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Artículo27 de abril de 2020BruselasDirección General de Energía

Punto de mira: la seguridad energética en la UE

©iStock:filadendron/no_limit_pictures

El suministro constante de energía es algo que a menudo damos por hecho. Su mantenimiento resulta vital: garantiza que podamos encender la calefacción —o el aire acondicionado— en nuestras casas, nos permite utilizar el teléfono, la luz y los ordenadores y hace que funcionen nuestros hospitales, el transporte público y otros servicios esenciales, como la distribución de agua.

¿Cómo contribuye la UE a garantizar la seguridad energética de sus casi 500 millones de ciudadanos? ¿Qué pasa si la seguridad del suministro de energía se ve amenazada?

Electricidad y gas: flujos ininterrumpidos

Un elemento esencial es fomentar la cooperación y las interconexiones transfronterizas para que la energía fluya sin contratiempos por toda la UE. Es fundamental que, cuando no brille el sol o falte viento para generar electricidad, los Estados miembros puedan recurrir a la importación de electricidad producida en otros países vecinos de la UE. 

Para que el sistema energético europeo esté en condiciones de hacer frente a posibles perturbaciones, la UE también promueve una mayor diversificación de las fuentes de suministro, por ejemplo, mediante la disponibilidad de un abanico más amplio de energías renovables o de soluciones de almacenamiento de energía, de modo que, si una fuente falla, otra pueda compensar la pérdida.

Mantener un suministro de electricidad estable para todos los europeos tampoco es tarea fácil, ya que la red eléctrica de la UE es uno de los sistemas más grandes y complejos del mundo. Como ocurre con los gasoductos, las redes eléctricas están muy interconectadas dentro de la UE y mucho más allá de sus fronteras. Un fallo eléctrico en un país puede acabar provocando apagones o cortes de suministro en otros países y regiones. La Comisión Europea actúa para garantizar que dispongamos de un suministro de electricidad seguro y fiable, a través de un mercado de la electricidad bien diseñado y en correcto funcionamiento, que haga llegar la corriente en todo momento donde sea necesario.

En lo que respecta al gas, Europa depende en gran medida de suministros procedentes de fuera de la UE. Por lo tanto, tenemos que minimizar los riesgos tanto en cuestiones que afecten a las infraestructuras críticas por las que circula físicamente el gas hasta Europa, como en cuestiones geopolíticas que generen incertidumbre acerca de nuestras relaciones con los proveedores.

¿Y si se produce una crisis?

Necesitamos una preparación adecuada frente a los riesgos y una cooperación transfronteriza fluida para prevenir o gestionar las situaciones de crisis, a fin que los Estados miembros estén en condiciones de colaborar solidariamente en caso de desabastecimiento.

Uno de los instrumentos legislativos recientemente adoptados con que cuenta la UE es el Reglamento sobre la preparación frente a los riesgos en el sector de la electricidad. Este Reglamento de 2019, que forma parte del paquete de medidas «Energía limpia para todos los europeos», obliga a los Estados miembros a identificar los posibles escenarios de crisis a nivel nacional y regional que podrían afectar a su suministro eléctrico. Sobre la base de estos escenarios, las autoridades se encargan de elaborar planes de preparación ante los riesgos para hacer frente a cada eventualidad. Lo fundamental es que este ejercicio estimula la cooperación y la coordinación para que los Estados miembros actúen de forma conjunta.

La protección de las infraestructuras energéticas críticas ha ido adquiriendo una importancia creciente en las últimas décadas, debido al elevado impacto en cascada que podría derivarse, por ejemplo, de los graves daños provocados por un atentado terrorista. La protección de estas infraestructuras también resulta cada vez más importante debido a una de las mayores transformaciones que está experimentando nuestra sociedad: la transformación digital. La digitalización ha revolucionado todos los aspectos de nuestras vidas. También se ha visto afectado el sector de la energía, donde las tecnologías digitales y la rápida transferencia de datos han mejorado en precisión y eficiencia. Gracias a ello, los profesionales del sector pueden identificar y gestionar con más rapidez los cambios en la oferta y la demanda de energía.

