en el lenguaje
médico; contiene abundante información normativa sobre usos, incorrecciones,
ortografía, etc., y asume una clara finalidad práctica como obra destinada a
solucionar las principales dudas que se plantean en el uso de los términos y
conceptos médicos.
3. Estructura de los artículos
A partir de estos planteamientos
iniciales expresados por la RANM, y con la sabia orientación de Fernando Pardos
como responsable lexicográfico, el equipo técnico diseñó para el DTM una planta lexicográfica original y,
a mi modo de ver, sumamente novedosa, sobre todo en lo tocante a la
microestructura.
Me resultará más sencillo explicarla,
creo, si me apoyo en un artículo cualquiera extraído del diccionario; por
ejemplo, el término preferente ‘anafilaxia’.
anafilaxia (fr. anaphylaxie [aná gr. ‘por completo’ +
phylak- gr. ‘guardián’ +
-síā gr.]; acuñado por Portier y Richet
en 1902) [ingl.
anaphylaxis]
1 s.f.
Manifestación de la hipersensibilidad inmediata que ocurre
segundos después de la inyección de un antígeno (picadura de
abeja, medicamento, etc.) a un sujeto susceptible que tiene
anticuerpos IgE específicos. La unión entre antígeno y
anticuerpo produce la liberación de mediadores que estimulan la
vasodilatación, el aumento de la permeabilidad vascular y la
contracción de la musculatura lisa; clínicamente produce
dificultad respiratoria, urticaria, angioedema, colapso vascular
y choque circulatorio.
Sin.: reacción anafiláctica; desus.: fenómeno de Richet, fenómeno de
Theobald Smith.
Obs.: Puede
verse también "anafilaxis".
║ Se usa con frecuencia de manera laxa como si fuera sinónimo de
→
hipersensibilidad inmediata. ║ No debe confundirse con
→
choque anafiláctico.
Como puede
apreciarse, un artículo típico del DTM
consta de seis campos principales. Veámoslos rápidamente por orden.
3.1. Lema
Como es
habitual en la mayor parte de los diccionarios, a cada artículo se entra por un
lema ordenado alfabéticamente. En el DTM,
este lema —que aparece resaltado en negrita, en color azul y con tamaño de
letra algo mayor— suele ser un sustantivo, un
adjetivo, un verbo o una forma compleja. Tanto los sustantivos como los adjetivos
aparecen en singular, a menos que entre médicos solo se utilicen en plural (p.
ej. ‘heces blandas’, ‘paperas’, ‘rayos X’).
En los adjetivos y sustantivos con flexión de género, se hace mención
expresa de ella mediante la repetición, tras una coma, de la última sílaba con
la forma femenina (p. ej. ‘linfático, -ca’ y ‘endocrinólogo, ‑ga’).
En los casos, no tan raros, de homonimia —esto
es, palabras distintas, con distinto origen etimológico, pero que se escriben
exactamente igual—, el lema va acompañado de una letra voladita para poder
distinguir cada homónimo. Es el caso de ‘arcada’,
que reproduzco a continuación.
arcadaa (lat. mediev.
archāta [arcu(m) ‘arco’ + -ā-ta]
‘arco’; docum. en esp. desde 1497 como término arquitectónico;
docum. en fr. como término anatómico desde 1824)
1 [ingl.
arcade]
s.f. Estructura anatómica formada por una serie de arcos.
2 s.f. =
arco [2].
arcadab (derivado del esp. arcar
‘adoptar forma de arco’, a su vez, del lat. mediev.
arcāre ‘construir un arco’; docum. desde 1539)
1 [ingl.
retching]
s.f. Contracción violenta y repetida de la musculatura
epigástrica que acompaña a las náuseas, precede con frecuencia
al vómito y se acompaña de un esfuerzo espiratorio involuntario
con la glotis cerrada.
2 s.f. coloq. =
náusea. Obs.:
Generalmente en plural.
Obs.: Por
semejanza de campo temático, existe riesgo importante de
confusión entre ambas acepciones.
3.2. Información etimológica
Tras el lema, y encerrada en un
paréntesis, aparece la información etimológica, que presenta de forma sucinta el
origen, la formación y la evolución histórica del término médico correspondiente.
Abro un inciso
aquí para explicar que muchos términos médicos están formados a partir de
afijos —ya sean prefijos o sufijos— o construidos con partículas o formantes de
origen griego o latino. Pues bien, bastantes de estos formantes aparecen
recogidos en el DTM como entradas
independientes: ‘‑algia’, ‘anti‑’, ‘‑cida’, ‘‑ismo’, ‘psic‑’, ‘‑stomía’,
‘trans‑’, etc. Ello tiene al menos dos ventajas principales.
Por un lado,
simplifican y aligeran el paréntesis etimológico sin merma de la información
ofrecida al lector. Por ejemplo, es posible aligerar el paréntesis etimológico
de vocablos como ‘ameboide’, ‘carcinoide’, ‘corticosteroide’, ‘deltoides’,
‘espermatozoide’, ‘esteroide’, etc. mediante una simple remisión a la entrada
‘-oide’.
escafoides (gr. skaphoeidés [skaph- ‘barca’ + -o- gr. +
-eidés ‘que tiene el aspecto de’]; reintr. y docum. en fr. desde 1538;
véase también →
-oide)
[…]
-oide (-o- gr. + -eides gr. ‘que tiene el aspecto de’)
[ingl. -oid]
1 Elemento compositivo que denota parecido. En griego es muy frecuente,
hay centenares de compuestos adjetivales que lo usan; casi siempre llevan la
vocal de unión o entre los elementos que los conforman; sin embargo, en
lenguaje científico moderno se ha interpretado que esa vocal de unión o
forma parte del elemento compositivo. Se usó ampliamente en anatomía; muchas de
las palabras antiguas siguen en uso, tras ser reintroducidas con posterioridad
al Renacimiento,
como "coroides", "escafoides" y "mastoides".
Estos términos sirvieron de modelo a numerosos neologismos a partir del siglo
xviii como "androide", que
han sido muy frecuentes en los siglos xix
y xx.
Obs.:
Puede verse también
"-oides";
la preferencia por la terminación "-oide" u "-oides"
depende del contexto. Ambas formas permiten crear adjetivos derivados
terminados en "-oideo" u "-oidal" (por ejemplo,
"arteria tiroidea", "hendidura esfenoidal",
"tratamiento corticosteroideo").
Por otro lado,
permiten ahorrar espacio y evitar repeticiones cansinas a la hora de abordar
problemas o dudas comunes a una amplia familia léxica. Las dudas entre
‘glucolisis’ o ‘glucólisis’, ‘onicolisis’ u ‘onicólisis’, ‘osteolisis’ u
‘osteólisis’, ‘proteolisis’ o ‘proteólisis’, ‘trombolisis’ o ‘trombólisis’ son
básicamente una sola: si el formante de origen griego ‘-lisis’ da en español
palabras llanas o esdrújulas. Para darle respuesta, basta con apuntar la
cuestión en cada una de las palabras correspondientes y remitir desde allí a la
respuesta común que el DTM ofrece en
el campo de observaciones de la entrada ‘-´lisis’.
rabdomiólisis […] Obs.: Se usa mucho la
acentuación antietimológica llana "rabdomiolisis" (→
Obs.
-´lisis).
-´lisis (gr. lýsis ‘descomposición’,
a partir de lýō ‘desatar’,
‘descomponer’) [ingl.
-lysis] 1 Elemento compositivo que denota descomposición. En
griego era un sustantivo abstracto verbal que servía para formar compuestos,
algunos de los cuales siguen en uso, como "análisis" y
"parálisis". A partir del siglo xix
se usó para crear compuestos como "bacteriólisis", "cariólisis"
y "electrólisis".
Obs.: Desde el punto de vista etimológico, los vocablos que incorporan
este formante deben tener en español acentuación esdrújula; en
la práctica, no obstante, son muchos los casos en los que la
acentuación llana antietimológica es hoy mayoritaria,
probablemente por influencia del francés.
Más adelante,
en el apartado 4.2, comento con más detalle otras características destacadas de
la información etimológica contenida en el DTM.
3.3. Equivalencia inglesa
El
equivalente inglés —en su variante norteamericana— aparece destacado en letra negrita
bastardilla, entre corchetes y precedido por la abreviatura ‘ingl.’.
Si el
equivalente inglés afecta a todo el artículo (términos monosémicos, o términos
polisémicos con idéntico equivalente inglés para todas las acepciones), aparece
inmediatamente después del lema y el paréntesis
etimológico:
vapor (lat. uapōr(em); docum.
en esp. desde 1280) [ingl.
vapor]
1 s.m. Gas cuya
temperatura es inferior a la correspondiente a su punto crítico.
2 s.m. Gas que se
produce por evaporación o por calentamiento de una sustancia sólida o líquida.
