Listas (¿tontas?) de países. El caso de las Naciones Unidas
El nombre protocolario de los países
Si uno tuviera que hacer de abogado del diablo para defender, en el debate
en curso, la adopción de la nomenclatura de países de las Naciones
Unidas, aportaría los siguientes argumentos:
- Se trata de la nomenclatura más difundida internacionalmente. Dentro
de la Comunidad la emplean ya desde hace tiempo el Parlamento y el Consejo.
Parece, pues, que lo más sencillo es adherirse al uso de la mayoría.
- El uso en España, aun discrepando en varios casos significativos del
de las NU, dista de ser unánime.
- Ese mismo uso peninsular, además de plural, es incoherente: ¿por
qué preferir Irak a Iraq a la vez que se acepta Qatar?
- Hay también incoherencia interna allá donde sí se da,
en cambio, unanimidad frente al uso de las NU: ¿por qué
escandalizarse de Nueva Zelandia cuando son mayoría los nombres
de países o territorios con terminación derivada del anglogermánico
land que intercalan igualmente la i (Finlandia, Groenlandia,
Islandia, Suazilandia, Tailandia frente a Holanda, Irlanda y la
propia Nueva Zelanda)?
- Las razones puramente políticas deben considerarse legítimas
en instituciones políticas como las nuestras: de ahí que parezca
conveniente aceptar la aberración lingüística que supone
llamar en español Côte d'Ivoire a Costa de Marfil,
por ejemplo, por el simple hecho de que la Administración de ese país
exige que su denominación oficial exclusiva sea la francesa.
- No tiene sentido exigir una nomenclatura de países puramente española
(de España) con el argumento de que sólo esta nación forma
parte de la Unión Europea: en efecto, los acuerdos de la UE con América
Latina proliferarán en los próximos años, por lo que parece
oportuno dotarse ya desde ahora de una nomenclatura de países lo más
próxima posible a los usos latinoamericanos (básicamente
coincidentes con los de las NU).
Se podrían aducir, sin duda, más razones. Pero las seis
apuntadas poseen ya por sí solas suficiente peso como para que puedan
esgrimirlas con eficacia quienes proponen zanjar lo antes posible esta espinosa
cuestión de geonomenclatura.
Miguel Candel
Unidad G-4