El paludismo es causado por un parásito denominado Plasmodium que se transmite
a través de la picadura de mosquitos infectados. En el organismo humano, los
parásitos se multiplican en el hígado y después infectan los glóbulos rojos.
Entre los síntomas del paludismo destacan la fiebre, las cefaleas y los
vómitos, que generalmente aparecen 10 a 15 días después de la picadura del
mosquito. Si no se trata, el paludismo puede poner en peligro la vida del
paciente en poco tiempo, pues altera el aporte de sangre a órganos vitales. En
muchas zonas del mundo los parásitos se han vuelto resistentes a varios
antipalúdicos.
Entre las intervenciones fundamentales para controlar la malaria se encuentran
el tratamiento rápido y eficaz con combinaciones de medicamentos basadas en la
artemisinina, el uso de mosquiteros impregnados en insecticida por parte de las
personas en riesgo y la fumigación de los espacios cerrados con insecticidas de
acción residual, a fin de controlar los mosquitos vectores.