Obs.: Se usa con frecuencia en un
sentido más restringido, referido tan solo al vapor de agua, sin
necesidad de especificarlo.
3 s.m. Preparado medicinal
para administración por vía inhalatoria.
Obs.:
Con frecuencia en plural.
Si, por el
contrario, las distintas acepciones de un mismo artículo tienen equivalentes ingleses
diferentes, estos se sitúan inmediatamente tras el numeral de la acepción correspondiente.
Tal es el caso de la palabra ‘sueño’, que puede corresponder en inglés a sleep, a dream o a sleepiness.
sueño (lat. somn(um) ‘sueño
(de dormir)’; docum. en esp. desde 1230)
1 [ingl.
sleep]
s.m. Estado fisiológico del adulto que ocurre normalmente cada 24 horas
acoplado a la noche […]. Sin.:
dormir. Obs.: Con frecuencia por
contraposición a
→
vigilia.
2 [ingl.
dream] s.m. Actividad
mental de predominio visual y contenido fantástico, agradable o desagradable,
que ocurre durante el sueño de ondas rápidas y puede ser recordada al
despertarse. Sin.: actividad
onírica, ensueño. Obs.: Con
frecuencia en plural.
║ Su adjetivo es
"onírico".
3 [ingl.
sleepiness, somnolence]
s.m. Deseo o ganas de dormir. Sin.:
somnolencia.
4 s.m. = ilusión
[2].
Obs.: Se
recomienda precaución con este término, que se usa con
significados muy distintos.
Para la asignación y validación de
equivalencias inglesas, en el equipo técnico hemos contado con la valiosa ayuda
de María Luisa Clark, bilingüe español-inglés, doble licenciada en medicina y
filología románica, especialista en anatomía patológica, máster en salud pública
y redactora médica profesional con veinte años de experiencia en organismos
biosanitarios internacionales como la Organización Panamericana de la Salud y
la Organización Mundial de la Salud.
3.4. Definición
Como en cualquier diccionario de
especialidad, el cuerpo del artículo lo forma el campo de definición, donde se
explica el concepto designado de forma clara, concisa y con la precisión
requerida por un texto científico.
En el apartado
4.3 comento con algo más de detalle los aspectos más destacados o novedosos de
las definiciones que integran el DTM.
3.5. Sinónimos
Las entradas seleccionadas como
principales o preferentes incluyen una lista con la enumeración de todos sus
sinónimos, incluidos términos coloquiales, arcaicos o en desuso, e incorrectos
(estos últimos, destacados gráficamente por una línea horizontal de tachado).
Si los
sinónimos lo son de un lema monosémico o de un lema polisémico en todas sus
acepciones, la lista aparece al final del artículo, en párrafo aparte y
precedida por la abreviatura Sin. en letra versalita.
fosa poplítea [ingl. popliteal fossa]
1 [TA: fossa poplitea;
poples] Región posterior deprimida de la rodilla, delimitada a modo de rombo
por los músculos bíceps femoral, semimembranoso, semitendinoso,
gemelo externo, gemelo interno y delgado plantar, y cruzada por
la arteria poplítea y el nervio ciático.
Sin.:
espacio poplíteo, hueco poplíteo, región poplítea, rombo poplíteo; coloq.:
corva;
desus.: fosa de Jobert.
Si los
sinónimos lo son de una sola de las acepciones de un lema polisémico, en
cambio, la lista aparece tras la definición, a renglón seguido y precedida por
la abreviatura Sin.
sala de reanimación
1 [ingl.
recovery room] Unidad de cuidados
postanestésicos y posquirúrgicos que proporciona una estrecha
monitorización y asistencia a los pacientes intervenidos
controlando el despertar, el dolor y cualquier otra posible
complicación relacionada con la técnica anestésica o con la
cirugía.
Sin.: sala de despertar, sala de reanimación posquirúrgica, sala de
reanimación postanestésica, sala de recuperación, sala de
recuperación posquirúrgica, sala de recuperación
postanestésica, unidad de despertar, unidad de reanimación
posquirúrgica, unidad de reanimación postanestésica, unidad de
recuperación, unidad de recuperación posquirúrgica, unidad de
recuperación postanestésica.
Abr.: SRPA, URPA.
2 [ingl.
resuscitation room] Sala del servicio
de urgencias dotada de medios y de personal entrenado para
realizar las maniobras diagnósticas y de reanimación necesarias
ante cualquier paciente en situación crítica por un problema
médico o traumático.
Sin.: sala de reanimación cardíaca, sala de reanimación cardiopulmonar,
sala de reanimación cardiorrespiratoria, sala de resucitación,
sala de resurrección.
Obs.: Por semejanza de campo
temático, existe riesgo importante de confusión
entre ambas acepciones.
Las variantes gráficas o morfológicas de
un término (p. ej. ‘neuroglia’ o ‘neuroglía’, ‘armónico’ o ‘harmónico’,
‘posoperatorio’ o ‘postoperatorio’, ‘bloqueador’ o ‘bloqueante’, etc.) aparecen
enumeradas en el campo de observaciones, en lugar del campo de sinónimos.
factor de necrosis tumoral α [ingl.
tumor
necrosis factor α]
1 Citocina de 157
aminoácidos que participa en el proceso inflamatorio y que también puede
ocasionar choque séptico y caquexia. Es producida por numerosas células: monocitos,
macrófagos, linfocitos T y B, células NK etc., estimuladas especialmente por
endotoxinas u otros productos bacterianos. Tiene
muchas acciones, entre las que destacan la producción de
leucocitosis y fiebre, y la elaboración de otras citocinas,
conduciendo todo ello a una respuesta inflamatoria.
Sin.: caquectina, caquexina.
Abr.: FNT-α, TNF-α.
Obs.: Puede verse
también "factor α de necrosis tumoral", "factor de necrosis
tumoral alfa" y "factor alfa de necrosis tumoral"; con
frecuencia abreviado a "factor de necrosis tumoral".
Véase también el apartado 4.4. «Sinonimia
y polisemia».
3.6. Observaciones
Más de 17 000 entradas del DTM incorporan una o más observaciones
—de acepción o de lema— con comentarios lingüísticos prácticos, consideraciones
necesarias para completar la definición, remisiones a otras entradas del
diccionario, o información de utilidad para el usuario. Lo comento con más
detalle y abundancia de ejemplos en el apartado 4.5.
4. Aspectos novedosos o destacados del
DTM
Tras más de
seis años de intensa dedicación, y fruto del trabajo colectivo y coordinado de
la RANM, el DTM es ya una realidad.
¿Qué aporta este nuevo diccionario con respecto a los otros muchos que podemos
encontrar en nuestras librerías?
En su primera
edición, el DTM incorpora cerca de 52 000
entradas, con más de 66 000 acepciones y unas 40 000
remisiones internas. Como acabamos de ver en el apartado 3, el artículo básico
del DTM consta de seis campos
principales: lema, información etimológica, equivalente inglés, definición,
sinónimos y observaciones. Y en todos ellos el DTM despunta claramente con respecto a otros diccionarios médicos.
Son muchos, pues, los aspectos novedosos que hacen del DTM un diccionario médico sin parangón en el panorama actual de la
lexicografía médica en lengua española. Por motivos de espacio, no obstante, me
limitaré a comentar solo cinco de ellos, de especial significación.
4.1. Diccionario original de nueva
planta
Lo he mencionado ya en el primer apartado,
al repasar los antecedentes históricos: sin competencia de altura, el mercado
de los diccionarios médicos está hoy prácticamente copado en España por obras
traducidas o adaptadas a partir del inglés (Dorland, Stedman, Mosby,
Oxford-Complutense, etc.). El último intento español de elaborar un gran
diccionario médico propio fue el Diccionario
terminológico de ciencias médicas de León Cardenal (Barcelona, 1916), que
ha seguido editándose hasta la actualidad —la última edición data de 1992—,
pero muy empobrecido, seriamente desactualizado
y con una planta de traza decimonónica. En el último siglo, nuestra
lexicografía especializada original se ha limitado en España a diccionarios de
normalización en lenguas autonómicas5; a obras generales de menor enjundia, como el Diccionario Espasa de medicina (Madrid,
1999), y a pequeños glosarios y diccionarios temáticos o de especialidad, como
la reciente colección de LID, aún en desarrollo (Madrid, 2007-2011;
www.diccionarioslid.com).