Al mismo tiempo, la digitalización genera nuevas vulnerabilidades en el sector de la energía. La ciberseguridad y la digitalización son las dos caras de una misma moneda. Por eso, en la actualidad, garantizar la seguridad del suministro también pasa por mejorar nuestra resiliencia frente a cualquier ciberataque coordinado contra las infraestructuras energéticas europeas.

Crisis del coronavirus (COVID-19)

Las medidas a las que nos hemos referido garantizan que Europa esté mejor preparada para enfrentarse a las crisis imprevistas que puedan surgir. Desgraciadamente, 2020 es buen ejemplo de ello.

En las últimas semanas, la expresión «sin precedentes» ha adquirido un papel protagonista en todo el mundo, a raíz de la aparición del nuevo coronavirus (COVID-19). El confinamiento ha llegado a la mayoría de los países, obligándonos a cambiar nuestros modos de vida y de trabajo. En particular, la enorme perturbación que ha causado la pandemia por coronavirus ha puesto el foco en nuestra dependencia de un sistema energético sólido, que resulta vital para asegurar el suministro de energía a nuestros hospitales y a las industrias que producen los equipos médicos, así como para otras actividades esenciales y para la ciudadanía, que se ve obligada a quedarse en casa.

¿Hasta qué punto es seguro nuestro suministro de energía? Seamos claros: en la actualidad no existe ninguna amenaza para la seguridad energética y el sistema energético europeo ha demostrado su resiliencia. La electricidad, el gas y el petróleo pueden circular libremente, en particular adonde son más necesarios. Gracias al alto grado de digitalización, a la importancia primordial otorgada a la seguridad en el sector y al sólido marco europeo, los operadores energéticos (y, en particular, los de infraestructuras críticas como las centrales nucleares) ya contaban con planes bien elaborados de continuidad de las actividades, e incluso con planes de pandemia. Esto les permitió adoptar todas las medidas necesarias para proteger la seguridad y la salud de sus trabajadores, y garantizar al mismo tiempo la continuidad del servicio, a medida que la pandemia evolucionaba en los distintos Estados miembros.

En cuanto a la gestión inmediata de la crisis, los funcionarios de la Comisión han mantenido reuniones periódicas con las autoridades y las industrias nacionales de los sectores del gas, la electricidad, el petróleo y la energía nuclear para intercambiar buenas prácticas entre Estados miembros, detectar posibles dificultades, tomar medidas correctoras y extraer conclusiones que nos permitan reforzar la preparación ante los distintos escenarios y las posibles nuevas crisis. En resumen, la UE ha trabajado intensamente para garantizar ahora la seguridad del suministro de energía y mantenerla en el futuro.

Perspectivas de futuro

Tras la crisis del COVID-19, la seguridad del suministro seguirá siendo un tema central de la política energética europea y una de las claves para una sociedad más resiliente. A medida que vayan superando la crisis del coronavirus, la UE y el resto del mundo se enfrentarán a una importante recesión económica, cuyo alcance es aún difícil de prever. A pesar de esta incertidumbre, los dirigentes de la UE han subrayado la importancia de no cejar en nuestro empeño por conseguir la neutralidad climática de aquí a 2050, objetivo que debería pesar en las decisiones de inversión pública y privada y en los nuevos programas políticos que se adoptarán en los próximos meses. Esta meta también brinda la oportunidad de seguir avanzando en la mejora de la seguridad energética y la resiliencia de la sociedad. Así, por ejemplo, la renovación de los edificios presentará la ventaja combinada de reducir el consumo de energía (lo que supondrá un ahorro para los consumidores y el descenso de las emisiones de gases de efecto invernadero), al tiempo que crea puestos de trabajo y estimula la economía local.

Estas perspectivas de futuro se ajustan a las preferencias manifestadas por la ciudadanía europea. Una reciente encuesta del Eurobarómetro ha confirmado que el objetivo de reforzar la seguridad energética de Europa goza de un apoyo ciudadano muy mayoritario en todos los Estados miembros de la UE.

Más información: Seguridad energética

Detalles

Fecha de publicación
27 de abril de 2020
Autor
Dirección General de Energía
Lugar
Bruselas