Que el DTM ha sido pensado, elaborado y escrito
directamente en español, y no traducido desde otras lenguas, será evidente para
el lector, por ejemplo, ya desde la misma selección del lemario. Junto al
núcleo central de términos comunes al lenguaje internacional de la medicina en
cualquier país, el DTM recoge
abundantes términos característicos de la medicina española (aceite de oliva,
Agencia Europea de Medicamentos, área de salud, ATS, Código Alimentario Español,
colegio de médicos, dieta mediterránea, escuela histológica española, herida por
asta de toro, médico adjunto, médico forense, MIR, ONCE, practicante, síndrome
del aceite tóxico, Sistema Nacional de Salud, tanatorio, tarjeta sanitaria,
visitador médico, zona básica de salud, etc.), y también de la hispanoamericana
(abatelenguas, barbijo, bioterio, ciguatera, curita, mamadera, mate,
Organización Panamericana de la Salud, pinta, pupilente, razón de momios,
sanitarista, tapaboca, zancudo, etc.).
Será evidente,
asimismo, en la atención preferente prestada a los médicos y científicos
españoles e hispanoamericanos, así como a sus aportaciones realizadas a la medicina
univer-sal. Repasando los antropónimos que salpican cualquier texto de medicina
—Abrikósov, Behçet, Calvé, Creutzfeldt, Ehlers, Hirschsprung, Kaposi, Pacini,
Paget, Pott, Raynaud, Sjögren, Von Recklinghausen, Waldenström—, uno tiene a
veces la sensación de que los países de habla hispana han estado al margen del
discurrir histórico de nuestro lenguaje especializado. Y no es así, o al menos
no en el grado que hoy nos parece. A médicos y científicos de habla hispana
debemos la primera descripción de entidades nosológicas, el descubrimiento de
estructuras y la introducción de técnicas e instrumentos médicos de tanta
trascendencia como el bypass
coronario (René Favaloro), el bisturí de diamante (Humberto Fernández Morán),
la pelagra (Gaspar Casal), el síndrome de amenorrea y galactorrea (Juan Carlos
Ahumada), el volframio (hermanos De Elhúyar), el huesecillo del estribo en el
oído (Pedro Jimeno), el mal de montaña (José de Acosta), la angiotensina
(Eduardo Braun Menéndez), el laringoscopio (Manuel García), la alfafetoproteína
(Antonio Galdó Villegas), el primer anticonceptivo oral (Luis Miramontes), la
anestesia epidural a nivel lumbar y torácico (Fidel Pagés), la angioplastia con
stent (Julio Palmaz), la acción
antibiótica de los hongos del género Penicillium
(Clodomiro Picado, un año antes que Fleming) o el primer alfabeto manual
(Sánchez de Yebra). Somos herederos de una rica tradición científica, también en
lengua española; lo que sucede es que con frecuencia no hemos sabido recogerla y
transmitirla.
La RANM
pretende que, en este aspecto, su DTM
se desmarque claramente de todos los demás diccionarios médicos al uso. Nuestra
aportación a la historia universal de la medicina va mucho más allá de Severo
Ochoa, César Milstein o Cajal y la escuela neurohistológica española. En
consecuencia, tendrán un hueco en el DTM
desde el ligamento de Gimbernat hasta el síndrome de Brugada, pasando por la
enfermedad de Carrión, el síndrome de Chediak-Higashi, el síndrome de
Tolosa-Hunt y el método de Trueta. Y desde Abulcasis, Maimónides o Pedro Hispano
hasta la familia Barraquer, Mario Molina, Laín Entralgo, Arturo Alezzandrini o
Javier Arias Stella, pasando por Arnaldo de Vilanova, Jaime Ferrán, García de
Orta, Juan Huarte, san Juan de Dios, Jiménez Díaz, Gregorio Marañón, Andrés
Laguna o, en la América hispana, el argentino Salvador Mazza, el guatemalteco
Rodolfo Robles, el colombiano Alfonso Caycedo, el cubano Joaquín Albarrán, el
mejicano Ignacio Chávez, el uruguayo Roberto Caldeyro o el venezolano Baruj
Benacerraf.
Sin olvidar la
vertiente universal de nuestro lenguaje especializado —que entronca con los
veintiséis siglos de historia del lenguaje médico internacional—, prestará
especial atención a las aportaciones de la comunidad médica de habla hispana.
Quien busque Wernicke, encontrará, por supuesto, al gran neuropsiquiatra alemán
Karl Wernicke, que describió la afasia de Wernicke y el síndrome de
Wernicke-Kórsakov; pero también al microbiólogo y anatomopatólogo argentino
Roberto Wernicke, presidente de la Asociación Médica Argentina a finales del
siglo XIX y autor, en español, de la primera descripción de la
coccidioidomicosis.
Wernicke
1 n.p. Karl
Wernicke (1848-1905): neuropsiquiatra alemán;
describió la →
afasia de Wernicke,
el →
área de Wernicke, la
→
encefalopatía de Wernicke
y el → síndrome de Wernicke-Kórsakov.
2 n.p. Roberto
Wernicke (1852-1922): anatomopatólogo y microbiólogo argentino de ascendencia
alemana; describió la
→
coccidioidomicosis [2] o enfermedad de Posadas-Wernicke en 1892.
Obs.: Es incorrecta la forma Wernike.
║ La
pronunciación original aproximada es /vérnike/.
Incluso si la
búsqueda se hace en sentido inverso: quien consulte la entrada ‘coccidioido-micosis’ en el DTM
encontrará una pequeña observación para recordarle que a Alejandro Posadas
debemos la primera descripción clínica de la coccidioidomicosis, y a Roberto
Wernicke, su caracterización en el laboratorio.
coccidioidomicosis
1 s.f. […]
2 s.f. […].
Obs.: Descrita inicialmente en la
Argentina por Alejandro Posadas y Roberto Wernicke.
4.2. Etimología
He explicado ya, hablando de los
planteamientos iniciales, que la RANM concede gran importancia a la etimología.
En consecuencia, la información etimológica aportada en el DTM supera ampliamente a la que encontramos en cualquier diccionario
médico actual, dentro o fuera de España.
No es solo que
el DTM incorpore en esta primera
edición información etimológica e histórica para cerca de 7 000
términos médicos. Es, sobre todo, que esta información no se limita a explicar
el origen de un vocablo especializado, como es costumbre en los diccionarios
médicos tradicionales, sino que abarca asimismo su formación, su evolución
histórica y la fecha de incorporación a nuestro lenguaje especializado. Porque,
para el médico, la etimología no puede limitarse a determinar la procedencia de
un vocablo —del griego, del latín, del árabe, de alguna lengua moderna—, sino
que debe determinar asimismo el momento de su incorporación al español médico,
o al lenguaje internacional de la medicina. Helenismos médicos son, por
ejemplo, tanto ‘quirófano’ como
‘arteria’, pero mientras el
primero tiene apenas un siglo de uso en medicina, y solo en lengua española, el
segundo lo encontramos ya en los Tratados hipocráticos, hace dos mil
quinientos años. Veamos cómo aparecen ambos vocablos en el DTM (para simplificar, me limito a reproducir
el paréntesis etimológico, que es la información que ahora nos interesa):
quirófano (kheiro(urgíā)- gr. 'cirugía' + (dia)phan- gr.
'transparente' + -os gr.; acuñado en esp. por A. del Busto en 1892)
[…]
arteria
(lat. artēria(m) del gr. artēríā ‘tráquea’, ‘arteria’; docum. en
Hipócrates; ambos valores docum. en esp. en el s.
xv; a partir del s. xvii,
casi siempre como ‘arteria’)
[…]
La
incorporación de este tipo de información etimológica e histórica no es tarea
sencilla, pero la RANM ha contado para ello con un colaborador de excepción.
Quienes hablamos español tenemos la enorme fortuna de que el mejor diccionario
etimológico de medicina actualmente disponible en Internet esté radicado en
España. Me refiero a Dicciomed: diccionario médico-biológico, histórico y
etimológico
dicciomed.eusal.es.
Y su autor, Francisco Cortés Gabaudan, profesor de filología griega en la
Universidad de Salamanca, se ha implicado activamente en el DTM como colaborador técnico para la
etimología médica.
Compárense, a
modo de ejemplo, los paréntesis etimológicos que incorporan en el DTM tres términos de diversa procedencia
—‘tiroides’, de origen griego; ‘yeyuno’, latino, y ‘alcohol’, árabe— con la
correspondiente información etimológica ofrecida en uno de los diccionarios
médicos más prestigiosos del mundo (Dorland’s
Illustrated Medical Dictionary
www.dorlands.com)
y en el más influyente de nuestros diccionarios generalistas (DRAE, diccionario de la Real Academia Española
buscon.rae.es/draeI).
DRAE
tiroides
(del gr. θυροειδής)
yeyuno
(del lat. ieiūnum)
alcohol
(del ár. hisp.
kuḥúl, y este
del ár. clás.
kuḥl)
Dorland
thyroid
[Gr. thyreoeidēs, from thyreos oblong shield + eidos
form]
jejunum
[L. “empty”]
alcohol
[Arabic al kuhl, fine powder of antimony or other distilled
substance]
DTM
tiroides (gr.
thyreoeidēs
(khóndros) [thyre- ‘escudo alargado’
+ -o- +
eide(s) ‘que tiene el aspecto de’] ‘cartílago en forma de escudo’,
‘tiroides’; docum. en Galeno; docum. en fr. desde 1560
thyréoïde; se usó para la glándula en fr. a partir de 1721; véase
también → -oide)
yeyuno (iēiūnu(m)
lat. ‘que ayuna’, ‘yeyuno’; se aplica al yeyuno desde Celso por calco del gr.
nēstis, ‘ayuno’, así nombrado por
aparecer vacío en las disecciones; docum. en esp. desde 1381)
alcohol (al-koḥ’l
ár. ‘polvos de antimonio’, ‘líquido destilado’, ‘alcohol’; en origen
significaba ‘polvos de antimonio para maquillarse los ojos’, luego se
usó para cualquier ‘polvo obtenido por sublimación’ y de ahí a
‘líquido obtenido por destilación’ y más concretamente
‘alcohol’; docum. en esp. desde 1254; del esp. se extendió a
otras leng. modernas)
Como puede
verse, el DRAE se limita en los tres
casos a dar únicamente la lengua de procedencia y el término original (en el
caso del griego, sin transliterar, con lo que el médico actual medio
probablemente no sabría ni siquiera leerlo). El diccionario de Dorland aporta
además el significado del término original, pero no da ningún tipo de
información histórica; quien lo consulte sabrá, por ejemplo, que ‘yeyuno’ es de
origen latino, pero seguirá con la duda de si es latín del que hablaban los
romanos, latín renacentista como el que usaba Vesalio, o latín científico
moderno como en el uso farmacológico de la palabra ‘placebo’.
El DTM supera claramente a ambos y combina
de modo admirable la información etimológica, lingüística e histórica. De un
vistazo, el médico interesado aprende que ‘tiroides’ es griego, desde luego,
pero griego de la época de Galeno, y que al español nos llegó, a través del
francés, en el Renacimiento para el cartílago, y solo más tarde, en el siglo XVIII, para la
glándula endocrina del cuello6. Que ‘yeyuno’ es palabra latina introducida por Celso por calco
desde el griego, y que en español constituye voz patrimonial. Y que ‘alcohol’,
en fin, es de origen árabe, pero llegó al lenguaje internacional de la medicina
a través del español.
4.3. Definiciones
Como
en todo diccionario de especialidad, el campo de definición constituye el
elemento central de los artículos recogidos en el DTM. Es obvio que, en esta primera edición (apenas 52 000
entradas, correspondientes a algo menos de 30 000 conceptos
médicos definidos), nuestro Diccionario no
puede competir todavía con los grandes lexicones extranjeros en cantidad, pero
sí en calidad. Las definiciones del DTM aventajan
claramente en muchos casos a las que encontramos en los diccionarios médicos
más acreditados: por homogeneidad y coherencia
interna, por claridad de exposición, por actualización según los últimos
conocimientos médicos y, de modo muy destacado, por la atención preferente
prestada a disciplinas habitualmente postergadas en otros diccionarios:
citología e histología, bioquímica y biología molecular, anatomía,
bioestadística, dermatología, farmacología.
En las
definiciones del DTM han intervenido
numerosas personas: académicos numerarios y correspondientes de la RANM,
miembros del equipo técnico y médicos colaboradores. Dos han sido los medios
principales de que nos hemos servido en el equipo técnico para evitar el grave
riesgo de heterogeneidad y disparidad de criterios que comporta esa diversidad
de definidores.
En primer
lugar, la sistematización y uniformación de términos conceptualmente afines
mediante el recurso a plantillas comunes para la definición de estructuras
anatómicas (arterias, articulaciones, huesos, ligamentos, músculos, nervios y
venas), de bacterias y virus, de fármacos y sustancias químicas, de enzimas, de
hormonas, de unidades de medida, de instrumentos y aparatos, de personajes
históricos y de formantes etimológicos. De este modo, se garantiza que todos
los términos definidos conforme a una plantilla normalizada tengan una
definición formada por los mismos elementos, y siempre en el mismo orden. Quien
tuviera que definir una arteria del cuerpo humano, por ejemplo, debía utilizar
la plantilla anatómica de arterias, en la que se especifica que la definición
debe constar de: en primer lugar, el nombre latino en la Terminologia Anatomica entre corchetes, y a continuación el
hiperónimo ‘arteria…’ (o ‘cada una de las arterias…’), un calificativo
morfológico de longitud o calibre (p. ej. ‘corta’, ‘larga’, ‘gruesa’, etc.), una
indicación de situación (p. ej. ‘de la cabeza’, ‘de las extremidades’, ‘del
tórax’, etc.), la descripción de su origen, trayectoria y distribución, y por
último su subdivisión en ramas.
arteria lingual [ingl.
lingual artery]
1 [TA:
arteria lingualis] Arteria sinuosa de la
boca que se origina en la cara anterior de la carótida externa,
a la altura del asta mayor del hioides y encima de la tiroidea
superior, se arquea sobre el hioides, recorre la cara profunda
del músculo hiogloso y penetra en el macizo muscular de la
lengua terminando en su punta, donde se denomina arteria
profunda de la lengua o ranina. Aparte de las ramas colaterales
suprahioidea y dorsales de la lengua, emite la arteria
sublingual para la glándula homónima, el suelo de la boca y las
encías.
Sin.: desus.: arteria gustatoria.
En segundo
lugar, y más importante, todas las definiciones del DTM, con independencia de quién las hubiera definido inicialmente,
pasaron por varias instancias de revisión, entre las que destaca un paso común
de corrección, revisión y homogeneización por parte del responsable médico del
diccionario, Ignacio Navascués. El mérito de la enorme calidad del DTM en cuanto a concisión, precisión,
claridad y propiedad de las definiciones es en buena medida suyo.
Como era de
esperar, los términos médicos, hasta los más sencillos en apariencia, aparecen
definidos de forma más completa y precisa en el DTM que en cualquier diccionario general de la lengua. Veamos, a
manera de ejemplo, la definición que ofrecen para el verbo ‘ingresar’ —solo en
su sentido médico habitual, correspondiente al
ámbito hospitalario—, el DRAE y el DTM.
DRAE
ingresar
(del
lat. ingressus)
[…]
2. tr. Meter a un enfermo en un
establecimiento sanitario para su tratamiento.
[…]
6. intr. Entrar en un establecimiento sanitario para recibir
tratamiento.
DTM
ingresar
(ingres(o) [ingressu(m) lat. ‘entrada’] + -ar
esp. del lat.; docum. en esp. desde 1604, referido a dinero;
referido a enfermos docum. desde 1868)
[…]
2
[ingl.
to be admitted, to be hospitalized]
v. Entrar en la zona de hospitalización (unidad, servicio, departamento) de un
establecimiento sanitario para someterse a estudio diagnóstico, recibir
tratamiento o ambas cosas, y permanecer al menos una noche en una cama asignada
por el servicio de admisión. Sin.:
hospitalizar. Obs.: En esta acepción,
el término no se aplica a la entrada del paciente en el área
policlínica, en el servicio de urgencias, en el servicio de
observación asociado, en el servicio de nefrología para las
sesiones de diálisis o en los hospitales de día y de noche ni a
los traslados entre servicios.
3
[ingl.
to be admitted] v. Entrar en un
servicio o departamento de urgencias (o en una unidad anexa, como la de observación
o la UVI de urgencias) en estado grave, crítico o mortal, bien para someterse a
estudio diagnóstico selectivo y recibir tratamiento inmediato, como paso previo
al alta de dicho servicio o a la hospitalización, o bien para certificar la
defunción o notificarla al juzgado. Obs.:
Frecuente en expresiones como "ingresó cadáver" o "el paciente
ingresó en urgencias a las 22:45".
[…]
Como puede
apreciarse, la definición del DRAE
(básicamente «entrar
en un establecimiento sanitario
para recibir tratamiento», ya sea en forma transitiva o intransitiva) puede
servir tal vez para un contexto muy general, pero resulta insuficiente para un
médico en su ejercicio profesional diario. El paciente con insuficiencia renal
terminal sometido a sesiones periódicas de hemodiálisis, por ejemplo, acude
todas las semanas a un establecimiento sanitario para recibir tratamiento,
pero ningún médico diría de él que esté ingresado. Por el contrario, en
cualquier hospital puede ingresar un enfermo con fiebre de origen desconocido
(FOD) para estudio, sin necesidad de que reciba tratamiento alguno. Es evidente
que en la definición del DRAE se ha
pasado por alto el requisito de ocupar al menos durante una noche una cama
asignada por el servicio de admisión, y se ha pasado también por alto que los
enfermos no solo ingresan para recibir tratamiento, sino también para someterse
a las más diversas pruebas diagnósticas. Compárese la deficiente definición
del DRAE con la mucho más precisa que
podemos encontrar en la segunda acepción del DTM, enriquecida con las matizaciones introducidas en la observación.
Y compárese también con el sentido especial de ‘ingresar’ que aparece definido
en la tercera acepción del DTM,
ausente en el DRAE.
Lo he comentado ya antes de
pasada, pero me interesa insistir ahora: para las definiciones del DTM hemos primado la precisión y la información
especializada sobre el carácter divulgador. Esto, unido al hecho de que las definiciones
—que comenzaron siendo muy concisas, de carácter terminológico—
fueron adquiriendo mayor extensión y un carácter semienciclopédico conforme fue
avanzando la obra, de modo casi espontáneo, hace que el contenido del DTM no sea fácil de entender para quienes
carezcan de sólidos conocimientos previos de medicina. Ello puede suponer un
inconveniente para la población general, cierto, pero para el médico implica
disponer de uno de los mejores diccionarios actuales en cuanto a precisión y
actualización de las definiciones.
Puede
comprobarse fácilmente confrontando las
definiciones que ofrecen para cualquier concepto medianamente complejo el DTM y alguno de los grandes diccionarios
médicos estadounidenses; si para la etimología me serví del de Dorland,
utilizaré ahora el de Stedman (Stedman’s Medical
Dictionary) para el cotejo. Veamos tres parejas de definiciones
correspondientes a un concepto quirúrgico fundamental (abdomen agudo), a una
metabolopatía (glucogenosis de tipo I o enfermedad de Von Gierke) y a una
entidad morfofuncional de gran importancia (lobulillo hepático). Así aparecen
definidos en ambos diccionarios:
Stedman
acute abdomen
any serious
acute intra-abdominal condition (such as appendicitis) attended by pain,
tenderness, and muscular rigidity, and for which emergency surgery must be
considered. Syn:
surgical
abdomen.
DTM
abdomen
agudo
[ingl.
acute abdomen]
1 [CIE-10: R10.0] Síndrome abdominal de causa muy diversa
(peritonítica, traumática, obstructiva, vascular, mixta), caracterizado
fundamentalmente por un dolor, casi siempre agudo en su cronología e intensidad,
acompañado de otras manifestaciones intraabdominales, en particular
alteraciones inespecíficas del tránsito gastrointestinal (vómitos, detención del
tránsito, diarrea) y deterioro progresivo y grave del estado general. Exige una
exploración física y un diagnóstico diferencial rápidos por parte del médico y
suele precisar tratamiento quirúrgico urgente. Se distingue un abdomen agudo
quirúrgico o verdadero y un abdomen agudo médico (también llamado falso o seudoabdomen
agudo), que aparece en afecciones sistémicas (infecciosas, hematológicas,
vasculares, endocrinas, metabólicas, yatrógenas, tóxicas), en afecciones abdominales
(cólicos, linfadenitis
mesentérica aguda inespecífica, úlcera péptica, etc.) y en procesos extraabdominales (hematoma de la vaina de los rectos,
afecciones pleuropulmonares,
crisis coronaria, neuritis y neuralgias intercostales, etc.).
Sin.: abdomen quirúrgico,
abdominopatía aguda, síndrome abdominal agudo, síndrome
abdominal quirúrgico, síndrome abdominal urgente.
Obs.: Puede suscitar rechazo por
considerarse anglicismo impropio y confuso; pero ninguna de las alternativas
propuestas se ha impuesto aún en la práctica; probablemente, porque, hasta que
se descubre la causa del dolor, este término facilita notablemente la comunicación
entre los médicos responsables del paciente.
║ Si la
causa del dolor agudo es traumática, no suele utilizarse la expresión de
"abdomen agudo".
║ No debe
confundirse con → peritonismo.
Stedman
type 1 glycogenosis
glycogenosis due to
glucose 6-phosphatase deficiency, resulting in accumulation of excessive
amounts of glycogen of normal chemical structure, particularly in liver and
kidney.
Syn: Gierke disease, von Gierke disease, glucose-6-phosphatase hepatorenal
glycogenosis.
DTM
enfermedad de Von Gierke [ingl.
Von
Gierke’s disease, glycogen storage disease type I]
1 Glucogenosis de herencia autosómica
recesiva de la que se conocen cuatro tipos. El tipo Ia, el más común, se debe a
una deficiencia hepática, renal e intestinal de la enzima glucosa-6-fosfatasa,
cuyo gen se encuentra en 17q21; cursa con retraso del crecimiento,
hepatomegalia, hipoglucemia, hiperuricemia, hiperlipidemia y
acidemia láctica. El tipo Ib, más grave pero menos frecuente,
obedece a una deficiencia de glucosa-6-fosfato-translocasa, cuyo
gen se sitúa en 11q23; además de la clínica anterior, se asocia
a esplenomegalia e infecciones recurrentes por neutropenia y
función defectuosa de los neutrófilos. Los tipos Ic y Id se
deben a carencias de las enzimas fosfotranslocasa y
glucosa-translocasa, que intervienen en el transporte microsomal
de los fosfatos y la glucosa, respectivamente. Con el
diagnóstico precoz mediante análisis de mutaciones y el
tratamiento ha mejorado el pronóstico de estos enfermos, que
antes morían a temprana edad. Los adenomas hepáticos, con
posible malignización, y la enfermedad renal constituyen las
complicaciones tardías más graves.
Sin.: deficiencia de glucosa-6-fosfatasa,
déficit de glucosa-6-fosfatasa, glucogeno-sis hepatorrenal,
glucogenosis de tipo I; desus.: glucogenosis de Von Gierke, hepatomegalia
glucogénica, hepatonefromegalia glucogénica, síndrome de Von Gierke.
Obs.: La enfermedad descrita por Von Gierke se
categorizó inicialmente como "glucogenosis de tipo I", pero en la actualidad
se considera que constituye solo un subtipo de esta, la glucogenosis de tipo
Ia. ║La preferencia por "enfermedad de
Von Gierke" o "glucogenosis de tipo I" depende de los gustos
personales. ║ Puede verse también "enfermedad de
Gierke" o, en desuso, "enfermedad de Van Creveld-Von Gierke".
║ → (Obs.) Von
Gierke.
Stedman
lobules of liver
the conceptual polygonal
histologic unit of the liver consisting of masses of liver cells arranged
around a central vein, a terminal branch of one of the hepatic veins; at the
periphery are located preterminal and terminal branches of the portal vein,
hepatic artery, and bile duct; hepatic lobules have anatomic reality in pig
liver or pathologically in humans, when fibrous septa are present.
Syn:
hepatic lobule, lobulus
hepatis [TA].
DTM
lobulillo hepático
[ingl.
hepatic lobule]
1 Unidad estructural y funcional del
hígado que correlaciona la organización de los componentes estructurales del
mismo (epitelio glandular, vasos sanguíneos y vías biliares intrahepáticas) con
las distintas funciones endocrina, exocrina y metabólica desarrolladas en el
hígado. Existen tres modelos de lobulillo hepático: el lobulillo clásico que
destaca el carácter endocrino del hígado y cuyo eje central es la vena
centrolobulillar; el lobulillo portal, que destaca el carácter exocrino del hígado
y cuyo eje central es el conducto biliar interlobulillar, y el ácino hepático,
que destaca el carácter metabólico del hígado y cuyo eje central está formado
por las ramas terminales de la arteria hepática y la vena porta y por las ramas
biliares que drenan al conducto biliar interlobulillar. En la especie humana, los
lobulillos hepáticos no están delimitados por septos
conjuntivos. La estructura del hígado puede organizarse
utilizando cualquiera de los modelos de lobulillos.
2 [TA:
lobulus
hepatis] Fracción de parénquima hepático en la que la sangre drena a través
de una vena central o centrolobulillar que es una rama terminal del árbol
venoso suprahepático. En el corte histológico sus límites están representados
por el hexágono imaginario que resulta de unir por líneas rectas los espacios
porta que rodean a una vena central o centrolobulillar, la cual constituye el
eje estructural y funcional del lobulillo. La circulación sanguínea es
centrípeta desde los vasos sanguíneos de los espacios porta hasta la vena
central y la circulación biliar es centrífuga desde las láminas de hepatocitos
hasta el conducto biliar interlobulillar de los espacios porta. El lobulillo clásico
destaca el carácter endocrino del hígado. Sin.:
lobulillo clásico, lobulillo hepático clásico.
Obs.: Por semejanza de campo temático, existe
riesgo importante de confusión entre ambas acepciones.
║ No debe confundirse con
→ lóbulo hepático ni
con →
ácino hepático.
En mi opinión,
las definiciones del DTM no tienen
nada que envidiar a las del renombrado diccionario médico estadounidense, más
bien al contrario.
4.4. Sinonimia y polisemia
Tanto la sinonimia (distintos nombres para
designar un mismo concepto) como la polisemia (un mismo término con distintos
significados) son dos de los principales escollos con que tropieza el médico que
busca utilizar de forma precisa su lenguaje especializado. Por ese motivo, la
RANM ha puesto especial énfasis en conseguir un diccionario especialmente
completo en este sentido.
Los vocablos polisémicos se recogen en
toda su amplia variedad de acepciones vigentes en medicina y ciencias afines. Un
buen ejemplo puede ser el artículo correspondiente al adjetivo ‘agudo’, que
reproduzco a continuación.
agudo, -da (lat. acūt-u(m)/-a(m) [acū- ‘aguzar’ +
-t-um/-am] ‘agudo’, aplicado ya a enfermedades; término patrimonial,
docum. en cast. mediev. desde 1140)
1 [ingl.
acute]
adj. Aplicado a una enfermedad o situaciones afines (por ejemplo, una complicación o una fase de una enfermedad):
que comienza de manera brusca, cursa con manifestaciones clínicas intensas y
evoluciona de forma relativamente rápida y breve.
Obs.: A menudo, se califica una enfermedad como aguda solo con
presentar una de las características señaladas.
2 [ingl.
acute] adj. De las
enfermedades agudas o relacionado con ellas.
Obs.: Se aplica, por ejemplo, al paciente que padece una enfermedad
aguda, o en la expresión
→
abdomen agudo.║ Puede suscitar rechazo por
considerarse impropio su uso en este sentido.
3 [ingl.
sharp, acute] adj.
Aplicado a un dolor: intenso y penetrante.
4 [ingl.
sharp-pointed,
acute] adj. Aplicado a una estructura anatómica o a un instrumento:
acabado en punta, punzante o afilado.
5 [ingl.
keen,
acute] adj. Aplicado a un sentido: muy desarrollado.
6 [ingl.
clever,
acute] adj. Aplicado a una persona, a su personalidad o a su
comportamiento: sutil, perspicaz o gracioso.
7 [ingl.
high-pitched]
adj. Aplicado a un sonido: con alta frecuencia de vibraciones.
Sin.: alto.
Obs.: Generalmente por contraposición a
→
grave [4].
8 [ingl.
short-term] adj. Aplicado
a un tratamiento: breve, de corta duración.
Obs.: Puede suscitar rechazo por considerarse impropio su uso en
este sentido.
9 [ingl.
single-dose]
adj. Aplicado a un tratamiento: que consta de una sola dosis.
Obs.: Puede suscitar rechazo por
considerarse impropio su uso en este sentido.
10 [ingl.
emergency,
acute] adj. Aplicado a un tratamiento: urgente.
Obs.: Puede suscitar rechazo por considerarse impropio su uso en
este sentido.
11 [ingl.
acute-phase] adj. Aplicado
a un tratamiento: que combate la fase aguda (crisis o reagudización) de una
enfermedad crónica. Obs.: Puede
suscitar rechazo por considerarse impropio su uso en este
sentido.
12 [ingl.
acute]
adj. Aplicado a la toxicidad de un medicamento: que evoluciona
de forma relativamente rápida y breve.
13 [ingl.
acute]
adj. Aplicado a la toxicidad de un medicamento: que aparece tras una única
dosis. Obs.: Puede suscitar rechazo
por considerarse impropio su uso en este sentido.
Obs.: Se
recomienda precaución con este término, que se usa con
significados muy distintos.
Es simplemente
una muestra, pues la exhaustiva cobertura de la polisemia en el DTM puede apreciarse bien asimismo en
otras muchas entradas, como ‘cadena’, ‘célula intersticial’, ‘depósito’,
‘fibra’, ‘frontal’, ‘gota’, ‘inversión’ ‘máscara’, ‘pico’, ‘prueba’, ‘puente’,
‘reducir(se)’, ‘sensible’ y ‘vía’.
En cuanto a la
sinonimia, el DTM incorpora, ya en
esta primera edición, cerca de 35 000 sinónimos y variantes
(incluidos sinónimos arcaicos o históricos, términos coloquiales, formas
incorrectas o desaconsejadas, y variantes gráficas o morfológicas). Por ejemplo,
en las entradas ‘esfigmomanómetro’ y ‘tifus exantemático’:
esfigmomanómetro
[…]
Sin.: baumanómetro, tensiómetro, tonómetro;
desus.: esfigmotonómetro, hemodinamómetro.
Obs.: Son
incorrectas las formas esfignomanómetro y esfingomanómetro.
tifus exantemático
[…]
Sin.: tifus clásico, tifus epidémico, tifus europeo, tifus petequial,
tifus por Rickettsia prowazekii, tifus
transmitido por piojos; coloq.: tabardillo; desus.: dermotifus,
enfermedad de Hildebrand, fiebre maculosa, peste de Santos Gil,
tabardillo pintado.
Obs.: Con
frecuencia abreviado a "tifus"; puede verse también "tifo
exantemático", variante en desuso.
Dado que la mayor parte de los sinónimos
tienen también entrada propia en el diccionario, con remisión al correspondiente
término preferente, el médico encontrará siempre el artículo buscado con
independencia del término por el que acuda a consultarlo. Esto es, quien acuda a
buscar ‘tensiómetro’, en la letra T, encontrará una remisión a
‘esfigmomanómetro’, en la letra E; o quien acuda a buscar ‘tabardillo’
encontrará una remisión a ‘tifus exantemático’.
tabardillo (tabard(o) esp. ‘capa
de mucho abrigo’ + -illo esp.
‘pequeño’; aplicado al tifus, por cubrir sus erupciones todo el
cuerpo como un tabardo; docum. en esp. desde 1570)
1 s.m. coloq. =
tifus exantemático.
2 s.m. coloq. =
tifus murino.
Obs.: Puede verse
también "tabardete", variante en desuso.
Algo parecido
sucede con las variantes ortográficas: quien busque ‘soriasis’ por la letra S
encontrará una remisión a ‘psoriasis’ (en la letra P), o quien busque ‘eczema’
encontrará una remisión a ‘eccema’. Y también con los términos complejos de
alfabetización dudosa: en otros diccionarios, el médico suele dudar entre
buscar la expresión in vitro por la
letra I o por la letra V, buscar ‘recién nacido’ por la R o por la N, o buscar
‘doble papada’ por la D o por la P; en el DTM,
todas estas expresiones tienen entrada duplicada, con remisión de una a la otra,
lo cual facilita su uso entre médicos y otros científicos, por lo común poco
familiarizados con las convenciones lexicográficas.
bloque [en]
1 =
en bloque.
en bloque [ingl.
en bloc]
1 En cirugía oncológica y
aplicado a una extirpación: en una sola pieza que comprende el
tumor y las estructuras o vísceras adyacentes que sean
necesarias, incluidos los ganglios linfáticos regionales.
4.5. Carácter normativo y didáctico
Al médico se le plantean constantemente dudas
e interrogantes en el uso de los términos y conceptos especializados en todos
los ámbitos científicos. Ha sido voluntad de la RANM que el DTM, amén de contemplar el uso real, contenga
abundante información normativa sobre usos, incorrecciones, ortografía y otros
aspectos relacionados con el lenguaje médico, de tal modo que se convierta en
un medio útil y sencillo para que el médico de habla hispana pueda resolver sus
dudas. El DTM desempeña eficazmente
esta función gracias a la incorporación de 27 000 observaciones de utilidad práctica. En los límites del
presente artículo resulta imposible, desde luego, comentarlas con detenimiento;
me limitaré, pues, a presentar de forma sinóptica una pequeña selección de ellas.
Algunas observaciones alertan al lector
frente al riesgo de confusión entre términos parecidos o conceptos afines:
ácido valproico
[…]
Obs.: […]
║
En medicina y farmacología, los términos "valproato" y
"ácido valproico" suelen utilizarse de forma intercambiable,
pues lo que se administra como medicamento es un valproato
(cálcico, magnésico o sódico), pero su principio activo,
generado en el medio fisiológico, es el ácido valproico.
fiebre intermitente
[…]
Obs.: No debe confundirse con →
fiebre remitente ni
con →
fiebre recurrente [1].
uretrostomía […]
Obs.: No debe confundirse
con →
uretrotomía ni con
→ ureterostomía.
En otros
casos, sirven para explicar al lector de manera resumida diversas recomendaciones
prácticas de uso:
centro de cuidados paliativos
[…]
Obs.:
La
preferencia por "centro de cuidados paliativos" o "unidad de
cuidados paliativos" depende del contexto; suele utilizarse "unidad
de cuidados paliativos" si está incluida dentro del organigrama de un
centro sanitario, pero "centro de cuidados paliativos" si funciona de
manera autónoma o independiente.
mongolismo
1 =
síndrome de Down.
Obs.: En el registro especializado es ya
voz en desuso; no se utiliza apenas desde 1970 por considerarse
peyorativa.
ostomía
[…] Obs.:
Puede
suscitar rechazo por considerarse
erróneo
desde el punto de vista etimológico. A partir del griego στóμα,
"boca", la forma correcta hubiera debido ser "estomía"; pero
en el uso se ha impuesto claramente la forma "ostomía", por
influencia de la o interpuesta en vocablos compuestos como "gastrostomía",
"colostomía", "enterostomía" o "urostomía"; es posible también una
pequeña influencia del latín ostium, "orificio".
soja […]
Obs.:
Puede verse
también "soya". La preferencia por una u otra variante
depende del país. En España, Argentina, Paraguay y Uruguay se usa preferentemente
la forma "soja"; en el resto de América, "soya" (que es la
forma etimológica).
Un
tercer grupo de observaciones atañen a las normas gramaticales,
ortográficas o tipográficas de interés para la redacción de
textos médicos y científicos:
°C […]
Obs.:
No debe
confundirse el símbolo de grado (°) con la o voladita (º) de los
teclados de ordenador.
║
Este símbolo se escribe separado por un espacio de la
cantidad numérica precedente; por ejemplo, 27,4 °C.
diazepam
[…]
Obs.:
El uso de z
antes de e no se ajusta a la norma ortográfica general en español, pero
la forma "diacepam", ajustada a la norma, es de uso minoritario; más
raramente, puede verse también "diazepán" y "diacepán".
prion
[…]
Obs.:
Tras la
reforma ortográfica del año 2010, la RAE únicamente admite la grafía
"prion", sin tilde; hasta ese momento, no obstante, era más frecuente
la grafía con tilde, "prión", que reflejaba la pronunciación con
hiato; en cualquier caso, el plural fue siempre "priones", sin tilde.
║ No debe
confundirse con
→
pion.
psic- […]
Obs.:
Adopta la
forma "psico-" cuando va seguido de consonante, como en "psicofármaco", "psicógeno", "psicometría",
y la forma "psiqu-" cuando va seguido de las vocales e o i,
como en "psique", "psiquiatría", "psiquismo".
║
La p
inicial es muda, excepto en casos de pronunciación afectada.
║
Para
todos los vocablos que incorporan este formante, en el ámbito de la medicina
sigue siendo muy marcada la preferencia por las formas etimológicas "psic(o)-"
y "psiqu(i)-" sobre las formas fonéticas simplificadas
"sic(o)-" y "siqu(i)-", que, aun siendo también correctas
en español, están desprestigiadas en el lenguaje especializado y casi no se
usan entre médicos.
zóster […]
Obs.:
La
acentuación etimológica aguda "zoster" es hoy minoritaria, y ha
desaparecido
casi por completo en el lenguaje oral.
║
La RAE
admitió tradicionalmente solo la acentuación etimológica "zoster",
pero en 1992 admitió también la forma llana "zóster", que desde el
año 2001 es ya la única que registra.
Se ha prestado
asimismo especial atención a los problemas que plantean la escritura y la
pronunciación de palabras o nombres extranjeros,
tan frecuentes en el lenguaje de la medicina:
Bence Jones […]
Obs.:
La
pronunciación original aproximada es
/bens
yons/, pero en España se oye también /bénze
yons/.
║
Puede verse también
Jones; es
incorrecta la grafía con guion (Bence-Jones), pues no se trata de dos
médicos distintos, sino del apellido compuesto de un mismo médico.
flutter [...]
Obs.:
Se escribe en
cursiva y sin tilde, por tratarse de una palabra inglesa; entre hispanohablantes,
se pronuncia /fláter/ o /flúter/.
║
Puede verse también castellanizado a "flúter",
que es variante infrecuente y considerada asimismo anglicismo innecesario.
║ La RANM desaconseja el uso de
extranjerismos innecesarios.
Ogino […]
Obs.:
La
pronunciación original aproximada es
/oguíno/, pero entre hispanohablantes se oye mucho más /ojíno/.
║
Su apellido natal era Nakamura, pero en 1901 fue adoptado
por la familia Ogino.║
En Japón, la forma habitual de escribir los nombres es con
el apellido en primer lugar: Ogino Kyusaku.
Van Leeuwenhoek […]
Obs.: La pronunciación
original aproximada es /fan légüenjuk/,
pero entre hispanohablantes se oyen muchas otras
variantes de lo más diverso, como /lívanjoek/
o /legüenjóek/.
║ Puede verse también
Leeuwenhoek; las formas Van Leuwenhoek y Leuwenhoek
son incorrectas.
║ La preposición
van se escribe en minúsculas si va precedida del nombre de pila
(Anton van Leeuwenhoek), pero con mayúscula inicial en caso contrario
("los escritos de Van Leeuwenhoek").
║ Su nombre de pila se
castellanizó antiguamente (Antonio Leeuwenhoek), pero esta costumbre es hoy
minoritaria.
Y
tenemos, por último, un nutrido grupo de observaciones
destinadas a señalar errores frecuentes, traducciones
incorrectas o formas viciadas, que se muestran gráficamente al
lector con el recurso a una línea horizontal de tachado:
área […]
Obs.:
Como sustantivo femenino que comienza por
/a/ tónica, va precedido en el singular
por los artículos 'el' y 'un' y los adjetivos indefinidos 'algún' y 'ningún',
aparentemente masculinos. Pero no pierde por ello su carácter de sustantivo
femenino; debe decirse:
"esta área" (este área), "las
áreas" (los áreas), "una gran área" (un gran área)
y "el área auditiva" (el área auditivo). Pese a lo dicho, es
muy frecuente su uso erróneo con género masculino.
esperma (lat. tardío sperma del
gr. spérma ‘semilla’, ‘esperma’;
docum. en esp. desde 1251)
1 s.m. = semen.
Obs.: La RAE
admite también su uso con género femenino, que carece de justificación
histórica o etimológica, y es muy raro entre médicos; la RANM lo desaconseja: la
esperma.
sss Es error
frecuente el uso incorrecto de
esperma en el sentido de
"
espermatozoide, por
influencia del inglés sperm
(espermatozoide).
salmonela […]
Obs.:
Es
incorrecta la forma
salmonella.
║
Es error frecuente el uso incorrecto de
salmonela con el sentido de
"
salmonelosis.
*
* *
Diseño
original de nueva planta, etimología,
definiciones, sinonimia y polisemia, y observaciones de carácter normativo o
didáctico: cinco aspectos en los que el DTM
descuella claramente de otros diccionarios médicos actuales. No parece
exagerado afirmar, pues, que el Diccionario
de términos médicos de la Real Academia Nacional de Medicina marca un hito
de alcance histórico dentro de la lexicografía médica española. La RANM puede
sentirse satisfecha de la tarea realizada; que, por cierto, no es más que el
principio. Es de esperar que en futuras ediciones el DTM continúe creciendo en envergadura y consiga llevar a plenitud
estas y otras de sus características más destacadas.
5.
Bibliografía e información complementaria sobre
el DTM en la Red
Como es lógico, tratándose de una obra todavía
inédita, la bibliografía crítica sobre el DTM
es aún muy escasa. Es de suponer que aumentará de modo considerable a partir de
septiembre, cuando el diccionario llegue a las librerías de todo el mundo, pero
sí disponemos ya de algunos artículos que pueden tener cierto interés para el
lector deseoso de conocer mejor esta obra.
Hipólito Durán
Sacristán (2006), «El Diccionario de
términos médicos de la Real Academia Nacional de Medicina: un proyecto largamente
acariciado que pronto será realidad», 275-278 en Panace@ 7.24: medtrad.org/panacea/IndiceGeneral/n24_
tribuna-d.sacristan.pdf.
La primera
ocasión en que el proyecto del DTM se
presentó con detalle fuera de la propia Academia fue posiblemente este artículo
aparecido en el número monográfico de la revista Panace@ sobre lexicografía médica, allá por el año 2006. Algunos
detalles serán finalmente algo distintos en el DTM impreso, pero en conjunto puede comprobarse cómo, cinco años
atrás, la planta del diccionario estaba ya prácticamente trazada en sus líneas
generales.
En enero del
2009, la Real Academia Nacional de Medicina comenzó a publicar un boletín
informativo cuatrimestral, Actualidad de
la RANM, que puede descargarse en PDF desde el portal institucional de la
Academia. Pues bien, desde el primer número el boletín ha contado con una
sección fija dedicada al DTM; sigue
una selección de los principales artículos publicados en ella:
Hipólito Durán
Sacristán (2009), «Diccionario de términos médicos», 14 en
Actualidad de la RANM 1:
www.ranm.es/publicaciones/boletin-de-actualidad.html.
Fernando A. Navarro (2009), «La etimología
en el Diccionario de la RANM», 12-13 en Actualidad
de la RANM 2:
www.ranm.es/publicaciones/boletin-de-actualidad.html.
Fernando Pardos (2009), «De Babel a la norma:
las terminologías normalizadas en medicina, biología y ciencias afines», 18-19
enActualidad de la RANM 3:
www.ranm.es/publicaciones/boletin-de-actualidad.html.
Fernando A. Navarro (2010), «La RANM entronca
con la historia de la lexicografía médica española», 18-19 en
Actualidad de la RANM 4: www.ranm.es/publicaciones/boletin-de-actualidad.html.
Fernando Pardos / Fernando A. Navarro
(2010), «La normatividad en el Diccionario de la RANM», 18 en
Actualidad de la RANM 5:
www.ranm.es/publicaciones/boletin-de-actualidad.html.
Fernando A. Navarro (2010), «Médicos y personajes
históricos en el Diccionario de la RANM», 22-23 en
Actualidad de la RANM 6:
www.ranm.es/publicaciones/boletin-de-actualidad.html.
Ignacio
Navascués Benlloch (2011), «Sobre las definiciones del
Diccionario de términos médicos (DTM)», en
Actualidad de la RANM 8: [en imprenta] www.ranm.es/publicaciones/boletin-de-actualidad.html.
En el boletín
académico se informó también en su momento de la sesión científica celebrada en
la sede de la RANM el pasado 5 de octubre. En ella, el equipo técnico presentó
la obra a los académicos de número y correspondientes que habían venido
colaborando en la redacción del DTM, y
se proyectó también el vídeo institucional de presentación del diccionario,
todavía activo en YouTube:
Real Academia
Nacional de Medicina (2010), «DTM: el proyecto enfila la recta final», 23-24 en
Actualidad de la RANM 6:
www.ranm.es/publicaciones/boletin-de-actualidad.html.
Real Academia Nacional de Medicina. Vídeo
de presentación del Diccionario de
términos médicos.
www.youtube.com/watch?v=JJ5J1-ZDp2E.
En abril, Diario Médico publicó una entrevista con
el presidente de la RANM sobre la inminente publicación del DTM:
Entrevista con
Manuel Díaz-Rubio, presidente de la RANM: «Un diccionario de términos médicos
para preservar el lenguaje correcto». Diario
Médico, 18 de abril del 2011: pág. 20. [Existe también versión electrónica,
con acceso gratuito restringido a usuarios registrados de diariomedico.com:
www.diariomedico.com/2011/04/18/area-profesional/entorno/
diccionario-de-terminos-medicos-para-preservar-lenguaje-correcto].
Por último,
quien esté interesado en adquirir la obra, encontrará información actualizada
en la página del DTM en el portal corporativo
de Editorial Médica Panamericana:
www.medicapanamericana.com/landings/Diccionario-de-Terminos-Medicos
-DTM.aspx.
Entre otras cosas, esta página ofrece la posibilidad de inscribirse para
recibir por correo electrónico un aviso personalizado en el momento en que la
obra esté publicada. Otra posibilidad para mantenerse informado es apuntarse a
las cuentas de seguimiento continuo de Panamericana en redes sociales como Facebook:
www.facebook.com/EditorialMedicaPanamericana
y Twitter:
twitter.com/#!/
@panamericanaesp.
Agradecimientos
Quien consulte el Diccionario de términos médicos percibirá de inmediato que se halla
no ante un diccionario de autor, sino ante una obra colectiva en la que se ven
reflejados los anhelos de los médicos que nos precedieron en el empeño, ofrece
respuesta a las necesidades y el sentir de la sociedad actual, y al tiempo se
muestra abierta al desarrollo futuro del lenguaje médico en los países de habla
hispana. No podía ser de otra forma, creo, tratándose de un diccionario que la
Real Academia Nacional de Medicina vislumbró desde un principio como un hito en
la historia de la lexicografía médica española, que después de varios siglos
vuelve a rayar a la altura que merece una lengua hablada por más de
cuatrocientos millones de personas en todo el mundo…, y por más de un millón de
médicos.
Ante una obra
así, de carácter colectivo y multigeneracional, es del todo imposible escribir
un párrafo de agradecimientos y no dejarse muchos nombres en el tintero. Para
el bien nacido, no obstante, eso nunca puede ser óbice para apuntar cuanto
menos algunos nombres con los que mayor deuda de agradecimiento he contraído en
estos seis últimos años. Para empezar, los dos presidentes de la RANM en este
período: Amador Schüller Pérez, ya fallecido, y, en la actualidad, Manuel Díaz-Rubio
García. También en la RANM, Antonio García Pérez, impulsor y primer director
académico del DTM hasta su muerte en
el año 2002; Hipólito Durán Sacristán, director académico de esta primera
edición; Antonio Campos Muñoz y Luis García-Sancho Martín, directores adjuntos, y una larga lista de académicos de número y
correspondientes que han colaborado en la redacción y revisión de entradas,
entre los que me gustaría destacar a Carlos Seoane Prado y a Pedro Lorenzo
Fernández. Por parte de Panamericana, en Madrid y Buenos Aires, Hugo Brik,
Horacio Argente, Alejandro Maveroff, Damián Vázquez y Carmen Triguero, entre
otros. Pasando a los colaboradores más estrechos del equipo técnico, sé que es
un tópico manido, pero ciertamente el DTM
no hubiera sido posible sin las aportaciones de María Luisa Clark,
Francisco Cortés Gabaudan y, de modo muy especial, Maite Sánchez Safont. Ni,
desde luego, sin el apoyo afectivo y profesional, desde el primer momento, de
los integrantes del equipo técnico del DTM,
mis compañeros Ignacio Navascués Benlloch, Fernando Pardos Martínez, Carmen
Remacha Martínez y Cristina González Sánchez.
Son más,
muchos más, desde luego, quienes han dejado mayor o menor impronta en el Diccionario de términos médicos de la
Real Academia Nacional de Medicina: gran parte de ellos aparecen mencionados en
la página de créditos del diccionario. A todos, en cualquier caso, deseo
expresar mi agradecimiento sincero.
Fernando A. Navarro
Traductor médico (Cabrerizos, Salamanca)
fernando.a.navarro@telefonica.net
1 |
Real Academia Nacional de Medicina (2004),
«Manifiesto de apoyo al proyectado diccionario de la RANM», 254 en Panace@ 17-18:
tremedica.org/panacea
/IndiceGeneral/n17-18_entremes-RANM.pdf. |
2 |
Bertha M.
Gutiérrez Rodilla (1999), La constitución
de la lexicografía médica moderna en España, Toxo-Soutos, La Coruña. |
3 |
Desde su creación
en el siglo
XVIII, la RANM cuenta entre sus funciones la
elaboración de un diccionario especializado, que por diversas razones había
venido posponiéndose hasta la fecha. Valgan a modo de muestra dos pasajes
estatutarios, en distinto siglo. El primero de ellos, tomado del
Plan de ocupación en que deberá
emplearse la Real Academia Médica de Madrid
(1796), señala entre sus funciones institucionales «la formación de la
nomenclatura o explicación de las voces técnicas españolas mejorando la que
hasta ahora se ha ejecutado, defectuosa en la actualidad por la ignorancia de
la medicina y ciencias naturales propias del Instituto de la Academia». El
segundo, tomado del
Real
Decreto de 28 de abril de 1861, con el Nuevo
reglamento para la Real Academia de Medicina de Madrid, especifica ya en el
título I (Del objetivo de la Academia) las siguientes ocupaciones: «[…]
fomentar el progreso de la medicina española, publicar su historia
bibliográfica, formar la geografía médica del país y un diccionario tecnológico
de la medicina». |
4 |
El programa se
describe en el cibersitio corporativo de TLex
tshwanedje.com/ tshwanelex, y
también en el artículo de Ignacio Navascués Benlloch (2009), «TshwaneLex, una
aplicación lexicográfica singular», 93-97 en Panace@ 10 (29):
tremedica.org/panacea/IndiceGeneral/n29_tribuna-Benlloch.pdf. |
5 |
Pienso, por
ejemplo, en el Diccionari enciclopèdic de
medicina (Barcelona, 2000) o en el Diccionario
galego de termos médicos (Santiago de Compostela, 2002); ninguno de ellos,
por cierto, especialmente innovador en cuanto planta lexicográfica. |
6 |
Obsérvese, por
cierto, que el DRAE solo recoge una
acepción para ‘tiroides’; a saber, «se dice de una glándula endocrina de
los animales vertebrados […]»; el cartílago tiroides, descrito varios siglos antes que la
glándula homónima, parece no existir aún para nuestro diccionario académico. |
   |